La discusión política en Argentina es sorprendentemente centrípeta. Es centrípeta porque gira, en las grandes coaliciones, en torno de supuestos y políticas derivadas casi invariablemente antiliberales. Y es sorprendente porque es precisamente la falta de liberalismo lo que condena al país a empeorar lenta pero constantemente.
En realidad, que carezca de principios liberales el kirchnerismo, disfrazado en 2019 de peronismo “superador” cual caballo de Troya, no es en realidad una sorpresa. En efecto, no se puede esperar mucho de un espacio para el que la libertad económica no es importante para crecer, el éxito individual solo es moralmente correcto si está supeditado al éxito colectivo, o la Constitución es una mera recomendación en tiempos de pandemia. Pero otro problema es la alarmante cosmovisión ideológica de la oposición, incluso después de cuatro años con errores claramente identificables que culminaron en una derrota trágica para el país.
Es precisamente la falta de liberalismo lo que condena al país a empeorar lenta pero constantemente
En efecto, la “grieta” ideológica no es tal entre oficialismo y oposición y apenas existe en esta última. Respecto del consenso interpartidario pensemos, por citar solamente ejemplos recientes, en aprobaciones y defensas peligrosamente unánimes de leyes como las de alquileres, teletrabajo, góndolas, cupos laborales en empresas o hasta el increíble proyecto de subsidios al gas en “zonas frías”; o pensemos en cómo la oposición acompañó no solo la suspensión de derechos constitucionales por DNU, sino también su implementación. La hiperregulación de la vida cotidiana, con fundamentos profundamente antiliberales y resultados espectacularmente desastrosos, avanza de forma consensuada.
Pero también pensemos en los temas que no están sobre la mesa dentro de la oposición. Específicamente, pese a quejas esporádicas por impuestos o regulaciones, sorprende que ningún candidato presidenciable de Juntos por el Cambio promueva abiertamente las banderas de una economía de mercado, el libre comercio, las privatizaciones o la desburocratización pese a lo cada vez más extrema y nociva que es la intervención estatal en la economía. Hace falta alguien que diga sin tapujos que en casi todos los aspectos de la vida pública del país el problema es el Estado y que en ese sentido debemos reestructurar por completo legislación impositiva y laboral que solo sirve para empobrecer a los ciudadanos y obstaculizar la creación de empleo; eliminar cientos de organismos de existencia kafkiana; deshacernos de empresas estatales permanentemente deficitarias; y auditar y reducir planes sociales, entre muchas otras medidas. Pero si ni siquiera entre “halcones” asoma un presidenciable que hable de reformas económicas estructurales, ¿cómo puede luego sorprender que reciban atención mediática quienes piden directamente cerrar el Banco Central?
Sorprende que ningún candidato presidenciable de Juntos por el Cambio promueva abiertamente las banderas de una economía de mercado, el libre comercio
Quizás resulte entendible el miedo de algunos políticos a decirse liberales en una sociedad tradicionalmente refractaria al liberalismo. Sin embargo, es preocupante que se adviertan convicciones directamente antiliberales en muchos de los que deberían representar alternativas ante el kirchnerismo. Si uno se basa en las gestiones expansivas del Estado y los ideales "desarrollistas" de las "palomas" de Juntos por el Cambio, ¿es posible siquiera imaginar un cambio de rumbo real a partir de 2023?
En ningún país “normal” falta un polo relevante que promueva la economía de mercado; en Argentina, sí. Y es que, lejos de ser una coalición liberal, en cierto sentido Juntos por el Cambio representa a todo el espectro político de un país normal: incluye a socialdemócratas, conservadores y también, sí, a algunos liberales. Si no existiera enfrente una alternativa con discursos, prácticas y pretensiones autoritarias, el intercambio entre ellos podría ser productivo. Pero a un gobierno que no solo ataca las libertades individuales sino que impone políticas económicas ruinosas debe contraponérsele una coalición que aunque sea ofrezca una alternativa liberal dentro de sí. Esto no garantiza la salvación nacional ni mucho menos, pero al menos puede dar lugar a esperanzas de cambiar el rumbo en la oposición y en el país.
Una coalición solamente republicana no es suficiente para detener el declive de la Argentina
Si Juntos por el Cambio, para enfrentar al kirchnerismo en 2023, va a reeditar una coalición “republicana” cuya principal bandera unificadora sea el respeto por la institucionalidad, entonces reeditará el 2015. Pero el 2015 trajo consigo el 2019, lo cual se dio porque lamentablemente no alcanza con no amedrentar al poder judicial o no amedrentar periodistas para hacer un buen gobierno: los principios republicanos son importantes, pero no aportan las reformas económicas urgentes que el país necesita. Por si fuera poco, el peso de un Estado elefantiásico que le arruina la vida a los ciudadanos y los fuerza a la pobreza, la informalidad o la emigración no solo no va a cambiar sin liberalismo, sino que además conducirá a un mayor autoritarismo en la medida en que el kirchnerismo continúe radicalizándose y tenga a cada vez más personas secuestradas con la billetera estatal. Por todas estas razones, una coalición solamente republicana no es suficiente para detener el declive de la Argentina: sin libertad económica, pronto descubriremos que tampoco puede haber libertad política.
*Magíster en Ciencias Sociales, Universidad de Chicago.