El investigador independiente del CONICET Diego Reynoso dialogó con Jorge Fontevecchia por Radio Perfil y analizó el crecimiento de la imagen positiva de Javier Milei y su discurso antipolítica. Además, marcó sus posibilidades electorales.
JF: ¿Existe una creciente indiferencia social hacia la política, y qué puede significar eso para candidatos disruptivos?
Desde luego, nosotros estamos registrando una caída en la aprobación de los dirigentes políticos, que habían tenido un pico en abril del 2020, cuando tenían entre 70 y 80 puntos de aprobación. Con esa caída, que no solo fue por la pandemia sino también por la liberación de presos, el caso Vicentín, los funcionarios que no funcionan y una cadena diferente de temas, eso también fue erosionando el clima de la opinión pública hacia la cuestión política y empezó a afectar a organizaciones que venían teniendo altos niveles de valoración positiva.
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JF: En ese sentido, ¿la emergencia de un personaje como Milei es inversamente proporcional a la valoración de los políticos y directamente proporcional a su desprestigio?
Exactamente. Yo creo que Javier Milei está capitalizando el descontento general con la política, es el candidato más antipolítica y está aprovechando eso. El crecimiento de Javier Milei no se debe tanto al acuerdo programático de la gente con él, sino a que ven en él a la canalización del descontento. Es el que se pelea con los responsables del malestar de la gente.
JF: ¿Cómo podría ser un eventual gobierno de alguien que no tiene un partido político y que necesitaría de la aprobación legislativa para gobernar? ¿Se lo imagina más como un modelo plebiscitario?
Dos respuestas posibles. En la primera, me imagino un escenario en Argentina como el de Perú en los últimos tiempos, porque todos los presidentes que llegaron sin respaldo legislativo, no pudieron terminar sus mandatos. Además hay muestras de sobra en América Latina. A mí me cuesta mucho pensar que el crecimiento en la imagen de Milei se transforme en voto, y siempre lo comparo con Margarita Stolbizer, que tuvo una alta imagen positiva, pero nunca se transformó en votos.
La actitud positiva es una cosa, y la disposición al voto es otra. Y lo que observamos ahí es que hay dos factores determinantes: la percepción de viabilidad que tiene el elector hacia un candidato y la estructura territorial para poder emprender una campaña electoral y lograr que en cada localidad tengas una estructura de votos.
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JF: Hay ejemplos de otros países en Latinoamérica que pasaron por la misma situación, como el caso de Boric en Chile y el de Bolsonaro en Brasil.
Si se da un escenario de fragmentación, puede pasar cualquier cosa, como en 2003. El mismo Milei sabe que colarse al ballotage puede ser más sencillo en un contexto donde las coaliciones no estén fracturadas y la oferta política esté un poco más concentrada.