ECONOMIA

Economía de guerra (de verdad)

La StartUp Nation se encuentra otra vez en guerra, una que estalló de manera horrenda y sigue despachando imágenes terribles desde ambos lados de la frontera. Hasta ahora, el país escenario del otro gran conflicto bélico en marcha, Ucrania, sigue mostrando señales de resiliencia económica. En Israel, expertos y exfuncionarios aseguran que la nación medioriental “puede pagar” por el esfuerzo militar sin mayores repercusiones inflacionarias o fiscales.

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Netanyahu | El primer ministro de Israel, que ya estaba en el ojo de la tormenta por su proyecto de reforma judicial, quedó ahora al frente de un país en economía de guerra | Avi Ohayon / Gpo

El 26 de abril de 1985, ante una Plaza de Mayo bastante colmada, el entonces presidente de la Argentina, Raúl Alfonsín –que había asumido casi un año y medio antes, en diciembre de 1983–, se quejó con sus seguidores por el estado de la cosa económica que había heredado de la dictadura militar. Todavía faltaba bastante para el estallido de la hiperinflación, pero el balance de los números que le había dejado el gobierno de facto era “devastador”. Se necesitaba “poner orden en la economía que demanda un ajuste”, aseveró con su habitual tono de abogado enojado. “Esto se llama, compatriotas, economía de guerra y es bueno que todos vayamos sacando las conclusiones”, advirtió. 

En las calles no había tanques ni tampoco se veía aviones de combate sobrevolar las ciudades del país, pero Alfonsín igual apeló a la dura imagen de una “economía de guerra”, aunque el país estuviera en paz. No era el caso de las naciones que tienen que poner en marcha una “economía de guerra” de verdad porque están cayendo los misiles, los heridos se acumulan en los hospitales y los muertos en las morgues. Como está ocurriendo en estos días en Ucrania, en Israel y en Gaza. 

Gaza es un escenario inusual, marcado por el bloqueo de Egipto e Israel y una dirigencia de Hamas corrupta que desvía la asistencia a sus bolsillos o armas

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Los reportes más o menos optimistas sobre el estado de la economía global –después de la pandemia de coronavirus y a pesar de la invasión rusa de Ucrania– se están reescribiendo ante el temor de que el nuevo conflicto en Medio Oriente tenga un impacto severo en, por ejemplo, los precios del petróleo y el gas natural o en la recuperación económica europea. 

¿Pero qué pasa en las sociedades que viven en los escenarios bélicos? El territorio palestino de Gaza es una cuestión absolutamente inusual que entre el bloqueo egipcio e israelí, su dependencia de la ayuda externa y la corrupción de los líderes de Hamas, que desvían los fondos de asistencia hacia sus bolsillos y a la producción y abastecimiento de armas, desafía cualquier análisis tradicional. Ucrania, por su parte, se está asomando a una situación bélica más estabilizada y una contraofensiva que muestra algunos frutos, lo que permitió al Ministerio de Economía anunciar en setiembre último que el producto interno bruto creció un 2,2 por ciento interanual en los primeros siete meses del 2023.

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El primer ministro Netanyahu hablando con comandantes militares. Foto: Avi Ohayon / GPO

En aquella oportunidad, el ministerio dijo que la economía había comenzado a recuperarse después de un 2022 “extremadamente difícil”, un año marcado por el inicio de la invasión de las tropas de Moscú en febrero. En un primer momento, la economía de la nación liderada por el presidente Volodymyr Zelensky se contrajo cerca de un tercio en el 2022, lo que representó la mayor caída anual desde que el país se declaró independiente, en 1991. 

