ECONOMIA
Mirada de experto

Chicago boys vs Columbia boys: la ingeniería social vs la "mano invisible"

En ocasión de un encuentro por el Mercosur, esta semana se produjo un cruce de ideas entre el ministro de Economía Martín Guzmán y su par brasileño, Paulo Guedes. Aquí, un economista analiza ambas formas de ver la economía.

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Cruces con Brasil por los aranceles, en la reunión del Mercosur. | Cedoc Perfil

Existen dos maneras diferentes de ver la economía. Por un lado, la economía es un proceso espontáneo, con vida propia que se autorregula. A esta visión se la suele asociar a la famosa “mano invisible” de Adam Smith. Para este punto de vista la mano invisible no es perfecta, pero sí es mejor que una economía fuertemente regulada.

Por el otro lado, la economía es vista como un problema de ingeniería social. Con raíces en Marx (explotación) y Keynes (irracionalidad), el estado debe controlar, regular, e incluso salvar a la economía de sus propias crisis.

Los Ministros de Economía Martín Guzmán (Argentina) y Paulo Guedes (Brasil) fueron protagonistas de este contrapunto. Ante la afirmación de Guzmán, de que “la mano invisible de Adam Smith es invisible porque no existe”, su par brasileño le recordó que la mitad de los Nobel de Economía fueron para economistas de la tradición de la Escuela de Chicago.

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Más allá de las sorprendentes palabras de Guzmán, su expresión es un acto fallido que muestra que en el gobierno prevalece una visión de la economía como un problema de ingeniería social en lugar de una visión de la economía como un proceso espontáneo y natural.

En primer lugar, la respuesta de Guedes se queda corta. La visión de la economía como un proceso de mano invisible trasciende a la Escuela de Chicago ampliamente.

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Tres ejemplos no asociados a la Escuela de Chicago dentro del listado de Nobel al que hace referencia el ministro brasileño son Elinor Ostrom, Vernon L. Smith, y Friedrich A. Hayek. Este último no sólo podría considerarse un Adam Smith del Siglo XX, sino que es uno de los Nobel más citado por otros galardonados con el Nobel.

Además, así como la mano invisible trasciende a la Escuela de Chicago, también trasciende a la economía. En filosofía, por ejemplo, autores de la talla de Robert Nozick y Karl Popper han tratado el tema. Mal que le pese a Guzmán, la mano invisible es parte del ADN del desarrollo de la teoría económica desde Adam Smith hasta la fecha.

La visión ingenieril de la economía por parte del gobierno está por todos lados. Está tan presente que la tomamos como natural y no tomamos nota de ella. Podemos pensar, por ejemplo, en la obsesión regulatoria del estado. O en la intención de controlar la inflación con gigantescas planillas Excel. Pero para no perdernos en anécdotas, podemos mirar los mismos indicadores que se usan en investigaciones científicas a nivel mundial.

Según el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute (Canadá), con el kirchnerismo argentina descendió en el ranking de libertad económica al punto tal de ubicarse entre las 10 economías menos libres del mundo. El problema es que la economía no es una compleja pieza de relojería. La economía es más bien un ecosistema.

El economista de la mano invisible es más biólogo que ingeniero. Estudia un complejo ecosistema que él mismo es incapaz de reproducir, realizando intervenciones menores para garantizar su supervivencia, pero sin buscar regular su naturaleza. El ingeniero, en cambio, no aceptaría ningún cambio espontáneo del ecosistema que no esté apropiadamente regulado por alguna oficina gubernamental. Las trabas al progreso y desarrollo son obvias.

Así como la mano invisible trasciende a la Escuela de Chicago, la visión ingenieril de la economía trasciende al kirchnerismo. Recordemos que el lema de Cambiemos era el de estado presente, no el de un estado limitado. Importantes figuras de este movimiento han sostenido que Cambiemos era socialista o un movimiento de izquierda (recuerdo a Ivan Petrella, Federico Pinedo, Marcos Peña, y Durán Barba).

Con actitudes que hacen acordar a adolescentes, desde el gobierno se mofaban de los economistas de la mano invisible usando motes como el de “liberalote”. Podemos recordar también la persecución de Rodriguez Larreta en CABA a Uber y ciudadanos de bien intentando hacer algún ingreso extra (quizás para pagar los aumentos de impuesto de Larreta) mientras hacía la vista gorda a los violentos actos del sindicato de taxis. Todo este drama justificado en la falta de una regulación apropiada. La visión ingenieril es poco creativa. En lugar de adatar la regulación a los nuevos desarrollos del mercado prohíbe aquello que no es adaptable a una regulación anacrónica.

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No hace falta especular, podemos ver los datos. A nivel mundial, al menos desde el 2000 a la fecha, la libertad económica viene en ascenso. Argentina, una vez más, a contramano del mundo. El ingreso per cápita (ajustado por costo de vida) de las economías más libres del mundo es casi diez veces superior al de las economías menos libres del mundo.

La mano invisible es la mejor arma para eliminar la pobreza. Los datos también nos muestran que la distribución del ingreso es similar en economías libres y reprimidas. La diferencia es que la pobreza es mayor en las economías reprimidas. Un último dato, en las economías libres hay mayor igualdad de género que en las economías reprimidas.

Si uno mira la economía argentina, especialmente de Perón a la fecha, no vemos una alternancia entre la mano invisible y la ingeniería económica. Lo que vemos es una alternancia de ingenieros. Todos estos experimentos terminan de manera similar. Crisis económica con un retroceso relativo en la economía mundial.

Quizás para Guzmán y el kirchnerismo los beneficios de una economía libre sean invisibles. No hace falta que también lo sean para la oposición.

 

Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.

Associate Professor, Metropolitan State University of Denver; Visiting Professor, Universidad del CEMA; Senior Fellow, American Institute for Economic Research