La música que estalla de repente, las luces, los gritos, la desesperación. Todo lo bueno que despierta la música en vivo y el registro imborrable que queda en la memoria de cada uno de los presentes guardando algo único e inolvidable. La fotografía ayuda a que estos momentos tan preciados queden congelados en un gesto, en una acción, reviviendo y re significando. Así es que la esencia de un show, de una personalidad única del rock puede quedar plasmada en papel y llegar a despertar las mismas emociones que las vividas en ese instante.
Capturar la música en imágenes. Eso es lo que es la fotografía en recitales para Pablo Mekler, quien actualmente se desempeña en diferentes medios especializados. “Lo que más disfruto es la energía del vivo. Cuando los músicos se divierten en el escenario, la gente lo siente y se divierte mucho más”, describe acerca de su trabajo.
Tomás Correa Arce, quien se ha desempeñado como colaborador en La Nación y en la Rolling Stone, entre otros medios, cuenta que, lo que más le gusta del vivo es “el hecho de no manejar absolutamente nada de la situación: ni el artista, ni el contexto, ni la iluminación, ni el público, ni el lugar desde donde sacás las fotos. Esto hace que estés alerta al 100% y cada uno de los shows sea distinto al anterior”. Esa idea comparte Carlos Rivera, quien opina que la fotografía en recitales es de las mejores experiencias, porque “uno nunca sabe con lo que se va a encontrar, y eso genera un desafío muy interesante”, relata.
Este punto también es compartido por Pato Berkovics, quien desde chica disfruta, como ella misma afirma, de “capturar el momento y poder perpetrar de alguna forma, gestos, instantes”. Y también se trató de la unión de sus pasiones: la fotografía y la música. “Lo que más disfruto del vivo es que cada recital es diferente, es un desafío. Si bien podés tener una idea de cómo va a venir la mano, no sabés exactamente con qué te vas a encontrar: el lugar, la gente, el ánimo del artista”, concluye.
En esto parecen coincidir casi todos, encuentran en su profesión un regocijo y una necesidad de capturar el momento y que con esa imagen se pueda trascender y compartir algo interesante con el público. A su vez, parecen haber comenzado de la misma manera. Casi por casualidad, a modo de juego, de exploración y de disfrute, combinando sus pasiones y profesiones de una forma tan complementaria como esencial. Para Judith Morales, joven fotógrafa freelance, se trata del placer de combinar precisamente sus dos pasiones: la música y registrar lo vivido.
Para Lucas Page, también consiste en un momento único y habla de la fotografía en shows como “esas cosas me llenan el alma, porque podés capturar en una simple foto, la esencia de quien está ahí arriba haciendo lo que le gusta”.
Matías Altbach se desempeñó como fotógrafo oficial del Pepsi Music, dirige Mock y es curador de Photographic Museum of Humanity (el primer museo online de fotografía). Afirma que no es un trabajo para cualquiera, y que lo que lo que más le gusta es estar “trabajando con la música y más cuando son bandas que te gustan o artistas que valorás o reconocés y más que nada la adrenalina”.
Con todo la creatividad y exigencia que conlleva el ser fotógrafo, también esta profesión tiene sus aspectos más complicados. Mekler disfruta "hasta de las fallas técnicas en un show, simplemente uno trata de llevarse de cada experiencia lo que lo llena”. Uno de los aspectos negativos para Lucas, podría ser el ego y la competencia.
“Cuando cambiás eso y te relajás, la pasás mejor y tenés menos stress. Mantener el perfil bajo y la humildad es esencial para mí”, relata el fotógrafo. Tomás es más crítico en este sentido, quien considera que una de las peores aspectos es “la poca valoración que existe hoy en día por el trabajo en sí. La creencia de que la cámara hace todo el trabajo”, resume.
También quienes no fueron a un recital se merecen una buena cobertura y resumen de lo que ha sido el evento. Este es un punto fundamental para Judith quien destaca “la responsabilidad que implica no decepcionar y no poder trasmitir lo que fue un evento para aquel fan que no pudo ir y es necesario contarle para que se sienta incluido y reconfortado”.
La fotografía es un elemento más para comunicar, uno de los más fundamentales tanto como complemento como por su impacto visual. Y Altbach también hace hincapié en este sentido de comunicar y transmitir de forma completa y satisfecha: “Saco fotos desde el primer momento hasta el último. Y si bien no es que saque todo, todo el tiempo, la cámara no la guardo hasta irme porque nunca sabés que va a pasar”, y concluye que “un fotógrafo es un comunicador social y parte de comunicar lo que sucedió en un show es capturar diferentes momentos, y para esto hay que estar activo”.
El valor. Correa Arce recalca: “El cliente pretende ir siempre por el precio más bajo, sabiendo que si no cerrás números, hay un montón más haciendo fila que harían lo mismo por mucho menos. De esta manera, la calidad del laburo pasa a un segundo plano, para que el precio sea el motivo real”. Lucas Page, por su parte, considera que “es algo que vas aprendiendo a prueba y error, no hay nada escrito ni estipulado. Es como el músico, si no te ponés el valor vos, no te lo pone nadie”, remata.
El amor a la profesión y al arte parece ser fundamental, y nunca faltan los optimistas: “Yo amo lo que hago. Y precisamente en ese instante que uno obtura y sabe que tiene una buena foto, ahí es donde todo cobra sentido”, resume Pablo sobre su trabajo.
Entonces, volviendo al hilo de la cuestión, ¿Cuánto de rock hay en la fotografía? En palabras de Tomás: "El fotógrafo es quien está encargado de retratarlo de la manera más real y artística posible. Es quien, también, puede aportarle rock desde la imagen”. Para C.J, un gran porcentaje de éxito en una banda, depende de la imagen. Mientras que Lucas remata: “Yo creo que la fotografía tiene que tener alma, tiene que tener esfuerzo, sudor y corazón mientras la creás”.
(*) Autora de Rock LP. Especial para Perfil.com