Pobreza, empleo y producción fueron las prioridades que Alberto Fernández fijó en su primer discurso como Presidente. Volvió sobre los acuerdos básicos para ordenar la macroeconomía, los consensos y la solidaridad. Reiteró la voluntad de pagar la deuda, con críticas al Fondo y poniendo límites a las condiciones. Las tareas recaerán principalmente en Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Martín Guzmán (Economía), aunque también Claudio Moroni, ministro de Trabajo, una cartera que vuelve a poner en valor Fernández (pasó a ser Secretaría con Mauricio Macri), tendrá buena parte de las tareas a su cargo.
“Para reordenar a la economía necesitamos salir de la lógica de más ajuste, más recesión y más deuda que se ha impuesto en los cuatro años que hoy acaban. En esa acción vamos a proteger a los sectores más vulnerables”, resumió en una frase. La meta es volver a crecer, que se recupere el mercado interno, pero también generar divisas para pagar la deuda. Que sea con empresas, gremios, movimientos sociales y el feminismo, entre otros, da la pauta de que, en la teoría, buscará un esquema más inclusivo. La duda es cómo garantizar que cualquier acuerdo se cumpla y no quede en otro "pacto de caballeros".
Así, para la macro y la producción, los acuerdos tendrán dos formas, una formal a través del Consejo Económico y Social y otro en el Acuerdo Básico y Solidario, para la emergencia, aunque promete ir más allá de precios y salarios. Incluye las primeras concesiones, variables que le reclamaron empresarios y gremios: tarifas, impuestos y “factores monetarios”, como la emisión para inyectar fondos en la economía que en un sector del equipo ven con buenos ojos.
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“Los conflictos que enfrentamos incluyen pujas distributivas”, dijo y priorizó la Mesa contra el Hambre, a cargo de Daniel Arroyo. También indicó que quienes estén mejor parados, harán el esfuerzo, lo que podría traducirse en la suba de retenciones, que deberá negociar Luis Basterra en Agricultura, o del impuesto a los bienes personales, que analizará Mercedes Marcó del Pont en la AFIP.
La obra pública será clave para revertir el desempleo rápido. Pero también parece prosperar una propuesta que le acercó el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina (OSDA) de la UCA, Agustín Salvia, que propone un empleo mínimo garantizado. Fernández anticipó medidas para que “los titulares del salario social complementario puedan insertarse en el mundo laboral y cobrar por su trabajo”, además de programas para los jóvenes “Ni-ni”, que no estudian ni trabajan, aunque buena parte de ese segmento está explicado por mujeres jóvenes que en realidad trabajan dentro de sus hogares, al cuidado de niños y adultos mayores.
Alberto Fernández le dedicó unos párrafos a la deuda, pero sin agregar novedades. Aliviar la deuda, crecer y generar capacidad de pago. Al FMI y acreedores les dijo que buscará una “relación constructiva y cooperativa”. Repitió que hay voluntad de pagar, pero advirtió que no se repetirá la “triste historia de misiones de técnicos imprudentes que prometen planes que no pueden cumplir y toman decisiones que luego terminan comprometiendo el destino de millones de argentinas y argentinos”. Dejó entrever que se negociará un margen de déficit para atender el déficit social. El argumento de la co-responsabilidad del FMI es uno que sigue vigente, no sólo por las recetas sino por las revisiones de la economía local.
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A nivel financiero, Alberto retomó la idea de préstamos con tasas bajas para familias y pymes y habló de créditos no bancarios. Un sector del Frente de Todos viene siguiendo con interés el caso de Bolivia, donde fue el Banco Central quien se abocó a prestar parte de sus recursos. De todas formas, los bancos imaginan que el pedido de baja de la tasa para créditos les llegará del flamante titular del BCRA, Miguel Angel Pesce, y anticipan que hará falta bajar los encajes.