Los argentinos que peinamos canas tenemos una aquilatada experiencia en todo tipo de crisis. Pero esta, la verdad ha superado los pronósticos más pesimistas. Gobierno nuevo, bonistas viejos, inflación, dólar por las nubes, y cómo si esto fuera poco, una peste que obligó por primera vez en la historia a cambiar todo. Nuestros proyectos se vieron detenidos, y nuestras costumbres, trastocadas; tenemos negados los besos y abrazos que tanto nos gusta prodigar a los argentinos, y un eterno encierro nos confinó a cada uno en su lugar.
Las brechas continúan, cuarentena sí y cuarentena no; público contra privado; aborto sí, aborto no; encabezan una larga lista de grietas y antinomias. ¿Entonces qué? Lloramos sobre nuestras lágrimas, nos compadecemos de nosotros mismos o hacemos de una vez por todas las cosas indispensables para salir de esta encrucijada. Podría decir, para no ser tan pesimista, que la soja vale y valdrá mas, que el arreglo con el fondo existirá, y que tenemos a lo largo y ancho de la Argentina, oportunidades para dar trabajo y marcar un norte claro para los que nos suceden en la vida.
No existen soluciones simples para problemas complejos, ni una martingala o toque de magia para volver a ser, como dicen algunos nostalgiosos, el séptimo país más importante del mundo. Perogrullo diría, eso de hacer cada uno lo suyo es el comienzo, no hay haceres más o menos importantes, la sumatoria de lo que hacemos todos es nuestra realidad. Podemos ensayar excusas al por mayor, la realidad nos supera y somos nosotros y no otros, los que debemos terminar con esta larga historia de frustraciones, desalientos y desencuentros. Luego de la crisis del 2001, con un país similar al que acabamos de describir, en 2 años pudimos salir adelante ante nuestros propios ojos y los ojos de quienes nos miraban asorados desde afuera. Hablo del Diálogo Argentino: Duhalde y Alfonsín en la política; Lavagna y Remes en la economía; las Iglesias cooperando a destajo con un profundo apoyo material y espiritual; ministros radicales en gobierno peronista; líderes parlamentarios tirando todos para el mismo lado; empresarios y trabajadores contestes de lo que había que hacer; y una vez mas fuimos los trabajadores que dejando de lado algunas necesidades importantes, luchamos por un país, igual al que soñaron nuestros mayores, y que aún añoramos.
Un proyecto nacional con todos adentro, cuando digo todos digo Todos: trabajadores, empresarios, representantes parlamentarios, movimientos sociales, las Iglesias, y todo aquel que pueda aportar ideas y esfuerzo para salir de este bache profundo en el que estamos inmersos. Me cuesta entender que, independientemente de las características de quienes lideran los partidos políticos, no vean que lo que sirvió antes no sea el principio de la solución de estos tiempos.
¿Pueden cambiar las cosas en el 2021?
El producto de los desencuentros esta a la vista; desde el año 83, desde el advenimiento a la nueva democracia hasta hoy, cualquier índice que busquemos nos da peor. Habrá algún nostálgico residual del fascismo, que culpe a la democracia de lo que nos pasa. Pero todos sabemos que la responsabilidad es política, que en vez de enaltecer denigra la Convivencia Democrática y los cimientos sobre los que se funda, que son el diálogo y la inclusión.
Todos los partidos políticos tuvimos posibilidades de administrar el país, las provincias y los municipios, sin poder dejar de lado la mala administración sobre algunas instituciones centrales para la vida de nuestro pueblo. Podemos seguir como hasta ahora y con los resultados a la vista; pero también podríamos ser parte de un proyecto que nos una y que nos muestre un camino que nunca debimos perder. No hay nadie que este exento de esta responsabilidad. La responsabilidad y la moral públicas son la sumatoria de las responsabilidades individuales y morales de cada uno de nosotros. Yo, como tantos otros, pasaré por esta vida con la pesada carga sobre mis hombros, de dejar a los que me sucedan en la vida, un mundo peor del que recibimos.
Siempre hay tiempo para empezar, la experiencia descripta nos ha mostrado un camino muy claro, el del diálogo, el de la búsqueda de consenso. Retomemos esa vieja enseñanza, dejemos por un tiempo la soberbia en otro lado y ese afán refundacional permanente. No hacen falta fórmulas mágicas, tuvimos al alcance de la mano una fórmula simple hace menos de dos décadas, y dio resultado. Pensemos que esto se puede hacer rápido y solo se require de una férrea voluntad política del gobierno, de la oposición y de todos los factores del poder de la República Argentina. Marchemos juntos en pos de un país al que nos enorgullezca pertenecer y al que imperiosamente necesita volver el 50% de los argentinos, cifra que indigna y subleva al mas calmo. Es trabajo de Todos, es el imperio de los tiempos, no hay espacio para los distraídos ni para los pescadores de aguas revueltas. El tiempo es ahora y somos nosotros.
* Sec. General APOC NACIÓN.