Las internas: de a poco comienza a ceder el blindaje
Si las internas del peronismo eran –y serán– salvajes, las propias de los gobiernos PRO están lejos del fair play de los cultores de “el cambio”. A casi tres meses de asumir, Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta de a poco tienen que intervenir en la desgastante tarea de saldar pequeñas rencillas entre sus funcionarios. Después de todo, eso es también parte de ser poder y aun cuando ciertas estructuras periodísticas todavía tengan globos de colores en la mano, de a poco comienzan a filtrarse esos combates de fondo. Que Federico Sturzenegger y mucho más Carlos Melconian parecen perros de Pavlov cuando observan el sillón de Alfonso Prat-Gay es vox populi. También que el traslado de Cristian Ritondo al gobierno bonaerense parece estar dejando sin cobertura a su gente en el gobierno porteño, quienes, aún sin tener modales y looks muy PRO, tienen más know how que muchos pulcros ingresados con la presente gestión. Pero la más dura de las internas, difícil de clasificar, se libra en el territorio bonaerense. Y el cuerpo de María Eugenia Vidal denota cierto cansancio por la coyuntura. Aun protegida por su gente, ellos no desconocen tal impacto. El rigor es tal que la semana pasada se vio a dos acalorados funcionarios bonaerenses en la zona de Puerto Madero. La temperatura que acusaban no era por el clima tanto como por los ánimos: habían discutido por la distancia física que los separaba de La Plata. Pese a la Autopista, la lógica orden impartida por la propia gobernadora de concurrir a sus puestos de trabajo todos los días es una complicación para algunos acostumbrados a las luces del centro. Pero hay más: un par de nombres buscan más poder y cuestionan por lo bajo a algunos ministros. Nada que no haya sucedido en anteriores gestiones. No todo cambia, por más slogan que se pregone.
Atragantados
En la Tour en Brique, base de operaciones del Frente Renovador, el intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre, reunió a los jefes comunales del espacio con el ministro de Gobierno bonaerense, Federico Salvai, y su subsecretario de asuntos municipales, Alex Campbell. Se suponía que sería un cálido encuentro pero terminó con reclamos enfocados en los tarifazos y la mala calidad de servicios, un cóctel explosivo para los bonaerenses.
A cuarteles de verano
Coincidentemente, los ministros de Cultura del Gobierno y de la Ciudad se llamaron a silencio. El primero, Darío Lopérfido, después de su comentario sobre la cifra de los desaparecidos durante la última dictadura militar, bajó su perfil aunque suma adhesiones de amigos y desconocidos en sucesivos tuits que se acumulan debajo de la extensa diatriba –extensa para Twitter– que su mujer, Esmeralda Mitre, escribió, y cerró con la frase: “Siempre con vos por elección, no por mandato”. El otro es Pablo Avelluto, cultural y nacional, quien tras las repercusiones del affaire de su novia-asesora en un organismo que depende de él, rechaza preguntas al respecto a la vez que, con gran cintura, esquiva críticas internas que señalan que “su caso” no cayó bien dentro del PRO. En un gobierno de poco más de dos meses de gestión, cuesta identificar a quiénes se refieren al hablar de “dentro del PRO”, es decir, los nombres de enemigos internos o esos que empezaron a deslizar que usó una “estrategia icardista” para lograr el amor de su novia-asesora.
En la otra orilla
A Gabriela Michetti nadie parece haberla visto en Punta del Este ni almorzando en Las Garzas, el complejo de Eduardo Costantini, aunque eligió Uruguay para descansar el feriado largo. Pero sí parece que varios vieron en el balneario esteño al ministro Francisco ‘Pancho’ Cabrera, y algunos incluso tienen memes que usarán oportunamente aprovechando las imágenes que tomaron del ministro de Producción caminando en cueros por el circuito peninsular, exhibiendo marcados pectorales.