El ex gobernador Sergio Acevedo fue también víctima de los Kirchner. El mismo Acevedo, al tiempo de renunciar, reconoció públicamente que se negó a cumplir la orden de Kirchner para que “le anticipara” el 30% del dinero de la obra pública. Se negó a que el presupuesto fuera ejecutado por Kirchner y éste se quedara con una gran coima.
Si el ex gobernador Acevedo hubiera tenido la valentía de contarle esta verdad a la sociedad, mucho de lo que pasó en la provincia de Santa Cruz y en el país habría sido distinto.
Acevedo privó al país de ver lo que sucedía. Destruyó además su futuro político. Todo por el terror que les esperaba a las ruedas sueltas del esquema delictivo del kirchnerismo.
Recién a cuatro años de su renuncia, en el programa Argentina para armar le contó a María Laura Santillán que renunció porque le exigían que “anticipara el 30% de una obra pública a la contratista que lo iba a realizar”. “‘Yo esto no lo firmo, antes me voy’, les dije. Y como seguían exigiendo que lo firmara, me fui”, sostuvo Acevedo sin nombrar a Kirchner, quien le había dado la orden.
El 17 de marzo de 2006, Acevedo renunciaba por motivos particulares y personales. Otra víctima de un golpe con la marca reconocible de los Kirchner. Se le dijo que el gobierno contaba con carpetas de sus negociados y de su paso inicial como jefe de la Inteligencia. Que lo iban a meter preso, y se le sugirió veladamente que incluso podrían asesinarlo (...)
Peralta asumió la Gobernación en 2007 y fue el único que durante largos años resistió los intentos de golpe de los kirchneristas hasta 2015, cuando dejó el poder. El golpe aquí no se llevó a cabo no tanto por el miedo a perder la provincia sino por fallas del régimen de los Kirchner. Peralta durmió con su renuncia bajo la almohada casi todo su mandato.
La grave situación de Santa Cruz hizo que desde el poder muchas veces se analizara pedirle la renuncia a Peralta. También se analizó directamente la intervención de la provincia, para la cual se barajaban tres nombres: Julio De Vido, Arturo Puricelli e incluso el nombre de Máximo Kirchner. Alicia Kirchner siempre sería la candidata a la Gobernación en 2015.
Se optó por no sacar a Peralta de la Gobernación. En cambio, se pactó con él para que también fuera candidato a gobernador en 2015 y sumara sus votos a los de Alicia Kirchner. Le daban así una salida decorosa que el gobernador Peralta pagaba con los votos claves para ganar sin haber ganado, juntar los votos de ambos y ganarle a la UCR (...)
El golpe al intendente propio de Río Gallegos, Raúl Cantín, se concretó para manejar a discreción el último tramo de la campaña y los recursos.
Cantín no quería renunciar y demoró los planes de Zannini y Cristina Kirchner, comunicados en el pago chico por Máximo Kirchner. Existía un informe del Tribunal de Cuentas de la provincia que agravaba las denuncias que había en contra del intendente por administración fraudulenta. Cristina Kirchner lo amenazó con ventilar los sobreprecios de la obra pública local y algún episodio privado inconveniente.
“Si renunciás ahora, la gente se olvida, y haré que tus causas penales queden en la nada, como pasó con Aburto. La gente sentirá que la situación se descomprimió y nadie controlará más tus causas y tus chanchullos. Si no, todo será peor”, lo amenazó Cristina Kirchner por teléfono horas antes de que Cantín finalmente presentara su renuncia.
El 24 de julio de 2015 la corresponsal del diario La Nación, Mariela Arias, escribía sobre su renuncia confirmada: “Presionado por Cristina Kirchner, renunció el intendente de Río Gallegos”.
El plan del golpe de Cantín de Cristina Kirchner se lograba. Para ello no repararon en nada. Había acorralado durante 124 días de paro municipal al intendente vía los sindicatos que reclamaban aumentos adeudados de la paritaria. Cristina Kirchner generó un drama ambiental y sanitario en Río Gallegos, que quedó sin servicios básicos como la recolección de basura y el mantenimiento de las redes cloacales (...)
La estrategia de Cristina Kirchner hacia adelante será la de siempre. La que se utilizó para dar el golpe contra Del Val en Santa Cruz y se usó luego en cada uno de los golpes posteriores en el sur del país. Esa táctica consiste en desestabilizar concentrando las fuerzas y la presión en el punto más sensible del adversario, que en el nuevo gobierno de Cambiemos son la provincia de Buenos Aires y, en menor medida, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
El presente ya está dejando en claro los puntos claves de la estrategia de perder para ganar: condicionar la economía, forzar un ajuste, obligar a un reacomodamiento y sinceramiento de todas las variables económicas en fricción y complicar los aumentos de salarios. Los aumentos de tarifas y el encarecimiento de los servicios públicos por parte de la dirigencia y la militancia kirchnerista serán cuestionados como parte del plan. Para ello, se cuenta con medios de comunicación y con periodistas afines alineados con la tarea que se viene.
Las telecomunicaciones son la principal pieza del rompecabezas diseñado para orientar a la opinión pública y llevarla hacia los objetivos que se desean. Se instalará, así, una guerra cultural y psicológica entre la información de los medios que reflejan la verdad y la desinformación y propaganda del otro lado cuyo último fin es generar confusión y caos. Se irá creando un clima de reclamo y descontento, aun sin una situación crítica y sin que sea necesario el apoyo de amplios sectores de la sociedad. Bastarán las complicaciones reales que tendrá el actual gobierno a la hora de desembarazarse del campo minado y el caos escondido que se dejó como una bomba activada a punto de estallar.
