CORONAVIRUS
Un siglo de tos y estornudos

Salud y publicidad argentina

En momentos en que hay que cuidarse más que nunca, repasamos cómo las publicidades vendieron salud a través del tiempo.

Publicidad Argentina y salud 20200715
1930. Mauzán, célebre por sus afiches de Geniol también se ocupó de Cafiaspirina. | Cedoc Perfil

Ante la pandemia, tapate la boca al toser o estornudar. Hacelo en el brazo flexionado para proteger a quienes te rodean. 

La emergencia impone barbijos y tapabocas de todo tipo, color y diseño. Los hay fabricados de manera artesanal, industrial y hasta de firma: de hecho, distintas diseñadoras de moda encaran la producción de tapabocas de diseño, sumando estilo a la necesidad. 

Pero hagamos un recorrido por esto de toser o no toser y estornudar o no estornudar, desde el espejo de la publicidad, siempre dispuesto a mostrar la vieja fórmula problema-solución. Así, nos encontramos con una constante a lo largo de las décadas, cuando lo más común era graficar los avisos y afiches de antitusivos y antigripales con la represtación de algún ser humano en pleno acto de toser o estornudar. 

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Esto llama la atención en cuanto en la mayoría de los anuncios no se incluía la solución sino el problema. Se entiende: alguien que no tosía, o estornudaba no vendía, ni apelaba a lo dramático del problema en sí. Pero a lo largo del siglo XX fue común ver rostros congestionados, en foto o ilustración, prometiendo el alivio ansiado. 

Los jarabes y pastillas para la tos, están entre los productos que se cuentan entre los primeros anunciados en las revistas y diarios. Por lo general, en aquellos tiempos de cambio de siglo, y el auge de revistas ilustradas que en Argentina recibieron nombres como Caras y Caretas o P.B.T., era común ver avisos firmados por supuestos doctores, que recomendaban sus soluciones mágicas para calmar el catarro. Si eran reales o no, queda en la noche de la historia de la publicidad. De todos, el más popular fue el catalán Doctor Andreu, con sus pastillas, comercializadas en España y en gran parte de los países latinoamericanos. Salvador Andreu y Grau, tal su nombre completo, fue una persona de la vida real, aunque no era doctor, sino farmacéutico.

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Los grandes laboratorios, como Bayer, estuvieron entre los anunciantes destacados de los medios gráficos a nivel mundial. Después, llegó el auge de los productos con denominación de marca alusiva al efecto prometido. Algunos todavía están vigentes. Miremos entonces la composición de nombres que lo dicen todo como Desenfriol, No-Tos, Anti-Tus, Gripequín, Pulmosan, SinTos, Bronquisol, Intantina, Pulmocler, Bronquisedan. 

Ya en la década de 1950 la revista argentina Impetu, especializada en el quehacer publicitario alertaba sobre esta costumbre instalada entonces y al parece, con mucho por delante todavía cuando se trata de bautizar productos de laboratorio. 

Las promesas, no se iban con vueltas “La tos desaparece”, “Para la tos” (con Cacho Fontana hace unos años) , “Detenga la tos”, “Entre pecho y espalda, Pastillas Valda”, “Pastillas Pagliano... ¡Cómo calman!”. Las caras congestionadas eran toda una marca de fábrica. Hoy, no superarían ningún control sanitario... ni publicitario. 

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