DEPORTES
el misterio del club imposible

La falta de memoria

Aguilar es de llamar a los medios que están bajo la égida grondoniana cuando dicen algo que no le gusta.

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¿Tan mal juega River o la falta de resultados en este tramo de la gestión Aguilar es la que mide cada paso que da el cuadro de Passarella? Aún estamos en el lapso que el entrenador puso como condición para ganar algo. Y River está dentro de los parámetros previstos: es semifinalista de la Copa Sudamericana y, de ganarle a Independiente, se acomodará muy bien en la pelea por el Apertura, torneo flojo e irregular, metiéndoles presión a Lanús y a Tigre, con lo que eso significa.

Más adelante, vamos a entrar en algún detalle de lo que el cuerpo técnico de River y los futbolistas están pasando puertas adentro. Con la pelota en juego, River está sexto. Jugó 14 partidos por el torneo local, de los que ganó 6, empató 4 y perdió 4. Metió 29 goles (es el que más hizo) y le marcaron 22 (apenas superado por San Lorenzo con 24 y el último, Central, con 23). En la Sudamericana –torneo que podría darle a Passarella su primer título internacional como entrenador–, jugó 4: dos con Botafogo y dos con Defensor. Y más allá de algunos claroscuros, está en semifinales, lugar que ni soñaban quienes insultaban al equipo cuando estaba 1-2 con Botafogo a los 30 del segundo tiempo de aquel infartante partido del 27 de septiembre.

¿Tan mal juega River o es apenas espasmódico en su rendimiento, como casi todos? Porque, la verdad, equipos regulares casi no hubo. ¿Lanús?, puede ser. ¿Tigre?, quizá. ¿Independiente?, ni ahí. ¿Boca, Vélez, Banfield, Argentinos, Racing?, menos. River entraría en la lista con Boca. Los números le cantan su principal déficit: su defensa. Lo curioso es que los dos centrales que Passarella eligió a comienzo de semestre son los mismos de ahora: Nico Sánchez y Tuzzio. Antes, Passarella había elegido a Gerlo. No lo convenció en Brasil ante Botafogo y lo cambió por Lussenhoff, quien tampoco dio garantías, dejó el equipo, y es probable que se vaya en cuanto el club tenga la chance de contratar a otro central.

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Los laterales también fueron un tema. Villagra formó parte de una operación triple de unos 8 millones de dólares con Ojeda y Marco Ruben, pero hoy ninguno de los tres juega. Ojeda había reemplazado a Carrizo (arquero preferido de Passarella), pero cuando éste volvió de su malograda transferencia a Italia, volvió a la titularidad. Ruben tiró afuera casi todo lo que tuvo a disposición y ahora apenas si integra la lista de concentrados. A Villagra le fue bien cuando arrancó como lateral izquierdo, pero 1-4 con Argentinos fue su Waterloo y no jugó más. Passarella puso a Ferrari de 4 y a Ponzio de 3 y así les ganó a Boca y Gimnasia. “Encontró el equipo”, dice la prensa especializada, la misma que cuando lo buscaba decía: “Siempre cambia”. Justamente: ¿qué puede hacer un entrenador si no cambiar, cuando su equipo es el más goleado del torneo? Probar jugadores, ensayar sistemas. ¿Y si no genera fútbol como cuando perdió 1-4 con Tigre? Modificar la línea de volantes. ¿Y si Marco Ruben no la mete? Entonces, adentro Falcao. Y cuando Ortega se puso en forma y Falcao se enderezó, River creció notablemente. Si le gana a Independiente, se prenderá en la lucha y crecerán sus chances de llevarse el Apertura. Y encarará el tramo decisivo con tres ausencias notables: Alexis Sánchez, que podría haber hecho la diferencia, se lesionó gravemente. Augusto Fernández, uno de los inamovibles, está desgarrado. Nico Sánchez pisó un pozo del temblor de Soda Stéreo que todavía no pasó y tuvo que ser operado del tobillo.

Algunos periodistas parecen especializados en Passarella y, por ejemplo, jamás hablan de la gestión de José María Aguilar al frente del club. Supongo que por miedo a perder el trabajo. Aguilar es de llamar a los medios que están bajo la égida grondoniana cuando dicen algo que no le gusta. Según el grado de la crítica, pide una reconvención o, llegado el caso, que lo echen.

¿Será para que no cuenten que al plantel profesional de River, en concepto de primas y premios, le deben entre diez meses y un año? Está bien que hay jugadores que pueden esperar, pero hay chicos que aún no jugaron en Primera que están pasándola mal. O quizá para que no se sepa que River fue intimado a pagar las deudas que mantenía con un conocido sanatorio. Tuvo que pagar porque, de lo contrario, a Sánchez no lo hubiesen podido operar. ¿O será para que nadie sepa que Ortega se pagó de su bolsillo su tratamiento contra el alcoholismo en Chile? Tampoco se supo que el gran responsable del viaje a Chile del Burrito y de esta recuperación que vemos fue Passarella y un grupo de gente convocada por él.

Por ahí, Aguilar pretende que no hablemos del papelón del campo de juego del Monumental. Nunca vi a Wembley ni a Amsterdam Arena poceado después de un show de rock. Los jugadores de River tienen derecho a quejarse del campo porque es su lugar de trabajo y está en malas condiciones. Pero, claro, en el fútbol argentino quieren ser superprofesionales para pasar a cobrar o colarse en un viaje de la Selección y no para preservar el campo, lugar en el que el mayor aporte de dinero que tiene River –su equipo profesional– pueda desarrollar su tarea en óptimas condiciones. Y esto no significa justificar el bajísimo rendimiento ante Defensor por el mal estado del campo.

Si River no gana la Sudamericana o el Apertura, los silbidos seguramente serán para Passarella, no para Aguilar. La mala información suele ser madre de muchas injusticias. Más allá de que al DT le caben responsabilidades, la película la conocemos. Seguramente dará la cara él y Aguilar aparecerá un mes más tarde consolado por periodistas amigos.

Y si River festeja, los mismos hinchas compararán a Aguilar con Liberti y Passarella volverá a ser el Gran Capitán. Y todo estará bien.
Total, en el fútbol tampoco tenemos memoria.