MODO FONTEVECCHIA
POLÍTICA EXTERIOR Y DIPLOMACIA

Juan Gabriel Tokatlian: "Si uno no está sentado en los BRICS, es parte del menú"

El sociólogo criticó el diagnóstico del escenario internacional que hace el gobierno de Javier Milei: "Quiere volver a un momento histórico del país y del mundo que ya no existe", cuestionó.

Juan Gabriel Tokatlian
Juan Gabriel Tokatlian | Capturo de video

Juan Gabriel Tokatlian afirma que hay una redistribución de poder de influencia muy notoria en el escenario internacional "con actores emergentes, nuevas dinámicas productivas y nuevos horizontes estratégicos que deben estar en el cálculo a la hora de hacer un diagnóstico de la política exterior”, aseguró el sociólogo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Juan Gabriel Tokatlian es sociólogo, vicerrector de la Universidad Di Tella, cofundador y director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Los Andes de Bogotá, profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia y autor de numerosos artículos donde analiza la política exterior. En su más reciente publicación, Tokatlian advierte que Javier Milei podría estar adhirieron a la "doctrina Frank Sinatra" por su voluntad de hacer todo a su manera.

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¿Hay un "viejazo" en la mirada de Milei respecto a los años noventa, creyendo que se pueden establecer relaciones carnales con Estados Unidos y sin comprender el complejo y fragmentado mundo actual?

Hay una nostalgia de un mundo que ya fue. Algunas de las decisiones que se están adoptando en materia de política exterior reflejan un diagnóstico perimido. En 1995, del total del producto bruto mundial, el 45% estaba en los países del denominado G7, es decir, las economías más industrializadas. En esa época, los países que hoy integran el BRICS apenas alcanzaban el 17% de ese producto bruto mundial. En el año 2023, el total del porcentaje del producto bruto mundial que está en los países del BRICS es el 32% y el del G7 es el 30%

Se produjo una redistribución de poder de influencia muy notoria en el escenario internacional y, a su vez, se refleja en cuestiones que hacen a nuestra dinámica de inserción: 8 de cada 10 dólares de exportaciones que tuvo Argentina en el año 2022 provinieron de países no occidentales. Nuestro comercio bilateral con la India implicó 6.400 millones de dólares, más del doble del comercio con España. Con esto quiero decir que hay, sin lugar a dudas, un cambio fenomenal en el escenario internacional, con actores emergentes, nuevas dinámicas productivas y nuevos horizontes estratégicos que deben estar en el cálculo a la hora de hacer un diagnóstico de la política exterior. Esto se refleja en las decisiones que está tomando Argentina hacia afuera, como cuando se negó a ingresar al BRICS, y también se refleja en el DNU y en la Ley Ómnibus.

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El mundo está en un cambio trascendental e histórico en materia medioambiental. Hay una disposición, un compromiso y un horizonte de transformación radical para los próximos 50 años para enfrentar el cambio climático y hacer con energías más limpias y la protección ambiental correspondiente, y nosotros incluimos en una ley mecanismos para desregular la protección de bosques y glaciares.

Es contracíclico lo que está pasando en el mundo y lo que estamos tratando de decidir hacia adentro. Por otro lado, está la privatización, con potencialidad de extranjerización, de un número importante de activos estratégicos del país.¿Qué país está hoy desprotegiendo sus activos estratégicos? En Occidente o en Oriente, entre los emergentes o entre las grandes potencias, ningún país hace eso. Es muy peculiar esta situación, porque parte de un diagnóstico que en el fondo quiere volver a un momento histórico del país y del mundo que ya no existe.

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Me gustaría que compartas una síntesis de tu última columna respecto a tu mirada del gobierno argentino que trata de intervenir como un actor internacional, pero careciendo de fuerzas e importando conflictos internacionales.

