Joe Biden enfrenta el desafío de amalgamar la sociedad americana dividida en blancos, negros y latinos. El dilema planteado de esta manera pareciera fuera de lugar pero la estructura demográfica y la inmigración han sido emblemas utilizados por el populismo siempre proclive a agitar las banderas del nacionalismo e identificarse como los verdaderos defensores de la Nación.
Los Estados Unidos están atravesando una importante transformación en la composición de la población. La población blanca que llegó por propia voluntad para colonizar el territorio y configuró su organización social representa el 60%; los negros que fueron llevados contra su voluntad como esclavos constituyen el 13% con una concentración alta en los Estados considerados claves para la definición de una elección, y luego están los latinos divididos entre aquéllos que huyeron de sus países por la falta de oportunidades para sobrevivir y los que fueron expulsados por regímenes autoritarios. La población de origen asiática llega al 6% del total.
La discusión de los problemas raciales no es políticamente correcta. Es sencillo decir que todos somos iguales cuando uno forma parte de un país homogéneo pero la absorción de hombres y mujeres con una tradición diferente requiere una predisposición cultural no siempre pronta. La esclavitud fue abolida en los Estados Unidos mediante la incorporación a la Constitución de la Enmienda 13° el 31 de enero de 1865 después de cuatro años de guerra civil. La supresión de la esclavitud dio lugar a la segregación bajo el lema “separados pero iguales”. Tuvieron que pasar casi 100 años para la sanción de la Ley de Derechos Civiles en 1964, después de la famosa marcha sobre Washington liderada por Martin Luther King, y la Ley del Derecho al Voto en 1965. La registración de los negros para ejercer sus derechos debió enfrentar maniobras intimidatorias de los grupos supremacistas blancos que se consideraban avasallados en sus derechos por el avance de las minorías.
Es sencillo decir que todos somos iguales cuando uno forma parte de un país homogéneo pero la absorción de hombres y mujeres con una tradición diferente requiere una predisposición cultural no siempre pronta
Estos problemas estuvieron presentes en la campaña electoral. Hubo referencias a la manipulación de los límites de los distritos electorales en favor del Partido Republicano en los Estados con mayor presencia de votantes negros y latinos; la posibilidad de creación de un Fondo de Compensación por la esclavitud para ayudar a las comunidades desfavorecidas, y la negativa de Donald Trump de disociarse de los grupos supremacistas como lo había hecho antes con el incidente de Charlottesville. Joe Biden priorizó a los ciudadanos negros y latinos calificando a su adversario de racista y eligió como compañera de fórmula a Kamala Harris: de color, hija de inmigrantes y mujer.
El año pasado también presenció el resurgimiento del movimiento “BlackLivesMatter” después del asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis en mayo. El movimiento se expandió por numerosas ciudades reclamando el fin de la violencia policial contra negros y latinos que son también los sectores más desfavorecidos de la sociedad norteamericana. La foto de Trump frente a la Iglesia de St. John con la Biblia reclamado ley y orden confirmó su rechazo frente al reclamo de justicia.
El éxito de Joe Biden será el éxito de la democracia y también de la convivencia
Trump volcó todos sus esfuerzos a cimentar su base electoral en la población blanca que se siente desplazada por los cambios sociales y también económicos. Su práctica se remonta al cuestionamiento de la partida de nacimiento de Obama para estigmatizar su color y la posibilidad de pertenencia al Islam. La participación en el acto del 6 de enero desnudó los sentimientos racistas del Partido Republicano. La composición de los participantes reflejó el resultado de años de diatribas nacionalistas, exaltación del patriotismo, conspiraciones y profecías apocalípticas. Esa muchedumbre enardecida siguiendo la bandera de la Confederación estaba dispuesta a ofrendar sus vidas para defender a su líder identificado con la Nación.
El Partido Demócrata ha asumido que representa una coalición interracial. Los triunfos en los Estados claves confirman esta apreciación aunque una parte de latinos votó por Trump en Texas y Florida por sus políticas hacia Venezuela y Cuba. Estados Unidos constituye hoy un laboratorio de ensayos para la integración racial que podrá ser un ejemplo en un momento donde las presiones migratorias están aumentando correlacionadas al populismo. Joe Biden asume en un momento muy especial y los ojos del mundo están puestos en su presidencia. Su éxito será el éxito de la democracia y también de la convivencia.