Claridad máxima y acromático. Esta es la descripción del color blanco. Sin embargo, puesto en relación con la política, la claridad se oscurece.
El voto en blanco, esa decisión de quienes prefieren explícitamente no elegir entre los candidatos que se presentan, es una incógnita.
Representación. Un concepto central de la democracia es la representación, pero genera una pregunta incómoda: ¿por qué un sujeto se sentiría “representado” por ciertos políticos? El votante en blanco responde: “Ninguno me representa”. Pero uno gobernará el país. Por eso, votar en blanco suele ser una decisión guiada más por la emoción que por la racionalidad, ya sea por bronca o rebeldía. De carácter individual, suena extraño que una fuerza política les diga a sus votantes: “no elijas a ninguno” (te van a gobernar igual).
Perón en el exilio utilizó el voto en blanco como arma política. Proscripto, necesitaba revalidar su presencia y el blanco sería un medio eficaz. En la elección de constituyentes de 1957, el blanco saldría primero con el 25,6%. Más recordadas serían las elecciones de 1963 donde es electo Arturo IIlia con el 31,9%, pero “el llamado de Perón” obtiene el 21,2%.
Menos del 10%. Desde el año 1983 el voto en blanco tiene una presencia electoral permanente y fluctuante entre el 1% y el 9%, con un promedio del 3,7%. El año con menor voto en blanco fue 2003, apenas el 1%.
Un capítulo aparte ocupa la elección de 2001. En una situación de deterioro político grupos descontentos llamarían a impugnar, categoría de quienes introducen una boleta incorrecta. Así, estos grupos convocaban a poner en la urna un dibujo de Clemente. El 14 de octubre de 2001 el voto en blanco trepó al 8,2% y el impugnado, al 12,9%. Meses después caía el gobierno de Fernando de la Rúa.
Fuera de la señal de rebeldía, descontento o bronca, ¿cuál es el impacto electoral del voto en blanco? Ninguno. El conteo de votos se realiza sólo con “positivos”, excluyendo blancos y anulados. El recálculo mejora los porcentajes de todos los candidatos e indefectiblemente favorece las condiciones del primero.
Más en las PASO, menos en las primarias. En las elecciones de 2015 hubo un fenómeno interesante. En las primarias el voto en blanco fue el 5%. En las generales, el 2,55%. Más de dos puntos menos para una elección con menos postulantes. La explicación es que al participar más gente, los blancos se relativizaron. Conclusión: el nivel de concurrencia puede definir una elección.
Para el ballottage, algunos espacios políticos llaman a votar en blanco, otros dirigentes anuncian “su” voto en blanco. La ciudadanía los mira con incredulidad; mucho está en juego esta vez.
*Sociólogo y analista político.
En twitter: @cfdangelis.