OPINIóN
Agotamiento del modelo

El affaire Venezuela: Argentina y el riesgo de caerse del mundo

En este tiempo de pandemia se ha notado la improvisación del Gobierno en diferentes temas nacionales y extranjeros.

alberto y cristina 20191210
Alberto y Cristina | PRESIDENCIA

El papelón de la posición argentina respecto a Venezuela, que dependiendo de la organización internacional, oscila entre la defensa irrestricta de una dictadura y plegarse al lote de estados que condenan las violaciones de los derechos humanos en el país caribeño (todo en cuestión de días), puso en el centro del debate la actualidad de la diplomacia de nuestro país y cómo nos paramos ante un mundo volátil y en permanente reconfiguración.

La primera reflexión está a la vista. El Gobierno continúa proyectando —ahora en la arena internacional— las contradicciones internas de un frente que tiene mucho de electoral y poco de político. No exhibieron gestos mínimos de cohesión en la campaña, mucho menos una vez que lograron el único objetivo que congregó a expresiones políticas tan distintas: llegar al poder.

Lo que sucedió en la OEA y en la ONU, y los pases de factura del kirchnerismo duro y caprichoso a Alberto Fernández, impactan por el nivel de improvisación que ensaya el Gobierno en los organismos multilaterales, pero como dice el refrán “hay que tomarlo como de quien viene”.

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El Gobierno continúa proyectando  las contradicciones internas de un frente que tiene mucho de electoral y poco de político

¿De verdad podemos sorprendernos, si son los mismos que hace unos meses dijeron que no querían quedarse con ninguna empresa, y al otro día anunciaron la expropiación de una de las cerealeras más importantes del país? En el ámbito doméstico y en el exterior, la inconstancia y el absurdo como marcas registradas.

La pandemia ha acelerado la emergencia de un mundo bipolar, con realineamientos y conflictos geopolíticos muy profundos a partir de la rivalidad Estados Unidos-China. América Latina, por ahora, ha quedado relegada de las principales consecuencias de este enfrentamiento multifacético que salpica a las potencias y a regiones estratégicamente más relevantes.

En este contexto, Argentina tiene la oportunidad —y la obligación— de promover alianzas pragmáticas con sus socios naturales, además de intensificar el intercambio con mercados en permanente crecimiento, como el mundo árabe. El vínculo con Chile, decisivo por la salida al Pacífico, debe reforzarse con obras de infraestructura y acuerdos específicos. Encaminar la relación con Brasil no es tarea sencilla, pero sería un error gravísimo continuar subiéndose al ring con declaraciones que no conducen a nada, en lugar de concentrar los esfuerzos en regenerar una relación necesaria para ambos vecinos.

Hay que prestar atención al mensaje que le transmitieron los empresarios a la misión del FMI. Es la figurita repetida, el mismo reclamo de siempre: lo que precisa la Argentina es previsibilidad macroeconómica y seguridad jurídica. Dos aspectos olímpicamente desatendidos por el Gobierno.

Para que dejemos de una vez por todas de ser el reino de las oportunidades desaprovechadas, es imprescindible apuntalar al complejo agroindustrial, clave para la generación de empleo y la entrada de divisas, en tiempos en los que no cesa el goteo de reservas y la brecha cambiaria supera el 100%. Al sector más competitivo hay que allanarle el camino y darle incentivos para producir más y reinvertir en capital físico.

Lo que precisa la Argentina es previsibilidad macroeconómica y seguridad jurídica

El affaire Venezuela es un síntoma más del agotamiento de un modelo externo que, cimentado en criterios ideológicos y vínculos oscuros, ignora deliberadamente el nulo respeto a la democracia en un país como el gobernado por Maduro, y cuyo resultado es confirmarles a los foros internacionales y grupos inversores los reparos que tienen respecto a la Argentina desde el regreso del kirchnerismo al gobierno.

En un relevamiento de 64 países, la OCDE nos colocó entre los cuatro que registraron caídas más grandes de la actividad económica en el primer semestre (-19,1%). Lo peor es que el relato inicial, que frente a la debacle económica oponía éxitos sanitarios, se diluyó hace rato: estamos en el puesto 7 de los países con más contagios (a pesar de ser uno de los que menos testea) y la curva descendente del AMBA contrasta con el colapso de los hospitales del interior.

La situación es grave y la (in)conducta del Gobierno echa más leña al fuego. Para transmitir esperanza a los argentinos no alcanza con palabras y gestos simbólicos; hacia adentro y puertas afuera, quienes tienen la responsabilidad de gobernar deben demostrar con hechos que la Argentina es un país serio, coherente y dispuesto a insertarse de forma inteligente en el escenario mundial.

*Diputada provincial PBA. Vicepresidente UCR Nacional.