ESPECTACULOS
Mirta Busnelli

“Siempre fui y todavía soy feminista”

La actriz que comparte la popularidad con el prestigio, vuelve a la cartelera teatral y anticipa las películas y series en las que participó.

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Mirada. La intérprete sigue su camino como leyenda celebrada, tanto por el universo del mainstrean y de lo independiente. | nestro grassi

Vuelve a los escenarios Mirta Busnelli. Luego de hacer varias temporadas con La savia de Ignacio Sánchez Mestre subirá al teatro El Picadero con la comedia de Fabián Saad titulada Nada que no quieras. Comparte elenco con Inda Lavalle, Miriam Odorico y Mónica Raiola, dirigidas por Corina Fiorillo. Irán sólo los domingos a las 18 horas, desde el 8 de este mes. 

Hay que subrayar que Busnelli trabajó desde la década de los setenta tanto en cine, teatro como en televisión. El público la reconoce ya que interpretó varios personajes populares en aquellas ficciones televisivas que los espectadores seguían diariamente como los sucesos de Viudas e hijos del rock and roll, Educando a Nina, Los exitosos Pells, Graduados o Gasoleros. 

—Hay cierto paralelismo entre “Nada que no quieras” y la serie “El buen retiro”. Ambas propuestas se centran en el mundo femenino. 

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—Es verdad. Desde hace unos veinte años, las mujeres por suerte nos pusimos de moda. Se empezaron a estrenar espectáculos teatrales como Nosotras que nos queremos tanto o Brujas, donde eran todas mujeres y a mí me gustan. Me encanta porque antes había mucho más papeles masculinos para todos, tanto en el cine como en el teatro y también había solo directores y escritores hombres. Pero desde hace bastante tiempo la situación fue cambiando. También -me parece- que algunos productores lo miran desde el punto de vista de la taquilla, como que ponen a cuatro mujeres que se pelean. En ese sentido no me no me gusta, cuando aparece el lugar común, además me siento que es machista, porque hacen ver que siempre nos peleamos.

—¿El teatro era un mundo masculino? 

—Los lugares tanto en la dirección como en la actuación eran fundamentalmente roles para los hombres. Puede ser que la mujer cada vez más busca su propio camino y conquista espacios que no le fueron dados durante siglos.

—¿Qué te hace aceptar un proyecto tanto en el teatro como en el mundo audiovisual?

—No siempre son los mismos motivos. Primero me debe gustar el material y la gente que trabaja. Aquí a las actrices las conocía a todas, aunque algunas un poco más. Por ejemplo, con Mónica (Raiola) somos amigas y ya habíamos trabajado, con las otras no pero las admiro. Toda la gente que está en el proyecto me gusta, ya que con la directora, Corina (Fiorillo) también había hecho teatro.  

—Desde el 2021 que no estabas en un escenario: ¿por qué?

—Hice La savia por diferentes lugares, por ahí hicimos dos meses durante un año y luego otro mes en otro espacio. No me entusiasmaba con ningún proyecto, hasta que me llegó éste y ya empezaba a extrañar el escenario. 

—¿Es importante en esta ficción los secretos guardados?

—Y si, todas las familias tienen secretos guardados, aunque después los tiran a los cuatro vientos. En la época de mis padres, sobre todo mi madre era del “no digas, no hables, no mires”. Predominaba el ocultamiento por temor a ser criticada.

—Te dirigieron en el teatro desde Augusto Fernandes, Alberto Ure hasta Ricardo Darín. ¿Qué balance hacés?

—También Javier Daulte y Rafael Spregelburd. Agregá a Sergio Renán. Me dejaron hermosos recuerdos. Los otros días me dijeron que había fallecido José María Paolantonio y sentí como una nostalgia porque con él hice Doña Flor y sus dos maridos y El enganche de Julio Mauricio, ambas con mucho éxito. Filmé con Alejandro Agresti y Martín Rejtman la verdad es que tuve suerte. Trabajé con gente que respeto mucho.

