¿Estar solo es no tener gente que te quiera alrededor? Si no se tiene quién, es entendible que se sienta soledad. También se puede sentir soledad sin estar solo, aunque haya personas cercanas que te quieran. Es la calidad del vínculo la que te deja solo o acompañado. A veces hacemos muchos esfuerzos para que se nos quiera. Con el tiempo, uno deja de preocuparse, si te quieren bien y si no te quieren, también. Es maravilloso ser querido por lo que uno es, no por el esfuerzo que se haga.
Uno puede sentirse solo sencillamente porque ve el jardín del vecino más verde que el propio.
En nuestra sociedad, que es la que conozco, tenemos mucha dificultad para escucharnos, las conversaciones se convierten en una partida de ping pong. Uno habla y el otro contesta rápidamente sin metabolizar lo que el otro dijo, porque lo escuchó a la ligera. Hay un arco que va desde la intención al acto, donde se elabora la respuesta, esto es el pensamiento, donde ayuda el silencio y el otro se da cuenta que fue escuchado. No sentirse escuchado crea sensación de soledad, dejando a cada individuo aislado sin poder integrarse a su comunidad, creando grietas que dividen.
Por qué vivimos en el siglo de la soledad
Los niños aprenden a jugar solos, concentrados en su mundo mientras su mamá está cerca, pero si se aleja la llaman porque necesita tener registro que ella está.
Cuando los niños se quedan solos porque son huérfanos, porque son abandonados, por la guerra, porque simplemente no le prestan atención o porque son maltratados, estas son situaciones que los desborda y que les produce miedo.
Cuando los padres se quejan de que los hijos adolescentes están “haciendo huevo” en realidad es un “dejarse estar” creativo para elaborar su crecimiento, “están haciendo adolescencia”.
El sentimiento de soledad está íntimamente ligado al amor y éste al hacer, que el otro se sienta amado, que sienta que lo registran, que lo tienen presente, y que sabe qué le pasa, qué le gusta y por qué sufre. Podrán decir:¿por qué el otro tiene que querer así? ¡Eso es cierto también!
Soy de la generación de los sesenta, los amigos nos juntábamos muchísimo, más tarde incluimos a nuestros hijos. Esto le daba sentido a la vida. En estas épocas, casi nadie hace esfuerzos para juntarse. Lo cierto es que algo hay que ceder, algún esfuerzo hay que hacer para lograrlo. Es un poco vivir moribundo si no se puede generar fuerzas para convocar a aquellos con los cuales a uno le gusta compartir. ¡Creo que vale la pena!
Los judíos dicen que no es bueno estar solo y creo que es sabio. Porque el compartir con alguien la vida de todos los días, ampara, abraza y ayuda a soportar el peso de la vida.
Claves para pasar la cuarentena en soledad
En un estudio realizado en la Universidad de Helsinki se descubrió que la soledad es un factor de riesgo para la salud igual que el fumar, beber o ser sedentario.
Mi madre a sus cien años expresaba: “estoy muy bien acompañada conmigo misma”. Es placentero estar solo cuando es una elección, uno se siente libre, lleno de vitalidad, sabiendo que él, o los otros, aparecerán en algún momento, que existen.
Hay situaciones en las que podemos sentirnos solos, una de ellas es la incomprensión de quienes nos quieren. Esta sensación paraliza. Cuando el otro tiene una idea fija de uno, quedamos descolocados, resulta inútil e imposible un intercambio. A veces la soledad deprime y nos defendemos con humor, enojo, o pelea, para no darnos cuenta de la pena que sentimos. Hoy en pandemia si uno está enfermo de Covid tiene que estar solo y si está sano se tiene que aislar para no enfermar.
Salud mental y pandemia: "El encierro alienó a las personas, las volvió más vulnerables"
Algunas personas tienen la capacidad de generar recursos, que serán variados según los gustos, deseos y posibilidades de cada uno, otros no, entonces el recurso que les queda es poder pedir ayuda. También la soledad está asociada a la tristeza y al miedo, sensaciones muy difíciles de soportar.
Hay algo que resulta triste y es ver una pareja o un grupo de personas en un restaurante cada uno atento a su celular y sin hablar entre sí, recuperar la conversación valdría la pena.
Si se puede en la tercera edad lo ideal para sortear la soledad es tener un proyecto cualquiera sea. Quiero denunciar algo que es habitual en el mundo occidental y es que nuestra sociedad deja solos, a los llamados “viejos o abuelos” cuando les exige resolver algo por vía de la informática, o se los destrata, no se les presta atención o no se les da el afecto que necesitan, a veces no sólo se sienten solos, sienten miedo. En algunos lugares de Oriente son respetados y considerados sabios por su experiencia.
La práctica psicoanalítica en tiempos de pandemia
Hay soledades que provienen de duelos, donde no hay palabras para el dolor y son imposibles de elaborar como la muerte de un hijo. Otras veces la soledad viene de la discriminación, un maltrato que llega a veces a pagarse con la muerte simplemente por haber nacido negro, judío, latinoamericano, musulmán, etc y solo queda una pregunta ¿por qué?
Otra denuncia es la indiferencia frente a la indigencia. Estas personas quedan muy solas, “se caen” del sistema por no tener herramientas para ganarse el sustento, y no tener acceso a la educación y a la salud. Es urgente encontrar una forma de resolverlo, como dijo el General San Martín: “Quizás es imposible hacerlo, pero es imprescindible”.
Comencé este texto con una pregunta: a veces sí, uno se siente solo. Todos conocemos a la soledad, pero es difícil definirla porque es un sentimiento doloroso del cual uno prefiere no tener noticias.
La soledad, ¿una buena compañía o un padecimiento?
La soledad nunca es sin consecuencias, a veces pueden ser fructíferas y otras veces pueden aparecer en el cuerpo en forma de enfermedad y también en la cabeza como tristezas, miedos, enojos. En el mejor de los casos uno logra sobrellevarla haciéndose callos o echando manos al buen humor.