Un reporte de CNN Business comentando el anuncio del ministerio apuntaba que “las empresas y los ciudadanos” se habían “adaptado a la realidad de los tiempos de guerra” y que la economía marcaba “un desempeño mejor de lo esperado”. Citada por el medio estadounidense, la viceministra de Economía, Nadiya Bigun, compartía algunas “noticias positivas: las empresas ucranianas se están recuperando y el número de empresarios registrados está creciendo”. Para mediados del verano boreal, señalaba la funcionaria, se esperaba tener “alrededor de dos millones” de emprendedores en el país. “El crecimiento económico es muy importante para nosotros porque financiamos nuestras fuerzas armadas gracias a los ingresos fiscales de las empresas”, explicaba Bigun. 

La lista de problemas inmediatos comienza por el ajuste del presupuesto estatal: debe cambiar y adaptarse a necesidades creadas por la sorpresa de seguridad

A mediados de octubre, con la guerra de Gaza ya en marcha, el ministro de Finanzas de Ucrania, Serhiy Marchenko, pronosticó un crecimiento del 5 por ciento para su país en el 2024, pero se quejaba por una desaceleración de la asistencia externa. “Veo un profundo sentimiento de fatiga y una notable vacilación entre nuestros socios”, admitió Marchenko. Los países aliados y benefactores “preferirían dejar atrás la guerra, pero el conflicto continúa”, les recordó a esos amigos que ya desembolsaron miles de millones en dirección a Kiev. 

El problema de la “fatiga”, y no solamente en el frente de la asistencia externa, es uno que podría llegar a preocupar también a Israel, donde el ministro de Defensa, Yoav Gallant, ya dijo que la guerra será “larga”, contada en meses, no en semanas. Y los números ya empezaron a hacer sonar las alarmas, en sintonía con las que se activan por la caída de cohetes de Hamas o Hezbollah. Según un comunicado de una federación de industriales citado por el diario Maariv, el país ya empezó a sentir el costo de la guerra que estalló con la invasión de infiltrados islamistas el 7 de octubre que dejó 1400 muertos y el drama de cerca de 200 rehenes atrapados en Gaza. Solamente en la primera semana del conflicto, señaló ese gremio de productores, se perdieron 4.600 millones de shekels, unos 1.140 millones de dólares. 

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Reacción | Pocas horas después del ataque de Hamas, el ejército israelí ya había desplegado miles de soldados. Foto: FDI

Se trata, apuntó Maariv, del “precio que la economía israelí está pagando como resultado de la ausencia de trabajadores en sus puestos laborales y una disminución de la productividad”, debido también “al cierre del sistema educativo, la clausura de las rutas de tráfico comercial y la amplia movilización de reservas en todo el país”. En total, dijeron los industriales, se estima que alrededor de 1,3 millones de empleados no acudieron a trabajar en la primera semana de guerra. 

Antes de conocerse esas cifras, el jefe del Banco de Israel (el banco central del país medioriental), Amir Yaron, había dado a entender que, sí, es posible que el comercio y la industria acusen el golpe del conflicto bélico, pero que la posición fiscal seguirá siendo sólida. Yaron se excusó de dar cifras exactas y admitió que “no hay duda de que esta guerra tendrá implicaciones fiscales que dependerán de su intensidad y duración”. Sin embargo, remarcó, “con los ajustes presupuestarios apropiados, que creo que son manejables, no debería haber cambios importantes en nuestra posición fiscal fundamental”.

Con ajustes de presupuesto  apropiados, que creo son manejables, no debería haber cambios importantes en nuestra posición fiscal fundamental

El Banco de Israel “sabe lo que tiene que hacer”

Después de advertir que todavía queda por verse qué tan largo será este nuevo enfrentamiento en Gaza, cuántos soldados estarán involucrados, si se convertirá en una guerra de desgaste o en una “guerra de verdad” con Hezbollah en el norte, la profesora Elise Brezis, de la cátedra de Economía de la Universidad Bar-Ilan, adelantó algunos posibles efectos sobre la economía. Entrevistada por el portal IsraelEconómico, la experta comenzó señalando un posible aumento del déficit presupuestario. “Si recordamos lo que pasó durante la pandemia de covid-19 podemos ver que, incluso si el déficit aumentara hasta un 10 por ciento del PIB, eso no es un problema real ya que Israel tiene una relación deuda/PIB muy baja (60 por ciento)”. De hecho, amplió, “podría aumentar al 80 por ciento y no pondría en peligro la economía de Israel”.

