MODO FONTEVECCHIA
SALUD MENTAL

José Abadi: "Una de las patologías más frecuentes de la época es la depresión"

“Una sociedad enferma genera individuos enfermos”, afirmó el psicoanalista.

José Abadi
José Abadi | Captura de Youtube

José Abadi habló sobre su nueva obra y analizó los efectos de los gobiernos en la salud mental de los ciudadanos. “Una sociedad en la cual el estímulo que se recibe del gobierno es angustioso, irritante y agresivo, es una sociedad en constante amenaza”, señaló en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

José Abadi es psiquiatra, psicoanalista y escritor. Profesor catedrático de la Licenciatura de Psicología en la UADE, se destacó como miembro titular de la Federación Latinoamericana de Psicoanálisis y de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Además, fue director del Centro de Relaciones Hospitalarias y Comunitarias y de Psicoanálisis aplicado a la Cultura Enrique Racker.

En Estados Unidos hubo un costo psíquico para la población por la presidencia de Donald Trump. ¿Hay un costo psicológico al tener un presidente que genera conflicto frecuentemente?

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Bueno, a mí el primer punto me interesaría destacar, yo no soy amigo de la esperanza en términos de depositar en ella el futuro de lo que nos espera. La esperanza es algo pasivo, salvo que nos ocupemos de hacerla activa, como la paciencia. 

Si esperamos que algo venga y no hacemos nada en la espera,  estamos en un problema. Nos quedamos en una posición dependiente, pasiva, donde somos más objetos que sujetos. Por lo tanto, yo prefiero la desesperanza en términos de ser yo el que activamente busca lo que piensa, lo que cree, lo que anhela y lo busca a través de la labor, del esfuerzo, del sacrificio y del compromiso. 

Por lo tanto, eso me convierte en un protagonista de mi destino. Y no estoy siempre cayendo en el peligro de que llegó el personaje, tenemos al líder en términos carismáticos, pero también terminan siendo demagógicos y autoritarios. Ojo con que la esperanza no esté ligada a una promesa de la que estoy ausente en su desarrollo

Ahora, respecto a lo que vos decías de qué pasa con una sociedad en la cual el estímulo que se recibe de parte de un gobierno, de parte de autoridades, de algunos de los personajes que lo dirigen, es angustioso, es irritante, es contrastante, es agresivo

Bueno, naturalmente todo aquello que no sea un estímulo, no digo incómodo, me gusta la incomodidad creativa, sino que sea en términos más de agresión, en términos más de impacto dañino. Somos seres sociales, el entorno va creando un clima que vamos absorbiendo y una sociedad enferma genera individuos enfermos, individuos enfermos conforman colectivos enfermos. A nivel de la salud psíquica no te quepa la menor duda, bueno, perfecto. 

Vos lo sabes muy bien, Jorge, has trabajado esto tanto, acá en la Argentina cuando pensás en términos de la variable te cambian por día, es incertidumbre la llama, que no es incertidumbre, es amenaza, no se lo que me va a pasar, me puedo derrumbar, me quedo sin nada, eso no es incertidumbre, eso no es pregunta, eso no es interrogante, eso es amenaza.

Y eso, por supuesto, conspirar contra la salud mental porque no se hace posible una felicidad que es alcanzable en condiciones que la hagan posible y superando obstáculos que la impiden.

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¿Cuánto conflicto, en cantidad, se convierte en patológico? 

El conflicto, como decís muy bien, es inherente al ser humano. Es decir, al igual que nuestra condición de mortales, al igual que nuestra inevitable enfrentamiento en muchísimas situaciones a la adversidad, a la pérdida, a la frustración. 

¿Cómo barajamos esto? ¿Cómo lo enfrentamos? ¿Cómo lo podemos internalizar y podemos convertirlo en experiencia? ¿Cómo podemos sostenerlo? Que tiene que ver también con cuánto podemos aceptar, admitir, reparar, cuánto podemos estar acompañados, cuánto podemos estar apoyados. 

De eso depende de una determinada situación conflictiva, y acá el otro punto, que muchas veces está inconsciente y genera síntomas afuera. Descubramos cuál es este conflicto que está latente para poder resolver su manifestación equivocada o sintomática. Es lo que varía la cosa. 

Ningún exceso es bueno, porque el exceso es más de lo que podemos atajar. El exceso es más de lo que podemos convertir en material nuestro para crear, para progresar, para diferenciarnos. 

Yo creo que la clave, una de las claves, como qué hacemos con el mundo donde somos seres sin conflicto, y el mundo tiene un nivel determinado de conflicto, es el nivel de relación que podamos tener entre los seres humanos que lo habitamos. 

Quiero decir, si podemos estar vinculados, si podemos estar con un sentimiento de apoyo afectivo, de solidaridad, de confianza, de una seguridad que nos brinda la presencia del otro y que existimos para el otro, y eso se convierte en una búsqueda, la solución a esta vida de la que el conflicto forma parte es una alternativa distinta a quedar fundidos en la soledad, aislamiento, la desconfianza. 

Uno sería algo así como una soledad perniciosa que nos hace sentir, evidentemente, una de las patologías más frecuentes de nuestra historia, que es la depresión.

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Para Aristóteles la eudaimonía, o sea la felicidad, era el fin del ser humano. ¿Hay que ser feliz, es fundamental para el ser humano? ¿El deber es más importante que la felicidad?

Es muy importante la idea de la felicidad. Aristóteles fue uno de los filósofos que defendió de modo más explícito la idea de la felicidad. Viene sucediendo a su maestro Platón, está en un mundo griego donde se convierte él de profesor de la academia en profesor de Alejandro Magno, nada menos. 

La idea del deber ser feliz,  lo sustituye por el poder ser feliz y accedemos a la virtud y a la acción que tiene que ver con la búsqueda de lo meritorio en términos de lo que hace bien al otro y me hace bien a mí. Y no en términos del deber como imperativo, ¿sabes? Como obligación casi, en quebrante diríamos, superyoica, en la cual naturalmente el ser feliz dejó de tener que ver con la libertad que Aristóteles privilegiaba tanto y tiene que ver con la sumisión

Stevenson decía que la felicidad no solamente es un derecho, es un deber de los ciudadanos. A mí me interesaba pensarlo si lo refería a que un gobierno, a que un Estado, a que un grupo político en un país se ocupe de la felicidad posible de los ciudadanos. 

Pero no en términos de deber opresivo, porque ahí deja de haber esa cuota de libertad que hace a la autenticidad de cada uno. Yo escribí una obra de teatro hace muchos de años, que la puse en la plaza, que se llamaba "De felicidad también se muere", que está en el epílogo de mi libro "De felicidad también se vive", pero que se vive hace muchos de años, y en la cual me explico cuando la autenticidad queda impuesta desde el mandato, es una obra del absurdo, ¿no? que se convierte en realidad en un mandato moral, pero no en un mandato de libertad, porque la felicidad posible es un mandato de vida.

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¿En qué fecha son los dos eventos que nos anticipaste?

Mira, el 18 y el 25 de marzo y 2 de junio son tres charlas que voy a dar sobre La felicidad posible en la sede cultural de la UAD en Belgrano, en 11 de septiembre de 1868. Y hay que anotarse, tiene que ver mucho con diálogo, no solamente de una exposición, sino con una posibilidad de debate, de discusión, de exploración y ojalá que tenga la repercusión que espero.

MB FM