El ingreso laboral promedio del segundo trimestre de 2022 es 7,7% inferior en su poder de compra respecto del mismo trimestre del 2021.
A su vez, estos ingresos arrastraban una pérdida significativa materializada en los últimos años del gobierno de Cambiemos, y si se compara el ingreso real del segundo trimestre de 2022 con el del mismo trimestre de 2017 se advierte una caída de 24,3%. Así lo explica el informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA).
A pesar del aumento del empleo y los niveles relativamente bajos de desocupación, continúa el informe, los ingresos laborales no sólo no logran recuperarse sino que han sufrido una nueva pérdida de poder adquisitivo, ante la aceleración de la inflación durante el año en curso.
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La caída de los salarios se verificó incluso para los asalariados registrados, quienes se ven cubiertos por las negociaciones paritarias periódicas. El salario registrado promedio tuvo varios meses en los que perdió contra la inflación desde fines del año pasado.
Así, entre noviembre de 2021 y julio de 2022 acumuló una caída real de 3,4%, quedando 1,4% por debajo del nivel que exhibía en diciembre de 2019. La pérdida real resulta sustantivamente mayor cuando el poder de compra del salario se mide en alimentos.
“La capacidad de compra de alimentos del salario promedio registrado en julio de 2022 resultó 6,4% menor que la de diciembre de 2019 y 23,8% inferior a la de diciembre de 2015”, según los datos de CIFRA.
Desplome del salario mínimo
Por otra parte, el salario mínimo, vital y móvil real entre 2021 y 2022 osciló en un nivel que quedó 30% por debajo del de 2015, cuando es un referente importante para el nivel salarial, incluso de quienes no están registrados.
Las tendencias recientes implican que se consolide el empeoramiento en la distribución del ingreso en detrimento de las y los trabajadores. En el primer semestre del año en curso, la masa salarial representó el 44,4% del valor agregado bruto, mientras que se ubicaba en el 46,1% en el segundo semestre de 2019. Entre estos períodos, el producto por ocupado se expandió en 5,0% mientras que el salario real promedio aumentó sólo 0,5%.
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La expansión del empleo ocurre en paralelo con un deterioro de su calidad, ya que se observa un aumento relativo mayor de los trabajadores asalariados no registrados, quienes no sólo se ven privados del ejercicio de sus derechos laborales y del acceso a la seguridad social sino que tienen niveles de ingresos significativamente inferiores. Los asalariados no registrados pasaron de ser el 33,3% del total de asalariados en el último trimestre de 2021 al 37,8% en el segundo trimestre de 2022.
Incidencia en la pobreza e indigencia
Debido a la disminución real de los ingresos familiares, y de los ingresos laborales en particular, la pobreza volvió a incrementarse en el segundo trimestre de este año. La incidencia de la pobreza fue de 38,5% en ese período, es decir que alcanza a 17,8 millones de personas. “A su vez, el porcentaje de personas cuyos ingresos no alcanzan siquiera para adquirir la Canasta Básica Alimentaria, fue de 9,4%, el equivalente a 4,3 millones de personas”, señala el informe.
Y añade que el aumento en la pobreza y en la indigencia ocurrió a pesar de la implementación de políticas como el subsidio extraordinario a jubilados y pensionados y el llamado “refuerzo de ingresos”, de masivo alcance, que apuntaron a contener parcialmente esta situación. Tanto es así, que es muy significativo el fenómeno de los “trabajadores pobres” especialmente entre quienes son asalariados no registrados y trabajadores independientes, pero también es relevante entre asalariados registrados.
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La información reciente, en particular la persistencia de elevados niveles de inflación, permite anticipar que seguramente los niveles de pobreza continúen en ascenso en la segunda mitad del año. Se han desplegado nuevas políticas sociales que buscan sostener ingresos. En particular, un nuevo refuerzo previsional para los haberes más bajos, el refuerzo a las asignaciones familiares y el esperado bono (refuerzo alimentario) para las personas sin ingresos.
Por último, el informe concluye que a pesar de las políticas implementadas, es llamativa la falta de iniciativas que apunten a la recuperación salarial, más allá de las negociaciones paritarias, en particular de los salarios más bajos. “El refuerzo de asignaciones familiares, que tendrá un impacto positivo en las menores remuneraciones, es financiado por el Estado, y no por el sector empresario, beneficiado por el crecimiento económico y de la productividad”.
LR