Cuenta la leyenda que cuando el genio de Manhattan escuchó por primera vez aquella canción no lo dudó: seducido por la voz dulce y esa cadencia inclasificable decidió que ésa sería la canción de su nueva película, Vicky Cristina Barcelona, porque definía como nadie a aquella ciudad cosmopolita.
Él es uno de los responsables de que Woody Allen haya dejado, esta vez, el jazz de lado. Se llama Alejandro Mazzoni, es argentino y responsable, dentro del grupo Giulia y los Tellarini, del contrabajo, la flauta, las percusiones y los coros.
Mazzoni partió 1999, a los 28 años. "Nunca había estado en Europa. Sabía que mi destino sería España, por el idioma. Un gran amigo mío vivía en Barcelona desde hacía dos años y hacia allí me dirigí", le cuenta, a la distancia, a Perfil.com.
Hoy, vive en pareja con Giulia Tellarini, la cantante y acordeonista de la banda. "Hace cuatro años que estamos juntos. No tenemos hijos, pero sí un gato bípedo", cuenta sin dar muchos más detalles. Pero no sólo con ella lo une una relación más allá de lo estrictamente musical. Mazzoni explica que conoce a Maik Alemany (guitarra y charango) y a Jens Neumaier (guitarra, charango y saxo) desde hace mucho tiempo y que ha compartido con ellos otros grupos de música. Lo mismo que con Olga Ábalos (saxo alto) y Xavier Tort (trompeta).
La banda se completa con Jordi Irizar (percusión), Pablo Díaz- Reixa (goliats y percusión) y Joan Portales (guitarra eléctrica, mandolina y charango). Y queda claro, a medida que la charla con Mazzoni avanza, que Giulia y los Tellarini es una de esas bandas que disfruta a la hora de tocar y que goza de una gran camaradería debajo del escenario.
Hace cuatro años que tocan juntos y, obligado a definir a qué género pertenecen, Mazzoni reconoce influencias folklóricas de Sudamérica, del tango y de la música mediterránea, con algunos toques jazz. Todo esto en formato acústico y ejecutado por gente que ha pasado por formaciones musicales muy diversas y de espíritu indie. "Ahora hemos incorporado un poco de cabaret", adelanta.
Justamente ese espíritu ecléctico es el que sedujo a Woody Allen. "Su productora, Helen Robin, envió un mensaje a la casilla del grupo para decirnos que a él le había gustado mucho la canción Barcelona y que quería que fuera el tema principal de su nueva película. Después hablamos telefónicamente con ella", recuerda ahora, varios meses después de ese primer paso cibernético.
Pero el gran encuentro, cara a cara, con el director se produjo el día de la premiere de la película en Barcelona. "Pudimos encontrarnos personalmente con él, y si bien cruzamos unas pocas palabras, fue como saludar al Papa", cuenta Mazzoni, todavía emocionado.
Por supuesto que tanta exposición le sirvió a la banda para hacerse más conocida y ganar fans en toda España y en el resto del mundo. "Ahora estamos terminando de componer el segundo disco, que grabaremos en marzo y pensamos seguir haciendo conciertos por un tiempo. ¡Ojalá pudiéramos tocar en Argentina!".