En vísperas del día del periodismo, la profesión vuelve a estar interpelada por la ciudadanía. No son tiempos sencillos para quienes, de alguna u otra manera, llevan a cabo el ejercicio periodístico y menos sencillo se hace cuando ocurren hechos lamentables como el del pasado domingo, en el que un periodista (vaya uno a entender con qué motivos) decidió ser el hacedor de la noticia.
Esta vez fue el caso de Tomás Mendez, quien decidió tomar mayor protagonismo y organizar un escrache frente a la casa de una referente de la oposición. Como si en este país no pasaran noticias suficientes como para ponerse el traje de fabricante de novedades (N. del Autor: en ese mismo momento la Conmebol decidía quitarle la sede a Argentina de la Copa América, el caballito de batallas que tenía el Gobierno para desviar un poco las miradas).
Quien es Tomás Mendez, el periodista que C5N echó por organizar un escrache a Patricia Bullrich
Dada la alta penetración que tuvo la famosa grieta en el discurso de periodistas más radicalizados, algo que impactó en el formato de los diferentes programas y sus respectivas líneas editoriales, muchos han comenzado a cuestionar si realmente el periodismo debe ser considerado esencial. Los comportamientos como el de Tomás Mendez solo alimentan esa visión equívoca y dejan el manto de sospecha sobre el periodismo, desatendiendo la importancia que éste tiene siempre que se ejerza desde el profesionalismo, seriedad, responsabilidad y, sobre todo, ética, en estos complejos tiempos que nos toca vivir. No es justo generalizar y meter a todos en la misma bolsa por la irresponsabilidad de unos pocos.
Este episodio que culminó con el despido del periodista por parte del grupo de medios en el que trabajaba es un ejemplo más de malas prácticas del periodismo, las cuales se siguen viendo. Quizás, esta vez sorprendió más por lo burdo del propio episodio. Así como el periodismo no debe ser noticia sino que debe ser un instrumento para que la ciudadanía acceda a las noticias, al periodista tampoco le corresponde oficiar de juez y llevar la noticia como agua para su molino. Resulta complejo este concepto en los tiempos que corren pero así debe ser el correcto ejercicio de la profesión. La ética periodística, tan olvidada por parte de varios colegas, así lo impone.
Tristemente, este no fue el primer episodio del periodista Mendez, quien siempre tuvo un discurso muy enérgico contra las fake news y la desinformación, pese a haber coqueteado con ellas cuando, a mediados del año pasado, aseguró en un informe que el virus había sido creado por Estados Unidos, Europa e Israel. Todo ello con un discurso muy bélico y malintencionado, atributos que no van en sintonía con aquella “vigilancia del lenguaje y respeto por los hechos” que sugiere Aidan White, el director de la Red de Periodismo Ético, la organización que promueve la ética, el bueno gobierno y la autorregulación del periodismo en sus diferentes plataformas. Su posterior pedido de disculpas a la comunidad judía en aquel entonces fue un primer llamado de atención, más por pedido de los directivos de su medio que por su propia voluntad.
Tan sorprendente como la decisión de Méndez de fogonear el escrache a la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue la reacción en las diferentes redes sociales invitando a un apagón de C5N. Es indudable que la señal televisiva tiene una línea editorial muy poco crítica del oficialismo y hasta gentil a la hora de tratar los temas que más dañan la agenda del Gobierno pero sorprendieron los comentarios que circulaban a favor de este “apagón” en apoyo a la irresponsabilidad del periodista, por parte de los propios feligreses del gobierno. Comentarios que iban en sintonía con la “tibieza” de los directores del grupo de medios que contiene a C5N y que la comparaban con el despido a Roberto Navarro o Víctor Hugo Morales, en su momento. Todo demasiado dantesco.
El TSJ confirmó la condena al periodista Tomás Méndez
En vísperas del día del periodismo debemos reflexionar nuevamente sobre qué queremos realmente para la profesión, si continuaremos coqueteando y alimentando la grieta o seremos responsables y, sobre todo, respetuosos con las audiencias, colocando la verdad por sobre los intereses propios. La discrecionalidad no es un gran aliado en estos tiempos donde el análisis se fusiona con la mirada sesgada y no permite lugar a otras voces. Un mejor periodismo no solo es posible sino que también es necesario.