El diputado nacional por el Frente de Todos, Daniel Arroyo, resaltó los puntos fundamentales para reducir la conflictividad social en nuestro país. "Hay que estabilizar la canasta básica de alimentos y mejorar los salarios". A su vez, en diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9), señaló que "el eje central es la inflación".
Juan Zabaleta dijo que está feliz de volver al municipio de Hurlingham y de dejar un ministerio con tantas controversias. ¿Es una silla eléctrica el Ministerio de Desarrollo Social?
No es una silla eléctrica pero, en un país con tantos problemas sociales, es un lugar muy complejo. El Gobierno tiene dos tareas en el tiempo que le queda: la prioridad hoy es apuntar a la estabilización del precio de los alimentos y mejorar los ingresos de los trabajadores formales e informales.
Se habla siempre de que el Ministerio de Desarrollo Social está "loteado", es decir, que está dividido en componentes que integran el Frente de Todos, tanto fácticos como políticos, y que eso hace muy difícil la gestión. Desde tu experiencia, ¿cómo está dividido el poder dentro de esta cartera?
Mi experiencia fue particular porque fui el ministro de la pandemia, y ahí todos tiramos para adelante, incluso los movimientos sociales más críticos y opositores. Hoy es distinto, hay muchas tensiones fuertes.
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De todas maneras, en América Latina los Ministerios de Desarrollo siempre son diversificados porque la realidad es diversa y el conjunto de los problemas van hacía ese ministerio.
¿Cómo imaginás que Victoria Tolosa Paz podrá resolver esa tensión entre los organismos y los movimientos sociales críticos del Gobierno?
Depende de lo que pase con el precio de los alimentos, objetivamente, todo pasa por ahí. No alcanza la plata para los que tiene trabajo formal y reclaman en las paritarias. Tampoco a los que consiguen un buen aumento, lo cual hace que, a la par, aumenten nuevamente los precios.
Y los que están en situación de informalidad reclaman por planes sociales. La conflictividad social en nuestro país va a bajar sólo estabilizando la canasta básica de alimentos. Y eso excede a la tarea de nuestro ministerio.
Entonces, se puede decir que el verdadero ministro de Desarrollo Social es el de Economía.
En este contexto en particular, el eje central es la inflación. Las políticas públicas tienen unas variables dependientes e independientes. Esto es una tarea múltiple. Hay que seguir el fenómeno del endeudamiento de la familia que, como la plata no alcanza, se endeuda y arranca el mes así. La mayoría de los conflictos sociales en esta región tuvieron que ver con el endeudamiento. En Chile, por ejemplo, sucede porque tiene que estudiar.
También hay que mejorar ingresos, y acá aparece el tema del bono para los indigentes que tiene que salir urgentemente, y a partir de eso se pueden construir otras políticas sociales.
La rotación ministerial, una constante del último tiempo
De los ministros que empezaron con Alberto Fernández quedan muy pocos. Para vos, que fuiste parte de ese proceso, ¿qué significa esta enorme circulación de ministros?
En toda Latinoamérica está pasando algo parecido, hay un nivel de recambio muy importante. En la época de Cristina Kirchner y de Néstor no era tan así. Eso marca que hay problemas estructurales mayores en toda la región.
El gobierno de Alberto hay que dividirlo en dos: en pandemia y post-pandemia. En la primera parte estaba la realidad de aguantar y sostener la situación social, económica y sanitaria. Eso se logró a tal punto que, en algunos años, se va a reconocer el rol del Estado.
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Luego de la pandemia, lo que surge es el aumento de pobreza, de insatisfacción democrática y de que no alcance la plata, entre otras cosas.
En el sector privado se dice que, normalmente, los directivos duran según el puesto que tengan, ya que la duración es menor porque la conflictividad es mayor. Siguiendo esta lógica, ¿vivimos en una era en donde los ministros cambian cada año y medio?
Sí, y eso tiene que ver con la volatilidad y el contexto, y se puede transpolar al sector público, en donde tenemos una sociedad posmoderna con demandas múltiples y con situaciones básicas no resueltas.
En nuestro país habitan 5 millones de personas del Siglo XIX, que viven en condiciones muy precarias, argentinos del Siglo XX que la llevamos como podemos y argentinos del Siglo XXI, que son los jóvenes que están trabajando desde su casa en algún unicornio. Con este escenario, los funcionarios duran menos porque las demandas son múltiples, complejas y contradictorias.
AO JL