El kirchnerismo cuenta a su favor con que, a medida que el actual gobierno avance, sumando la relación de fuerza, sumando kirchnerismo y PJ, se beneficiará. El PJ tiene la gimnasia de alinearse sin fisuras. El objetivo es táctico pero lo suficientemente atractivo como para permitir soñar con ese escenario: frenar con su maquinaria estatal y legislativa el poder del actual gobierno y sus iniciativas sin confrontar demasiado.
El plan de Zannini considera una pregunta que jugará a favor de la idea alocada de retomar el poder en no mucho tiempo. La pregunta es quién defenderá al gobierno de Macri cuando las papas quemen y los problemas se agudicen. Macri tiene cuatro senadores del PRO sobre 72, y 41 diputados sobre 257 en diputados. Los triunfos legislativos actuales del macrismo pueden revertirse de un momento para otro. El panorama político de la Argentina con el peronismo en su centro siempre es de alta volatilidad.
El macrismo está obligado siempre a sumar varias fuerzas políticas para acercarse al quórum en Diputados. En el Senado, esa suma apenas le alcanza para conformar un bloque respetable, y siempre en minoría ante el bloque del PJ. Es inviable pensar que en cada ley conseguirá esos apoyos. Su principal apoyo, en realidad, es el acompañamiento de la sociedad que deberá administrar y no defraudar.
Para intentar repeler esos seguros intentos de golpe y desestabilización por obra de las minorías entrenadas del kirchnerismo, el gobierno de Macri debe sumar respaldo político consensuando políticas y leyes y, al mismo tiempo, ampliar las bases de sustentación social para neutralizar a los grupos mercenarios que trabajarán día y noche en el caos y en la inteligencia paralela.
Por otro lado, debe garantizar todos los servicios públicos (electricidad, transporte, TV, radio, teléfonos, agua, etc.) con seguridad y control. Además, es central que el gobierno difunda la verdad frente a la opinión pública ante cada maniobra.
El gobierno también debe vigilar las actividades de las conexiones internacionales que operan en el país asociadas al kirchnerismo y sus redes mafiosas en Latinoamérica. Vigilar el ingreso de personas al país y de todo fondo dudoso proveniente del exterior para grupos nacionales, empresas o personas es central para la estabilidad institucional futura, lo mismo que librar frontal batalla al narcotráfico en el país, la producción, exportación y el microconsumo interno. Y, por último, es imprescindible juzgar la corrupción de Cristina Kirchner y su gobierno.
El nuevo gobierno será víctima de una oposición sin precedentes que se desatará en los momentos más críticos. Esa guerra tendrá un único objetivo: destruir su gobernabilidad y hacer fracasar al gobierno.
La derrota del PJ brindará cohesión para la oposición al gobierno, más allá de postergar su interna de liderazgos. El deseo de volver al poder reorganizará al peronismo y al kirchnerismo y revitalizará su estructura territorial a fin de atacar al actual gobierno desde los barrios más humildes, con sus punteros y grupos de choque y organizaciones políticas como Quebracho y otras en la provincia de Buenos Aires sobre todo.
Se procurará buscar confusión y sensación de desgobierno.
La habilidad del kirchnerismo cuenta para esta tarea con las estructuras necesarias para desarrollar estas acciones, que deben ser denunciadas y desenmascaradas y perseguidas con el peso de la ley.
Esto se llevará a cabo en provincia de Buenos Aires, incluso desde las tareas de narcoactividad y su tormentoso accionar que siembra muerte, miedo y terror. Con el poder formal no alcanza: no debe creer el gobierno que por el solo hecho de tener el poder nacional, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad de Buenos Aires se invalidará, por sí mismo, la existencia, la planificación y el desarrollo de acciones desestabilizadoras.
El organigrama mafioso y el modus operandi están creados y cuentan con aparatos de inteligencia propios, superiores a los que hereda el gobierno.
Los bonaerenses conocen de las andanzas del submundo del narcotráfico, viven a diario las consecuencias de las zonas liberadas en que estos grupos operan gracias a vínculos y redes, financiados por una estructura narco internacional con socios locales. Me refiero a las FARC, Diosdado Cabello, Chapo Guzmán y al sur, Cristina Kirchner y su entorno.
El ansia insaciable de Cristina de poder y dinero ha dejado las huellas de sus peores actos. Las consecuencias profundas de sus actos delictivos aflorarán en el mediano plazo con estampidas feroces contra el gobierno y la democracia.
La estructura creada a su favor a partir de una cofradía secreta y subterránea del crimen y del hampa en América, con conexiones internacionales vastas, la ha colocado en el lugar de creer que todo se puede. Se viene la época de Cristina contra Macri y de Cristina y el PJ contra la gobernabilidad.
En 2017, Cristina Kirchner intentará ganar las elecciones legislativas de la provincia de Buenos Aires. El plan incluye su postulación como candidata a senadora nacional. Piensa en un triunfo que la instale como candidata natural del FpV-PJ para las presidenciales en 2019. La cocarda que la legitime como tal será, pretende el plan Zannini, el triunfo en la provincia del FpV-PJ el año próximo.
El cargo de senadora guarda otras ventajas: le daría fueros por seis años, no importa de qué delito se la acuse. Por eso el Plan Cristina Vuelve contempla su candidatura a senadora nacional por la provincia y no a diputada. La realidad es un rompecabezas que a veces no podemos ver o armar. El futuro de corto y mediano plazo que se avecina huele a tempestad con vientos de guerra política. El narcotráfico y el lavado se usarán para conspirar y crear desgobierno.