CULTURA
Literatura

Dani Umpi: "Los personajes más interesantes son los que tienen grandes contradicciones"

A partir de la reedición de "Sólo te quiero como amigo", el autor uruguayo reflexiona sobre el amor y el crecimiento personal. Cultura pop, ritmo y estrategias para combatir la represión contra la diversidad sexual.

Dani Umpi
Dani Umpi | Prensa Blatt & Ríos

Con un ritmo sostenido, el cual no deja nunca de proponerle al lector ponerse a tono y no quedar rezagado, la novela Sólo te quiero como amigo (Blatt & Ríos, 2019) de Dani Umpi es una invitación a meterse de lleno en los laberintos que tiene una relación que se termina y también otra que empieza.

Ambientada en Montevideo a finales del siglo XX y la primera década del XXI, el autor uruguayo propone un muro temporal que se salta todo el tiempo, una línea que es fácil de franquear gracias a la potencia de los sentimientos, pensamientos y recuerdos que invaden al protagonista y narrador de este libro. Umpi, en esa dirección, hace gala de su estilo: una sensibilidad que convierte en interesante todos los elementos y ambientes cotidianos.

Eso es algo que me desequilibra, me deja perplejo: la simetría del amor”, escribe el protagonista, dejando en claro el clima que abunda en esta historia. Si el amor es aquello que no puede ser, lo que se aleja, lo imposible, todo lo que se parezca crea confusión e inestabilidad. “¿Cómo vas a pensar que un amor es para siempre, único y por sobre todos los otros amores, con toda la gente hermosa, maravillosa e interesante que te rodea? El desencanto es la constante, el problema es ver cómo transformás ese vínculo, para qué lado agarra o lo llevás”, señala Umpi en diálogo con Perfil.

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El ritmo frenético propuesto por el también músico y artista visual, ayuda a que crezca un elemento clave para la cabal comprensión de esta historia: la empatía. “Creo que es un género, una tradición que tiene que ver con la literatura del yo solamente porque estás atento a tu alrededor pero no es tu voz en catarsis sino tu oreja en angurria. Hebe Uhart siempre hablaba de tener los oídos afilados”, destaca el autor uruguayo.

Por último, un dato que no es menor: esta novela fue publicada por primera vez en 2006. Sin embargo, salvo por ciertas referencias culturales y la tecnología que utilizan los personajes, este libro podría haber sido escrito hace apenas unos meses. La idea del amor como una entelequia que solo existe para causar sufrimiento, dispersión y angustia existencial, que parece tan actual y reciente, ya estaba en el universo de Umpi hace más de una década. El escritor uruguayo, una vez más, deja expuesta su condición de vanguardista.

Porque más que desamor es un tropiezo muy generalizado y necesario para lanzarse a la vida amorosa y sexual, al futuro, aprender a manejarse, a adiestrar esos sentimientos de ira, celos, miedos. Es casi inevitable que te suceda algo parecido. 

 Sólo te quiero como amigo podría calificarse una historia de desamor, ¿es ese sentimiento importante para tu obra en general?

— Al comienzo casi todo lo que hacía y consideraba "obra" estaba vinculado al artificio del melodrama y esta novela forma parte de esos años. Es un interés que va y vuelve, con el tiempo parece importante pero no es el único eje de mi producción. Más que de desamor es una historia de primeras fallas del amor romántico, aprendizajes o lecciones que se dan en los primeros intentos de tener una relación. Puede estar relacionado con la edad o no. Puede estar catalogada como una novela de iniciación. Porque más que desamor es un tropiezo muy generalizado y necesario para lanzarse a la vida amorosa y sexual, al futuro, aprender a manejarse, a adiestrar esos sentimientos de ira, celos, miedos. Es casi inevitable que te suceda algo parecido. 

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En la novela se mantiene un ritmo muy fluido, con reminiscencias de la oralidad, ¿era tu intención o es algo que te sale de forma natural?

— Sigo bastante la tradición de los escritores que hacen un registro de voces, ese adiestramiento en la escucha no es que sea una virtud particular sino una manera de escribir. Tener una voz de otra persona en la cabeza que te va hablando y la vas escribiendo. Escuchar cómo habla la gente, tomar apuntes de lo que hablan, frases, cómo lo dicen, cómo lo enmarañan o lo sintetizan, ver riqueza en eso, en las conversaciones de las amigas cercanas o los desconocidos en el subte. Siempre fui muy chusma de las conversaciones que tiene la gente de la otra mesa del bar. Creo que es un género, una tradición que tiene que ver con la literatura del yo solamente porque estás atento a tu alrededor pero no es tu voz en catarsis sino tu oreja en angurria. Hebe Uhart siempre hablaba de tener los oídos afilados.

  Además, más allá del ritmo, también dejás lugar a ciertos momentos ricos en imágenes y recursos poéticos. ¿La poesía es una herramienta con la que te sentís cómodo?

— Me siento cómodo como escritor pero también está cómodo el personaje de la novela, el que habla. Es un desafío interesante escribir un personaje, imaginarse qué recursos poéticos maneja, su voz. Esa cosa de hacerlo hablar sin dar muchos detalles de su vida, su físico, su edad, su lugar, que al inicio esté solamente su voz. Creo que los personajes más ricos e interesantes son los que tienen grandes contradicciones que no necesariamente se resuelven en la novela. Como ambición inicial de esta historia (y de otras porque sé que es un recurso que lo uso muy seguido) era construir una voz muy mostra con un lirismo "fino", por decirlo de alguna manera. Ayuda mucho situarlo en una edad estereotipada con los enredos amorosos: los veintitantos, donde conviven un nihilismo sarcástico con una melancolía erizada, hipersensible. Es un personaje que está ahí-ahí, encontrando el punto entre el veneno y el medicamento. Muy antipático por momentos y muy querible en otros. Con una mirada aguda pero con momentos nebulosos.