El déficit, previó Brezis, se financiará esencialmente mediante la emisión de bonos. “Estoy segura de que no habrá ningún problema por ese lado -comentó-. El presupuesto del 2024 tendrá que transferir fondos de las asignaciones civiles para financiar la reconstrucción del sur del país y la guerra”, teniendo en cuenta que Estados Unidos ya está asistiendo en la reposición de los inventarios bélicos. 

“Por supuesto -matizó-, el shekel es débil, pero el Banco de Israel sabe lo que tiene que hacer y tenemos reservas de divisas por 200 mil millones de dólares”.

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En un sentido similar se expresó el profesor Rafi Melnick, expresidente de la Universidad Reichman y ex miembro del comité monetario del Banco de Israel. Después de la creación urgente de “un gabinete civil/económico con amplios poderes para abordar todos los problemas inmediatos”, indicó, los líderes del país se tendrán que poner a pensar “en los cambios necesarios a largo plazo”.

Hablando también con IsraelEconómico, dijo que la lista de problemas inmediatos comienza por el ajuste del presupuesto estatal, que debe “cambiar y adaptarse a las necesidades creadas por la sorpresa de seguridad” que quedó al descubierto con el ataque de Hamas del 7 de octubre. Además, aseveró, “debemos asegurarnos de que el déficit no se salga de control”.

Melnick señaló otros asuntos que se deben abordar de manera inmediata y otros para un plazo más largo. En el primer renglón apuntó la asistencia inmediata a la población directamente afectada por el ataque, incluyendo soluciones temporales de vivienda para los evacuados de los poblados y ciudades que rodean Gaza. Y, en un terreno más político, evaluó que la poderosa industria local de la alta tecnología, llena de startups y unicornios, “sufrió la crisis global y el intento de cambiar el régimen constitucional en Israel”, en referencia al proyecto de reforma judicial impulsado por el gobierno de Netanyahu. “Es importante eliminar del orden del día el cambio de régimen jurídico”, afirmó. 

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El shekel, la moneda de Israel. Foto: Pixabay

Luego, entre las cuestiones a más largo plazo, el economista reclamó una reconstrucción de las comunidades en la zona fronteriza con el enclave palestino y encendió un alerta potencial sobre la inflación, un tema cuyo control es un clásico de Israel, país a menudo señalado como ejemplo. “El problema básico es la evolución del tipo de cambio”, dijo Melnick, según el cual el debilitamiento de la moneda y la devaluación “pueden perjudicar la política del banco central para frenar la inflación”. 

“El Banco de Israel tiene grandes reservas de divisas y es necesario utilizarlas para evitar fluctuaciones anormales al alza en el tipo de cambio”, propuso el académico. 

Brezis, por su lado, ahondó en la cuestión de los recursos humanos, obviamente afectada cuando el país tiene en estos momentos decenas de miles de reservistas movilizados para el esfuerzo bélico. “Eso es un problema, pero a lo largo de los años hemos visto que la economía israelí es fuerte y sabe cómo afrontarlo”, ponderó. 

Sin embargo, reconoció la profesora de la Universidad Bar-Ilan, la movilización de tantos jóvenes israelíes podría afectar a la StartUp Nation. “Muchos empleados están en el ejército” después de haber sido convocados apenas horas después del ataque islamista del 7 de octubre, recordó.  

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Los CEO de las empresas de alta tecnología de Israel, que ya venían sintiendo el golpe global de la crisis pandemia + guerra en Ucrania (por ejemplo, las startups locales recaudaron solamente 950 millones de dólares en las rondas de inversión de setiembre último, un dato alentador teniendo en cuenta la caída pero bajo si se miran las cifras de hace apenas un par de años), “tendrán que encontrar soluciones”, remarcó Brezis, quien, de todas maneras, aseguró que “saben trabajar bajo presión”.