—Estuviste en Teatro Abierto durante la dictadura. Con el retorno democrático presentaste El campo de Griselda Gambaro con dirección de Alberto Ure (1984), en el Cervantes. ¿Fueron tiempos complicados?

—Hoy estamos viviendo un tiempo difícil. Creo que nuestro país se castiga o es castigado mucho. Tenemos una situación económica complicada. Estamos en un momento muy crítico, delicado y complejo. Hay gente que reivindica a los asesinos como víctimas. Quieren ocultar el genocidio que vivimos. 

—¿Estás en el colectivo Actrices Argentinas y sos pañuelo verde?

—Fui el 28 de septiembre a la marcha por el aniversario de la ley del aborto. Había muchas personas. También estoy por la defensa del planeta. La situación por el cambio climático es desesperante. La gente, incluso los políticos, no se da cuenta de la gravedad del tema, ni hablan. 

—¿Siempre fuiste feminista?

—No con la misma intensidad. Pasaron muchas cosas desde mi juventud hasta ahora. Se iluminó la situación de la mujer y en los últimos tiempos cada vez más, casi en cascada. Fui y soy feminista, en el sentido de que quería valerme por mí misma y no depender de un hombre. En un momento creí que no quería tener ningún hijo. Porque me parecía que el mundo no valía la pena y también que no iba a tener la capacidad para dedicarme. Pero afortunadamente nació Ana (Pauls). Fue buscada y lo celebro. No me arrepiento ni un instante.

—¿Tu hija sigue viviendo en los Estados Unidos?

—Sí, pero vino a hacer una película conmigo. La directora es Luz Orlando Brennan y se va a estrenar el año que viene, con el título de La estrella que perdí. Allí hacemos de madre e hija. Entre el fin de año 2022 y éste filmé mucho. Ya se presentó en el festival de San Sebastián La práctica de Martín Rejman. También falta estrenar El silencio de Marcos Tremmer, con dirección del español Miguel García de la Calera, por la cual viajé a Chile. Fue una coproducción con España, República Dominicana, Uruguay y Argentina. Se necesitan muchos países para juntar dinero y filmar. También trabajé con la directora de teatro y cine, Lucía Seles, quien este año ganó el Gran Premio de la Competencia Argentina en el Bafici por su película Terminal Young. Sumale otro largometraje, Una jirafa en el balcón de Diego Yaker. Estoy muy contenta con el rubro cine. Filmé en Chile y en Uruguay. Es divino trabajar en otro país, conocés otra gente y otra geografía.

—¿Sentís que la mística es diferente en el cine que en el teatro?

—Es distinta porque es otro lenguaje, pero tienen parecidos. Sobre todo porque son grupos con los que te llevás bien. Nos transformamos en una cofradía que vamos para adelante. Me parece que en el cine son uno o dos meses y compartís un montón de tiempo. Mientras que en el teatro, no te ves todos los días, son sólo unas horas por la noche. Son hermosos momentos cuando se arma una buena relación.  Es muy grato trabajar así. Estábamos hablando con una de las actrices del elenco de lo afortunadas que somos, por haber encontrado este trabajo y seguir en este camino. Estamos en un mundo que nos gusta, no te voy a decir que es perfecto, porque sería una estúpida, pero es el que elegimos y queremos.

—¿Cómo sos como espectadora?

—Lo disfruto y si no parece algo muy lindo, aguanto. A veces fui a ver un espectáculo y no entro en el código. Pasa un tiempo y la voy a ver de nuevo y ahí se me abre un mundo que no había visto. Siempre busco abrirme a la situación, pero a veces no se da. Soy más espectadora de teatro que de cine. Vivo a dos cuadras de un complejo de cine, tendría que estar todos los días, pero no es así.

—¿Te acostumbrarás a hacer teatro solo un día a la semana?

—Para mí está muy bien, en este momento de mi vida. Por supuesto si hubiera dos o tres veces por semana también hubiera aceptado. Hoy tengo una hija, una nieta y mi compañero y es ésta otra etapa de mi vida. Tengo otra edad.