La inflación de febrero de 2021 fue de 3,6% y en la comparación interanual alcanzó a 40,7%. Y se estima que la de marzo (que el INDEC anunciará este jueves 15), rondará el 4%. La Argentina es el segundo país de Sudamérica con la inflación más alta (primero está Venezuela con una híper que llega al 4.311% anual, según mediciones privadas), pero está bien lejos del resto de la región, donde el promedio en el segundo mes de año fue de 0,21%.
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Decir que la inflación en nuestro país es un problema endémico ya es casi un lugar común. No es casual que el presidente Alberto Fernández, en su discurso en el inicio de las sesiones del Congreso, afirmara que “la inflación es la principal evidencia de nuestras deficiencias” y que “es un problema multicausal. Debemos abordarlo de modo integral, con políticas macroeconómicas consistentes y sostenibles. Y con diálogo social que permita estructurar acuerdos de mayor alcance”.
El culpable de la inflación argentina
Aunque después, en declaraciones radiales habló de “inflación autoconstruida” y le echó la culpa a los negocios grandes y pequeños, y a la gente.
“El circulante de dinero tiende a reducirse porque la gente no invierte en dólares, sino en materiales de la construcción y eso genera un faltante que hace subir esos precios en modo preocupante", afirmó. Y completó: “Hay una inflación autoconstruida que es muy dañina y tiene que ver con la historia del país".
La inflación del 2021 podría trepar al 46%
Pero, ¿cuál es la solución que proponen los economistas y especialistas entrevistados por PERFIL para bajar la inflación?
El economista Daniel Marx propone “consensuar, de alguna manera, un mecanismo de funcionamiento coherente para la economía cubriendo distintos aspectos que por lo tanto lo haga creíble. Los múltiples aspectos se dan desde cuáles son las pautas de un programa monetario, fiscal, de financiamiento para el sector público y una forma de mostrar como la Argentina tiene o aprovecha posibilidad de crecimiento importante”.
Política macro consistente contra la inflación
Camilo Tiscornia, director de CyT Asesores Económicos, señala que “para bajar la inflación en forma definitiva tiene que haber una política macro consistente sostenida durante mucho tiempo. Por ello, el primer requisito es lograr apoyo político amplio para esa política, de modo de que no se vea alterada con cada cambio de gobierno. En segundo lugar, se requiere la eliminación del grueso del control de cambios y un Banco Central trabajando como en un régimen de metas de inflación pero con amplia libertad para elegir los instrumentos que usará. Hay que trabajar en negociaciones salariales que incorporen esta pauta inflacionaria”.
Pedro Siaba Serrate, Team Leader Strategist de Portfolio Personal Inversiones, señala que “evitar el financiamiento del déficit fiscal a través de la emisión monetaria es condición necesaria, pero no suficiente. Hay que atacar la razón de fondo que es justamente ordenar las cuentas públicas”.
Claudio Zuchovicki, analista financiero, enumera: “1. Bajar el déficit fiscal. 2. Trabajo a 10 años, con metas claras y transparentes a la sociedad. Fomentar la inversión para incentivar la oferta de bienes y servicios. Fácil de escribir, difícil de instrumentar sin la convicción política de hacerlo”.
El economista y presidente de Republicanos Unidos, Fausto Spotorno, señala que “no hay forma de frenar la inflación si las cuentas públicas no están equilibradas. Así que lo primero es equilibrar el Estado. Luego hay que dejar de emitir y agregaría que estabilizar el mercado de cambios serviría. Finalmente eliminar todas las medidas de represión financiera como control de cambios y regulaciones sobre tasas y esas cosas.
Políticas alternativas
Joaquín Belgrano, economista y profesor de la Universidad de Luján, indica que “si con las políticas tradicionales no hemos tenido resultados positivos, buscaría alternativas en función de la realidad histórica/social/económica de la Argentina. No hay una medida aislada y única que solucione el trastorno macroeconómico”.
Para Gabriel Rubinstein, economista y director de Gabriel Rubinstein y Asociados, la solución pasa por “un sendero de ajuste fiscal claro hasta llegar a un superávit fiscal primario estructural del orden del 3% del PIB. Reafirmar una política de tipo de cambio real alto, mercado cambiario único, fijar un esquema claro de tarifas. Y en función de todo esto, fijar metas de inflación compatibles. Y una vez hecho esto, hacer que los salarios se ajusten en función de las metas aprobadas (en la práctica implicará lenta recomposición del salario real)”.
CP