CULTURA
edicion definitiva de un clasico

Al acecho del porvenir

Fechado en 1924, Trotsky discutía varias tendencias literarias presentes en la Rusia de entonces y analizaba las fuerzas concretas en la sociedad de su tiempo. “Literatura y revolución” consiste en la reunión de artículos, ensayos, conferencias y transcripciones de debates que se articulan como las piezas de un rompecabezas cuyo armado resultará en un gran plano de la actividad cultural humana.

Trotsky. Por primera vez, Literatura y revolución es publicado en español íntegramente.
| Cedoc

Uno puede pensar, y seguramente se equivoque, que en otro momento histórico, en el que una vida nueva estaba al llegar, la aparición de un monumental libro que reúna todos los escritos sobre el arte y la cultura del revolucionario internacionalista León Trotsky hubiera resultado el acontecimiento editorial del año. Pero la historia suele ser sorprendente e implacable y lo que ocurre ocurre cuando ocurre, con la apariencia de que nunca es el momento indicado. Ahora es el momento, solía decir Lenin, así que hoy tenemos una excelente oportunidad para ponernos más que felices.

Esta extraordinaria edición está compuesta por dos secciones: la sección I es la traducción del original ruso completo de Literatura i revoliutsia tal como fue publicado en Moscú en vida del propio Trotsky incluyendo, por primera vez en lengua castellana, su segunda parte. La sección II agrupa cronológicamente los otros escritos del autor desde antes de la revolución de 1905 hasta su asesinato, en Coyoacán, en 1940.
 “Se advierte de antemano al lector que no encontrará en estas líneas ningún sistema ni nada acabado. Esto es literalmente el diario de un lector, un espectador, un oyente ruso en el Occidente europeo. Un ejemplar de una revista, un descubrimiento científico, un nuevo drama, una exposición de cuadros, una exposición de técnica, ése es el territorio sobre el que vamos a reunir nuestras observaciones”. Esta cita de Trotsky, que oficia como epígrafe al extenso y profundo estudio preliminar que para la presente edición han escrito Rosana López Rodríguez y Eduardo Sartelli, resulta, por un lado, un ejercicio de prudencia de parte del propio autor mientras que, por otro, su intención parece impedir dar cuenta sobre el alcance de la tarea realizada por él en lo que hace al análisis crítico de los hechos culturales. Decimos esto porque, en las más de 650páginas que reúnen todo lo que el viejo bolchevique ha escrito sobre el arte, la ciencia y la cultura toda, hay mucho, muchísimo más que meras observaciones. Los innumerables artículos, ensayos, conferencias y transcripciones de debates, que integran este verdadero corpus definitivo, se articulan ante nuestros ojos como las piezas de un gigantesco rompecabezas cuyo armado resultará en un gran plano de la actividad cultural humana.

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Pueden, en principio, observarse cuatro características fundamentales en la forma que Trotsky aborda su trabajo para que adquiera la necesaria unidad y trascendencia. La primera, y a modo de motor, es su extrema curiosidad, la capacidad de interesarse seriamente por todo, poniendo en acto, como decía Marx, que nada de lo humano le es ajeno, y que se articula con la segunda característica: la constante pregunta: ¿qué perspectivas? Nadie está más que él al acecho del porvenir. Trotsky testimonia su propio tiempo a la vez que lo trasciende con profundidad teórica una y otra vez. Una tercera característica obedece a su metodología, el materialismo histórico, que le permite asentarse sólidamente en un espacio preciso para determinar(se) y resultar tanto riguroso a la hora del análisis como expuesto al momento de la devolución crítica. Por último, la cuarta característica se expresa en su gran apertura intelectual, que lo ubica en el único punto de vista justo, común al arte, la ciencia, el amor y la revolución: el de la liberación humana.

Si bien el libro documenta problemáticas de la primera mitad del siglo XX, la vigencia de los temas y la particularidad del fenómeno Trotsky hacen que sumergirse en su lectura resulte, de inmediato, el comienzo de un acalorado cuestionamiento y debate sobre la situación de la cultura actual. En este sentido colaboran los diversos escritos que prologan la edición, que tienen la intención de evitar una lectura religiosa de los textos –tan lejana al pensamiento de Trotsky– y cuya abrumadora información política e histórica coloca al lector en el ojo de la tormenta.
Finalmente, hay que decir que no es producto del azar sino de una profunda y humana necesidad que, de tiempo en tiempo, el fantasma de Trotsky se deje ver recorriendo el desierto ideológico de lo real. Es para darnos la esperanza de encontrar un camino nuevo para que, aunque nos cueste la vida, haya felicidad para todos y nadie quede insatisfecho.

Este breve diálogo, referido por el poeta surrealista André Breton, es fiel ejemplo de la extrema perspicacia y la perfecta buena fe de Trotsky al abordar un tema: “Camarada Breton, el interés que usted tiene por los fenómenos de azar objetivo no me parece claro. Si, ya sé que Engels apeló a esa noción, pero me pregunto si en el caso de usted no hay algo más. No estoy seguro de que no tenga la preocupación de conservar –sus manos delimitaron en el aire un pequeño espacio– una ventanita abierta sobre el más allá”. Apenas había terminado de justificarme cuando prosiguió: “No estoy convencido. Y además, usted escribió en algún sitio… ah sí, que esos fenómenos le presentaban un carácter inquietante”. “Perdón –le dije–, yo escribí en el estado actual de los conocimientos, ¿quiere que verifiquemos?”. Se levantó bastante nervioso, dio unos pasos y regresó hacia mí: “Si dijo usted… en el estado actual del conocimiento… no veo nada que replicar, retiro mi objeción”.