Así como estaba la "Doctrina Sinatra", por su clásica canción A mi manera, y varias de las decisiones del Gobierno, al menos hasta el momento, parecen estar guiadas por eso, la decisión de no nombrar embajadores en tres países de América Latina es una situación totalmente exótica. Nadie dice que haya que hacer nombramientos políticos en esos lugares difíciles de la región. Si hubiera una distancia o un desdén hacia esos países como lo son Cuba, Nicaragua y Venezuela, lo más importante es enviar embajadores de carrera que hagan muy bien su tarea con la firmeza que Argentina quiere tener frente a esos países. En ese sentido, el "A mi manera" es perder oportunidades. 

Hay un dicho que usan mucho los estadounidenses que es "o uno está sentado en la mesa, o es parte del menú". El haberle dicho que no al BRICS, donde hay un peso específico en tu capacidad de interlocución, diálogo y discusión, ya que puede haber dentro países que no te gusten mucho, te quita una voz, una posibilidad y un espacio. Si uno no está sentado en los BRICS, es parte del menú. Se pueden armar coaliciones con los más cercanos, podés presionar y avanzar en tu agenda. Pero si no estás sentado ahí, sos parte del menú. En esa misma dirección yo jugaba con la idea de la doctrina Roosevelt que cuando fue gobernador de Nueva York tenía una frase muy clara que decía que "hay que hablar suave para siempre llevar un gran garrote". Esto lo implementó luego en su política Big Stick en América Latina. ¿Nosotros por qué tenemos que hablar duro y sin ningún garrote con Brasil y con China? ¿Cuál es el rédito estratégico de esto? ¿Por qué estos dos socios económicos importantes, uno parte de una alianza estratégica vital para Argentina, deben asumir que se los trate del modo en que se los trata y que luego no se reconozcan cuestiones esenciales? Hubo un aporte de la CAF para el pago al FMI y el rol de Brasil fue vital.

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En cuanto a China, tras la reunión positiva entre Mondino y el embajador Wang Wei, el comunicado de China es brevísimo y habla de mejorar las relaciones "en el entendido del principio de una sola China". ¿A quién se le pudo haber ocurrido, por error o por mal juicio, poner en entredicho la política histórica de Argentina de aceptar el principio de una sola China? Se gestan estas cosas y no somos Roosvelt o Estados Unidos. No podemos sobreestimar nuestra capacidad. 

Siguiendo con canciones y formas metafóricas  de explicar esto, yo diría que lo que necesitamos es "Una pequeña ayuda de los amigos". Argentina está tan mal, es tan vulnerable y ha perdido tanta influencia, incidencia y reconocimiento, que necesita muchos amigos, aliados, acompañantes, gente, países y actores de distancia procedencia, cultura o civilización, con capacidad de hacer acuerdos, negocios, contactos, etc. Necesitamos de todos para poder salir de esto. Salvo que nos toque hacer algo que sucedió con algunos líderes pasados que tenían un síndrome narcisista y un desequilibrio entre lo ideal y lo real

Teníamos aspiraciones de reconocimiento y relevancia que finalmente no nos daban y que generaba una desilusión que no llevaba a repensar, sino a la jactancia. No estamos para momentos de jactancia. Estamos para la moderación, la prudencia, la cautela, hacer bien las cosas, buscar muchas contrapartes que sean óptimas para el desarrollo de una Argentina empobrecida, debilitada y vulnerable.

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Claudio Mardones: Hay algunos movimientos de Javier Milei que llaman la atención respecto a Ucrania. Zelenski fue uno de los pocos invitados a su asunción, el ministro de Defensa Luis Petri ya tuvo una conversación con su homólogo ucraniano y lo mismo sucedió con Karina Milei y el secretario de la Presidencia del país europeo. ¿Qué interpreta de este contexto?

Parto de algo que había incluido en la nota a la que se refería Jorge y es que la diplomacia tiene ciertas reglas de oro que son para todos por igual. Una de estas reglas importantes es no importar conflictos internacionales ajenos que, a su vez, generan turbulencia en la vecindad de uno, puesto que eso, más temprano que tarde, va a afectar los intereses nacionales. Encaro la respuesta por este lado porque nosotros estamos en un contexto latinoamericano por el cual, como otras zonas de paz, por suerte estamos alejados de conflictos letales en el mundo como lo son Israel-Hamas o Ucrania-Rusia. Tenemos que ser muy prudentes para que nuestra diplomacia no derive en traer esos conflictos acá y terminar siendo objeto de acciones de otros actores.

