La lógica de las redes sociales con su inmediatez y búsqueda de un efecto que aleja el foco del mensaje, se apodera progresivamente de diversos ámbitos de nuestra vida y penetra con su lógica hasta en los más impensados recovecos de nuestra mente. Así mientras el oficialismo se ocupa en las internas en las que se disputan el poder cargo a cargo, en la oposición están distraídos en búsqueda de un candidato disruptivo sin observar nada más.
En política estamos pendientes de ver quién se apodera de la sorpresa y por eso todos buscan dar un batacazo con un candidato disruptivo, olvidando la construcción de alianzas serias que permitan un armado electoral sólido y aún más, que permitan un gobierno lógico.
Parece un tanto naif plantearlo, por las características tan particulares de la Argentina, pero tampoco podemos olvidar que el último candidato anunciado por un golpe de efecto, actual presidente, pese a haber ganado las elecciones, nunca llegó a gobernar en serio y mucho menos a tener algo que parezca poder ser en algún momento una coalición de gobierno.
Si solo pensamos en una persona y no estamos pensando en alianzas, nos olvidamos de una parte fundamental de las candidaturas que es quiénes las llevan adelante en el territorio. Además las figuras que avalan a un candidato muchas veces pueden hacer de alguien de bajo perfil un presidenciable. La gente se inclina a favor de candidatos avalados por los planes que históricamente representaron los partidos unidos en la coalición, la idea de un proyecto de gobierno consensuado, y otro montón de cosas.
Alberto Fernández no puede escapar a la interna del Frente de Todos
"El radicalismo está en su mejor momento"
El radicalismo está en su mejor momento desde hace tiempo, el viernes define su conducción en la convención y Gaston Manes será quien dirija las alianzas y compromisos futuros para abrir el partido a otras fuerzas políticas, todo en medio de una prolijidad y falta de ruidos externos (aunque hay algunos internos pero suaves y controlados).
Esta calma y orden inusitadas en la escena política nacional actual, hacen que algunos especulen con que el radicalismo pueda ir solo y por fuera de la alianza Cambiemos, como así también, muchos macristas piensan que se podrían deshacer de la UCR. Pero no es tan claro cuando nos detenemos a mirar por fuera de la lógica de la inmediatez de las redes.
Si la UCR con Facundo Manes o Gerardo Morales a la cabeza pretendieran presentarse en soledad quedaría rápidamente en claro que ninguno es lo suficientemente disruptivo como para generar la atracción qué genera hoy, por ejemplo, Milei. Quedarían divididos, enfrentados y debilitados y además privilegiarían la batalla de egos con mala lectura política alejándose que los alejaría del poder.
Nunca se trata de negar los cambios que impone el presente, sino de adecuarlos a la realidad y no dejarse encandilar por la novedad. Una sorpresa disruptiva tiene lugar en este esquema y no sería imposible pensar en la combinación de la tradición y la novedad en la fórmula.
Experiencia Milei, destino exótico, inexplorado, improbable
Combinaciones de candidatos "descabelladas"
Así podríamos imaginar combinaciones descabelladas como por ejemplo Facundo Manes y Alejandro Fantino o David Martínez (el Dipy) si pensamos en un outsider o incluso el mismo Gerardo Morales al interior de la política. También podríamos pensar a Patricia Bullrich con Eduardo Feinmann. O incluso en realidad alguien que esté alejado completamente de la escena política tradicional o televisiva.
Una parte de la UCR se quedó todavía pensando en recuperar el pasado añorado en el que eran el gran partido de la clase media, pero lo cierto es que, con una elección que se perfila cada vez más a atomizarse entre 10, 15 o 20 candidatos, no queda mucho espacio para ganadores por fuera de las alianzas.
Las alianzas deberían ir en función de armar equipos de trabajo que fomenten justamente el trabajo en equipo y el debate maduro, no sirve vociferar para afuera y rogar por lo bajo. La gente como siempre está un paso adelante y lejos de las figuras ampulosas y llamativas, empezará a buscar respuestas concretas y reales a sus inquietudes y no frases hechas impracticables ocultas tras el show de los candidatos.
Porque el pueblo sabe, en última instancia, que esto no se arregla de un día para otro sino que es un proceso de reconstrucción qué debemos enfrentar adultamente como país entre todos.
“El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”. Winston Churchill, primer ministro de Reino Unido entre 1940 y 1945.
CDI CP