OPINIóN
Transitando el nuevo año

Que el 2021 sea mejor para todos

Al 2020 no lo vamos a olvidar pero no sólo por la pandemia, sino por la puesta en escena de valores fundamentales como la solidaridad, la tolerancia y el cuidado por el otro.

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Año nuevo | Free Photos / Pixabay

Al 2020 no lo vamos a olvidar. Por esta maldita pandemia que enlutó miles de hogares en el mundo y en nuestro país, y también por la puesta en escena de valores fundamentales como la solidaridad, la tolerancia y el cuidado por el otro.

Hay mucho para lamentar y también hay mucho para pensar en forma positiva. Los problemas que enfrentamos no son distintos de los que muchas otras sociedades enfrentan y habrá que solucionarlos.

A través del Estado se requiere programar con sentido estratégico nuestra inserción en el mundo; en lugar de combatirlos, darle la bienvenida a los capitales para la creación de fuentes de trabajo y de impuestos.

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Necesitamos lograr un desarrollo competitivo, sustentable, inclusivo y equitativo mediante la eficiencia productiva, el estímulo a las inversiones y no por la protección de la política monetaria o arancelaria.

Debería terminarse con el mito del país rico y el gasto insostenible, que nos lleva al endeudamiento externo y a la pérdida del valor de nuestra  moneda.

La política social deberá apoyarse en el progreso económico y en la salud en las cuentas públicas, con penalidades para quienes desvíen o malgasten el dinero público.

El milagro de sobrevivir al 2020: el año en el que la vida resultó el valor más preciado

Crear nuevas relaciones entre la Nación y las Provincias y que estas puedan internacionalizar sus productos.

Mejorar la infraestructura del país, muy importante para la productividad y para la calidad de vida, particularmente en las ciudades más pobladas.

Darle prioridad a la ciencia y a la innovación tecnológica para lograr una mayor productividad y mejorar la vida de todos, en particular de los sectores más vulnerables.

Las políticas públicas activas impulsarán en cada localidad la formación de profesionales y funcionarios públicos con la suficiente credibilidad en la población.

Saber usar nuestros inmensos recursos en el rubro alimenticio y reducir los índices de pobreza y de hambre.

Concederle la importancia debida a una justicia digna, independiente, eficiente, y de la ética, como ventajas comparativas en un mundo cada vez más globalizado.

Asignar mayor espacio en los medios de comunicación a los temas actuales de discusión en el mundo, así como a los ciudadanos ilustres y los jóvenes emprendedores entusiastas, no solamente figuras del deporte y el espectáculo.

2020: preguntas al filo del final

El esfuerzo deberá tener una mejor relación con los beneficios en la vida laboral de empresarios, empleados, obreros, científicos y tecnólogos, cuentapropistas y contratados.

Bregar para que la convivencia pacífica, el trabajo fecundo, la honestidad personal e intelectual, el respeto al ahorro del prójimo y el premio al talento, lleguen a ser Made in Argentina.

Fijar políticas para que nuestras Fuerzas Armadas nunca más tengan que legitimar cualquier tipo de procedimientos en una guerra entre argentinos, con tal de ganarla.

Que sea parte de nuestro pasado la Argentina corporativa donde sus organizaciones -patronales, sindicales, profesionales-, defienden sus intereses y no el interés colectivo.

Dejar de ser una sociedad habituada a vivir por encima de sus posibilidades y pasar a ser previsores en los tiempos de abundancia; quitarnos la marca de la incertidumbre, la divergencia y el transitar entre regímenes polares, que desde hace ya bastante  tiempo llevamos en el orillo.

Lograr que haya menos argentinos insoportables, los que suelen auto-referenciarse para todo; los dotados de sensibilidad apocalíptica; los que hurgan en los defectos y no en los aciertos, por pequeños que éstos sean; los que creen que quienes triunfaron es porque transaron; los celus adictos y también los celulófobos (como yo); los que piensan que el mismo Dios no los merece.

Imaginar una sociedad mejor

Porque dicen que las crisis tienen un costado de oportunidad y eso depende de nosotros, que nuestro querido país pueda unirse por el bien común en momentos tan difíciles como éste, es un sueño que sin duda compartimos la inmensa mayoría de los argentinos. Total, mis estimadas/os lectoras/es de Perfil, soñar no cuesta nada, ¿verdad?

Lamentando que en muchas familias no hubo un fin de año feliz, deseo a mis queridos hijos: Ernesto, que cumplió años el 7 y Marcelo, el 31, de diciembre, a mi querida esposa Ana Lía, a mi hermana Cidanelly, a mis nueras Cinthia y Carlita, a mi nieto Juan Martín, a mis sobrinos Mónica, Griselda, Fernanda, Luis Miguel, Martín y Nelson, a mis amigos Juan Carlos Valdés, Nelson Bigo y Rubén Palermo, a los doctores Teodoro Kreckler, Mario Suppo y Miguel Ángel Massa, a Graciela Rosenberg, directora de Lugar Editorial, a mis vecinas y vecinos del Parque Avellaneda, a las empresas, emprendedores, dirigentes políticos y organizaciones sociales que llevan a cabo acciones solidarias para aplacar la pandemia... ¡Un 2021 mejor y a seguir cuidándonos entre todos!