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¿Ve una similitud con el gobierno de Carlos Menem y su intervención en la Guerra del Golfo?

La relación es correcta. Después de eso tuvimos dos atentados terroristas feroces y que fueron los más grandes en la historia del continente hasta el del 11 de septiembre. Quisimos hacer algo que buscaba asociarse con nuestros aliados de occidente, pero el costo lo pagamos nosotros porque no controlamos las variables principales de lo que pasa en esos conflictos. No tenemos intereses vitales, control relativo o una capacidad de formar coaliciones que resuelvan los problemas. Este ejemplo me parece muy problemático y está acompañado del hecho de que ni Milei, ni Mondino, ni Petri, aclaran por qué eso le sirve al interés nacional argentino y cuál es el beneficio tangible que el país tendría de una situación de identificación tan estrecha en la guerra de Ucrania y Rusia. 

A su vez, si uno ve los resultados en el terreno militar, no son tan favorables al gobierno de Zelenski. Si uno ve el cuadro internacional, hay un profundo hartazgo en Europa por las consecuencias derivadas de la guerra y, si uno ve cómo opera el Congreso de Estados Unidos, tratando de poner límites a la asistencia militar a Ucrania, encuentra que este no es el año 2022, es el año 2024. Volvemos al primer tema. ¿Cuál es el diagnóstico que tenemos del mundo, del cambio de la correlación de fuerzas y de la redistribución de poder?

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Milei usa la misma técnica de Trump y de Bolsonaro. Un día dice algo muy llamativo, todos los medios de comunicación publican lo que él dijo, gana la agenda, al día siguiente los analistas nos dedicamos a hablar de las barbaridades que dijo, y al tercer día critica a los medios y vuelve a tener la centralidad. Creo que otro elemento básico de la política internacional es no utilizarla para fines locales. El beneficio de su política internacional es para mostrarse en Argentina como alguien distinto a los peronistas y a los kirchneristas. Si los progresistas estaban a favor de corrientes mundiales actuales, como el BRICS, el reconocimiento de la problemática climática, la posición equidistante de otros conflictos en el mundo, voy a hacer todo lo contrario y me voy a pelear con China y con Brasil. El sujeto no es Lula o Ucrania, el sujeto es Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner o los radicales que llevaban adelante esas políticas. En ese sentido, ¿qué significaría para el mundo que Trump ganase en Estados Unidos? ¿Es lo contrario a Milei teniendo en cuenta que tiene una política económica cerrada y no plantea una idea de libre comercio?

Comparto lo que acabás de señalar y agregaría que, en el fondo, la política exterior debe operar en un equilibrio muy complejo entre el imperativo doméstico y la responsabilidad internacional. No pueden ir fragmentadas, cuando uno toma y adopta decisiones de política exterior no lo puede hacer de forma propia, individual, coyuntural o en función de una disputa electoral. Eso puede dar un dividendo simbólico, pero a los efectos del interés nacional colectivo de una nación, eso no arriba a un buen puerto.

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Creo que esto nos está demostrando un aislamiento de la Argentina, no es una participación positiva en el escenario internacional. Se están debatiendo cerrar instituciones y áreas como el cine, el teatro y la cultura. Si eso no es aislacionismo, ¿qué es? Se están debatiendo leyes que, en materia ambiental, son una regresión absoluta. Al mensaje de que Javier Milei trae lo nuevo, los distinto y lo superador, hay que contrastarlo con todo lo que es de regresivo, de retardatario, de aislacionista respecto a la Argentina.

Por otro lado, yo diría que no hay que olvidarse de otro dictado de la política internacional que hasta Lenin sostenía y era que la mejor política exterior es una buena política interna. Si uno no tiene una buena política nacional, difícilmente tendrá una buena proyección internacional positiva. Yo volvería a colocar el debate en tratar de saber si se quiere hacer de esto un debate nacional y localizado. Si aceptamos eso, lo que se está haciendo es bastante disfuncional para la política exterior.

ADP JL