ESPECTACULOS
Santiago Mitre – Dolores Fonzi

Así en el amor como en la política

Director y actriz están en pareja y estrenan La cordillera. Hablan sobre funcionarios, el Incaa y su paso por Cannes.

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Juntos. Se conocieron en el rodaje de La patota, que él dirigió y ella protagonizó. Siguen juntos. | cuarterolo

El jueves llega La cordillera, la nueva película de Santiago Mitre. Donde Ricardo Darín es Blanco, el presidente de los argentinos. Y donde Dolores Fonzi es Marina, su hija. Ellos, Dolores y Santiago, son pareja. Pero eso sólo importa cuando el ping pong de la entrevista recae en qué instante entendieron el tamaño de la superproducción. FONZI: “El hecho de que la produjera KyS, cuando nos pusimos a hablar y armar ya se notaba que estábamos…” “holgados…” completa Mitre y sigue: “Empezamos filmando en la Casa Rosada, la segunda semana el Tango 01, arrancó muy arriba…”

—¿Cómo fue el proceso de trabajo juntos?

MITRE: Hay mucha confianza. Bueno, Dolores es mi novia, entonces ella es la primera que escuchó todo.

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F: Marina es el personaje que está fuera del ámbito de la política. Es la más normal dentro de todo, aunque mucha normalidad no le queda. Tuve un gran desafío en ser vulnerable, frágil, y mostrar una fragilidad asociada a una edad menor a la mía, siendo “la hija de alguien”. Me quedan pocos de esos personajes.

—¿Dirían que es una película sobre el mal?

F: Es un retrato de la época, y hay que ser naif para pensar que viene a denunciar algo que nadie sabe o que nos viene a sorprender. Es un retrato de un hombre, con su hija, sus problemas cotidianos y con este círculo de poder. Cualquier cosa que te digan en función de la película sobre lo que puede hacer un político te lo creés, todo es posible. Si hablamos de los políticos, uno piensa en términos de cosas que se protegen entre sí, que todo es decir para vender... Es medio promocionar una película. Ayer martes estábamos en Córdoba, íbamos de radio en radio y atrás iba nuestro jefe de Gabinete en el Gobierno, iba como nosotros pero con la campaña. Hay algo muy de vedette en la política, de agenda a cumplir, muy similar a la del actor. La política de antes era otra cosa, había más cosas que cambiar, y las ideas políticas buscaban ser reveladoras.

M: Es difícil la pregunta. En principio diría que es una película sobre el poder. El poder puede tomar otras formas. Este ejercicio de retrato sobre el poder, sobre la intimidad del poder y el trabajo formal que tiene, con la mutación de género. En un momento empezó a ser más “divertida”y a incluir el elemento de género, el elemento fáustico para así empezar a incluir parámetros de bien y de mal.

—Santiago, hablaste con un ex presidente para informarte más. ¿Qué te sorprendió de esa charla?

M: Hablé con un ex presidente, que hacía tiempo que no estaba en el Gobierno. Así que lo vi ahí, en jogging casi. Igual la reunión fue rara. Fue en un hotel. Conversamos varias horas y en un momento comencé a notar que había gente alrededor, entonces me di cuenta que era su custodio. Hizo un gesto, se fue, ya estaba todo pago. La conversación fue rara. Es difícil hablar con un político, blindan mucho su discurso y entrarle requiere tiempo, y quizás ni aun así. Me contaba más cosas de la cotidianeidad, de lo que no podía suponer, sobre cómo se arma una negociación entre funcionarios, el cotidiano. Le costaba salirse de hablar de gobierno, y cómo debía ser una película sobre un presidente. Sí me dijo algo que es casi un lugar común pero que no deja de ser interesante, que es que nunca se está tan solo como cuando se tiene poder. Y eso tiene que ver con algo que trabajamos en la película. Esa cosa de estar en la cumbre, en la soledad.

—Dolores, en la conferencia dijiste que en el cine “no había grieta”. ¿Cómo ven hoy lo sucedido con el Incaa en su momento?

F: Desde mi lugar, hay como cinco películas que iba a hacer, y no se hacen. Algo que pasó con ese movimiento de declarar lo que estaba pasando en el Incaa era cierto, y eso que se nos acusó de paranoicos a los actores y a la gente que opinaba sobre eso. No se está filmando, y cualquier persona que sea técnico de cine o actor lo puede decir. Se retrasan o se suspenden los rodajes. Lo que está pasando en el cine es un horror. Lo que no podemos permitir es que nos quedemos sin cine y que se vacíe el país de cultura. Espero se acomoden las cosas como dicen.

M: Hubo algo en lo que sucedió que me pareció escandaloso, y la reacción fue acorde, defender la Ley del Cine, y los fondos que esa ley le da al cine. Fue una gran demostración de unidad.

F: Por eso dije lo de la grieta…

M: Y de respeto… por la ley. No existen muchas leyes como ésta en muchos lugares del mundo. Si lo que había que demostrar era que al cine argentino se lo iba a defender, se demostró. Si hay dudas en torno a algo que vendrá, se puede haber tomado dimensión de lo que significa. Muchas de las cosas que se decían que iban a suceder no sucedieron, si eso se dio así porque vieron la reacción o porque no iban a suceder, es difícil de comprobar. Por otro lado me alegra el nombramiento del nuevo vicepresidente del Incaa, Fernando Juan Lima.


Rebote en la realidad

Dolores Fonzi y Santiago Mitre se ríen con el recuerdo del estreno en Cannes del film. MITRE: “Cannes es un festival...donde hay algo de formas y fondos, del protocolo que queda muy bien, pero ahí vas y venís a todos lados.” Fonzi agrega: “Estás agotado. Pero que la película quede en Cannes es lo que soñás, es impactante.” Y es Mitre quien bendice la charla entera con una anécdota: “El momento más lindo fue pasada la proyección: tuvimos un almuerzo con Polanski, y Polanski estaba renervioso porque estrenaba.”

Más serio, frente a esa necesidad de extrapolar la política de la película a la política del mundo real que despertó La cordillera, Mitre responde: “Ya había una cosa con El estudiante, que había algo de eso que pasaba en la realidad. En El estudiante había acusaciones, como de oportunismo, que me dolían un poco. Después me di cuenta de que al trabajar sobre lo contemporáneo van a tener un rebote sobre la realidad. ¿Lo de Macri? Bueno, Ricardo Darín tiene los ojos azules, está canoso. La caracterización del personaje es la de un político del siglo XXI. Pensamos más en Sarkozy, por forma, como presidente. Entre Macri y Sarkozy puede que haya un modelo estilístico.”