Al final de la entrevista, la académica incursionó en terreno más político, recordando la fuerte polémica que venía dividiendo a la sociedad israelí a causa del proyecto de reforma judicial y las críticas al gobierno de Netanyahu, al que acusó de “incompetente”. Incluso en estos tiempos de guerra, prosiguió, parte de la sociedad israelí podría reclamar “el cambio de gobierno”, que –por lo pronto– ya se convirtió en una administración de emergencia con la entrada del líder opositor Benny Gantz. 

“Así que Israel podría salir de esta guerra en una situación mejor que cuando comenzó, a pesar de la destrucción, la muerte y el horror perpetrado por Hamas”, se esperanzó Brezis.

Con un tono más austero, un artículo del diario Globes señaló que, “mientras las Fuerzas de Defensa de Israel hacen sus preparativos en la frontera de Gaza, también hay una gran tensión en el frente económico”. Para el periódico, una guerra prolongada “afectará el déficit fiscal desde dos direcciones: el gasto estatal aumentará para satisfacer las necesidades militares y para rehabilitar la zona fronteriza de Gaza y sus residentes, mientras que la desaceleración de la actividad económica reducirá los ingresos fiscales”.

La inversión “se reducirá  drásticamente” y “el gobierno debe cuidar que el consumo privado no se vea demasiado afectado" por las secuelas de la guerra

Hablando con Globes, un diario especializado en noticias económicas, un ex director general del Ministerio de Finanzas, Yarom Ariav, dijo creer que “el daño puede mitigarse”. Es “extraordinariamente importante que una parte sustancial de los recursos provenga de la desviación de fondos existentes, principalmente del dinero de la coalición”, subrayó el ex funcionario, en referencia a un tradicional problema israelí, la colocación en el presupuesto de enormes sumas de dinero para los partidos religiosos que habitualmente forman parte del gobierno y que son utilizadas, por ejemplo, para sostener el sistema ultraortodoxo de educación y asistencia social. 

Eso, apuntó Ariav, “es fundamental para restablecer la confianza pública en el liderazgo económico”. Pero incluso si el dinero se redirige “a los lugares correctos”, señaló el entrevistador de Globes, “no hay duda de que el déficit aumentará”. Ariav abundó en ese sentido señalando que, “en lo que respecta a los ingresos, veremos una fuerte caída”. La inversión, añadió, “se reducirá drásticamente” y “el gobierno debe cuidar que el consumo privado no se vea demasiado afectado”. 

“Pero es evidente que la gente reducirá el gasto” en estos tiempos bélicos, completó.

Entretanto, en medio de las continuas imágenes del horror de la guerra que llegan de los dos lados de la frontera con Gaza, la difusión de algunos datos económicos brindan posibles datos de resiliencia en Israel. El domingo siguiente al ataque del 7 de octubre, la Oficina Central de Estadísticas divulgó un sorpresivo índice de precios al consumidor a la baja para setiembre, lo que –se prevé– aumenta las probabilidades de que el Banco de Israel comience a reducir las tasas de interés a finales de este mes a medida que se intensifica la guerra con Hamas.
La cifra de septiembre, destacó la prensa israelí, llevó la inflación anual en los últimos doce meses al 3,8 por ciento, en comparación con el 4,1 por ciento de agosto, aunque todavía está por encima del rango de los objetivos del gobierno (de entre el 1 y el 3 por ciento).

Si el conflicto no escala a un nivel regional impredecible, el título de la entrevista de Globes a Ariav podría ser un buen resumen de la situación: “Ex jefe del Tesoro: Israel puede pagar esta guerra”. 

 

Una versión de este artículo se publicó originalmente en Israel Económico.