Aunque pase el tiempo y estemos todes tratando de deconstruir alguna arista de nuestras vidas, los tropiezos amorosos continúan, esa lectura alocada de signos. ¿Qué me quiere decir? ¿Le gusto? ¿No le gusto?

Algo que sorprende de Sólo te quiero como amigo es que a pesar de haber sido publicada hace más de 10 años, tranquilamente puede ser una novela actual. ¿Vos cómo lo ves eso? ¿Puede que muchas cosas que creemos híper novedosas en realidad no lo son tanto?

— Creo que el link que tiene con las nuevas generaciones es que hay una sensibilidad mostra más difundida pero dentro de ciertas burbujas y circuitos de la ciudad, un humor, una sensiblidad que no es que esté más difundida porque convive con gente que se maneja con una literalidad preocupante. Es imposible generalizar pero hay mucha gente que linkea instantáneamente con el imaginario que propone. Además, aunque pase el tiempo y estemos todes tratando de deconstruir alguna arista de nuestras vidas, los tropiezos amorosos continúan, esa lectura alocada de signos. ¿Qué me quiere decir? ¿Le gusto? ¿No le gusto? Cuando era chico no había Instagram pero las charlas son bastante parecidas y si querés retratar ese universo de "líos de novietes" hay lógicas que continúan latentes, que son muy difíciles de desaprender. La novela también tiene algo, para algunas personas es más actual, que es lo intergeneracional. Por ejemplo, hacerse amigo de la madre de tu ex novio, salir a trotar o viajar con ella, que te cuente sus historias de amor... no es que antes no se diera pero observo que ahora está más naturalizado, no hay tanto drama alrededor de eso.

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Tanto en esta novela, como en tu obra en general, hay muchas referencias a la cultura pop. ¿Qué te aporta ese tipo de expresiones culturales/artísticas?

— Pienso que el Pop en las distancias de tiempo y geografías por un lado es fundacional y, a la vez, va sobreviviendo en los cruces, mutando. No hay un sólo Pop aunque tengo un imaginario muy concreto. Puede haber una cultura de masas más generalizada pero el uso del Pop como estrategia creativa ya tiene demasiadas variantes por todos los cruces que se dieron en su momento y los que vinieron después. A esta altura de la Historia del Arte y desde estas latitudes es imposible pensar al Pop sin el filtro latinoamericano de, por ejemplo, la Tropicalia brasilera de los sesenta o las vanguardias argentinas. Es un código en constante ruptura y, sobre todo, valorización, que es de las cosas que más le interesaban. Todo hace referencia a algo en constante devaluación y sobrevaloración. Como es un código, te da un ritmo y otra dimensión a lo que contás, depende de los pactos que tengas con el que lee o mira la obra. Es un ejercicio de significado zigzagueante porque, no es lo mismo leer esta novela ahora que hace diez años. En este caso el Pop no define la obra (la novela que había escrito antes que esta. "Miss Tacuarembó" es más pop, incluso su versión cinematográfica redobla la apuesta) pero acá hay estrategias de pop muy específicas como el uso de la muletilla "Critters", que es una referencia cinematográfica de nicho pero amplia, no llega a ser una palabra sacada de un arsenal de palabras con significados arbitrarios de un grupo de amigas o un grupo de whatsapp. Es un uso de critters casi que sinónimo de "cringe", o de "rumble", como tan magistralmente lo usa Maitena en su novela homónima. Una película, o una marca, pasa a nombrar esa intersección entre varios conceptos. En este caso, un lugar común entre el susto, la risa, la vergüenza, el absurdo y el miedo ... es algo pop pero usado también para marcar un ritmo. Incluso sin saber qué significa Critters, sentís el ritmo o aspiro a que se sienta.

El desencanto es la constante, el problema es ver cómo transformás ese vínculo, para qué lado agarra o lo llevás. Que se vuelva una expresión estética me parece bastante saludable.


Fito Páez cantaba El amor después del amor, y este libro podría ser una versión que hable de "El desamor después del desamor", ¿cómo se puede sobrellevar el desencanto sentimental y volverlo una expresión estética?

— Una visión realista ayuda. ¿Cómo vas a pensar que un amor es para siempre, único y por sobre todos los otros amores, con toda la gente hermosa, maravillosa e interesante que te rodea? El desencanto es la constante, el problema es ver cómo transformás ese vínculo, para qué lado agarra o lo llevás. Que se vuelva una expresión estética me parece bastante saludable.

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— Por último, en la región se viven momentos de cierta regresión y represión por parte de diferentes gobiernos en torno a las expresiones relacionadas a la diversidad e identidad sexual. Bolsonaro en Brasil quizás sea el caso más extremo. ¿Cómo vivís vos este momento y cómo ves el futuro cercano?

— Soy de una generación que vivió muchas conquistas con optimismo, sintiendo que la gente abría su cabeza, se volvía cada vez más libre y puede que sea así. Ahora no estoy tan optimista como antes porque todo ese odio que siempre estuvo pero era una nube indefinida ahora está organizada, tiene sus políticos, sus acciones, sus caras, no es algo anónimo o que uno pueda poner bajo un solo rótulo preciso, por ejemplo "la iglesia". Es todo más complejo pero las disidencias y las minorías siempre supimos enfrentarlo o escabullirnos con astucia. Hay que estar más en alerta y más unides. Hay que visibilizar e invisibilizarse, andar libres por el mundo y preservar nuestros escondites porque, lamentablemente, nunca se sabe.