El médico José Abadi dio definiciones, desde el psicoanálisis, al respecto de la fragmentación en el espacio opositor. "Si uno queda atrapado en el narcisismo, impide al otro y a sí mismo", señaló en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9). Además, el vínculo entre Larreta y su aprendizaje respecto de Mauricio Macri.
¿En esta tensión entre Mauricio Macri y Horacio Larreta puede haber un atravesamiento edípico, como un padre simbólico, que podría ser el discípulo y el maestro?
Hay que tener cuidado con ciertos conceptos sintetizados, para no confundir. Es distinto la rivalidad sana entre un hijo y un padre, y la idea de “hay que matar” al padre real. Se trata de que el hijo y el padre enfrentan y resuelven los aspectos narcisistas que oprimen (consciente o inconscientemente) el nacimiento simbólico de una persona y la adquisición de la propia identidad.
En última instancia, y dentro de lo metafórico, ese trabajo implicaría enfrentar el narcisismo asfixiante para que el impulso de vida dé lugar a un sujeto pensante.
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Freud llamaba totémico a aquel padre que se opone a esto, que inhibe la sexualidad, el deseo y el desarrollo del hijo. Es ahí donde surgen esos enfrentamientos que se tiñen de violencia simbólica, de una necesidad de desgarro. No es una transformación genuina sino una guerra. Cuando uno piensa en Larreta y Macri, lo que está en juego es legitimar un pensamiento distinto y poner un propio argumento al desarrollo de un trabajo conjunto.
Esto se vincula con cómo se maneja, en la lucha generacional, el manejo del poder. Es decir, hay padres que viven esto como una rebelión transgresiva y ahí viene la acusación o la generación de culpa. Es el manejo equivocado del poder. Nadie puede ser padre de un títere, se es padre cuando el otro es distinto. Si no es una mímesis o una arquitectura vacía.
Por eso el manejo del poder es tan interesante en la política, pensándolo como la lucha de todos los que están involucrados contra el narcisismo que impide desprender al otro e impide a uno ser algo más que lo que era.
"Mal favor le hace el discípulo al maestro..."
Porque si uno queda atrapado en el narcisismo, impide al otro y a sí mismo. El poder carismático se da cuando no se tiene al poder como algo transmisible sino como algo que se tiene que tener y ser siempre.
Hay dos poderes que, el aspecto narcisista impide al otro nacer y crecer: el tradicionalista que me corresponde a mí, creyendo que soy el jefe espiritual. Y, por otro lado, el carismático, precisamente. El maestro es aquel, que como el padre, le enseña al discípulo o al hijo, mucho de lo que este guardó como beneficioso, pero le tiene que enseñar algo más: a refutarlo.
¿Encontrás en la historia de la clínica, hijos que han tenido un difícil atravesamiento de su edipo por tener un padre totémico y, luego, cuando les toca ser padres le afecta en algún sentido a la repetición?
Cuando la encrucijada edípica se resuelve o en un sometimiento que le impide ser él mismo, será un padre que le va a resultar muy difícil la autoridad con el hijo. Tendrá una incapacidad de generar un modelo de identificación que lo pueda fortalecer al hijo.
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Si, en cambio, fue una guerra padre-hijo porque el primero oprimió de un modo que ese hijo no tuvo otro camino que enfrentar o alejarse, probablemente tenga dos posibilidades: si elaboró bien, hará otra historia, pero sí lo hizo mal, repetirá.
AO JL
