El profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y presidente del Centro de Estudios para la Implementación de Políticas Públicas (Cippec), Eduardo Levy Yeyati, considera que los programas de inclusión financiera tal como están concebidos hacen que las familias pobres “consuman hoy a cuenta de su futuro”.
—¿Cuánto beneficia a los vecinos de barrios pobres la presencia de un banco?
—Lo positivo es que los bancos abaratan el manejo de la liquidez y reducen el riesgo de robo, común en zonas marginales. Pero en la Argentina, con tasas de interés deprimidas por el Banco Central, el acceso a tarjetas y préstamos es más ganancia para el banco, que toma el dinero a tasas bajas y lo represta a tasas altas; y las familias, sin instrumentos de ahorro, terminan consumiendo hoy a cuenta del futuro.
—¿Pueden los programas de bancarización vincularse a créditos para vivienda?
—En general, el crédito para la vivienda requiere un nivel de formalidad e ingreso que hace virtualmente imposible el acceso de hogares pobres. Este déficit se atiende con planes de vivienda social, alquileres subsidiados o créditos para la autoconstrucción.
—¿Hasta qué punto esto puede ser sólo iniciativa de la banca privada o pública por su lado, y no una política fomentada desde el Estado?
—Para los hogares humildes, excluidos del mercado hipotecario, es necesaria la intervención pública. El Banco Ciudad, por ejemplo, tiene un plan de créditos subsidiados para la compra de terrenos, aunque los montos implican mudarse al segundo o tercer cordón bonaerense, algo que no todos están dispuesos a hacer. Como alternativa, sus sucursales en zonas marginales porteñas, como el barrio Piletones en Villa Soldati, podrían dar créditos para la autoconstrucción. De hecho, desde Cippec estamos impulsando con el Banco Ciudad una Caja de Ahorro en Ladrillos que ofrece una línea de crédito para la compra de materiales, una iniciativa pionera que se acercaría más a una herramienta de ahorro e inclusión que a un préstamo de consumo.
—¿Qué creés que buscan los bancos con esta expansión de la llamada “inclusión financiera”?
—La lógica de los bancos es principalmente comercial; la caja de ahorro es fondeo a tasa cero, que luego represtan a los mismos depositantes, a otros clientes o al Gobierno, a tasas más altas. Así planteada, la incursión en zonas marginales tiene poco de inclusión, si por esto entendemos el acceso a beneficios financieros.
—¿Qué proponen los organismos internacionales en materia de inclusión financiera?
—El debate de inclusión financiera de las familias a veces confunde acceso con beneficios. Por ejemplo, se suele medir inclusión mediante la presencia de cajeros o la tasa de bancarización, pero se queda corto en un aspecto esencial de la inclusión: la oferta de instrumentos de ahorro a hogares con capacidad de ahorro limitada.