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Milei no leyó a Alberdi

Juan Bautista Alberdi 20231201
Juan Bautista Alberdi | CEDOC

La gira internacional del presidente Javier Milei, con su primer destino en Israel, tiene como elemento destacado el establecimiento de la ciudad de Jerusalén como sede diplomática de Argentina. Este es un territorio en disputa entre Israel y Palestina, y un viejo motivo de discordia en el derecho internacional. Más allá de cualquier posicionamiento sobre el conflicto de fondo, el gesto del presidente argentino implica un firme alineamiento con Israel y una afrenta a Palestina y el mundo árabe en tiempos de guerra.

Milei y sus colaboradores llevan hechos múltiples pronunciamientos categóricos en materia de política exterior. Ya no pueden calificarse como exabruptos o errores de principiante. Parten de una interpretación no tanto ideológica sino sobre todo moral del mundo y de la inserción de la Argentina en él. Existen sobrados ejemplos de este comportamiento. Tales como negarse a comerciar con “comunistas”, categoría extendida a Venezuela, y también a las gravitantes potencias de Brasil y China, que representan un porcentaje muy significativo de nuestras exportaciones. En el mismo sentido puede verse llamar “comunista asesino” al presidente colombiano o apoyar a la isla de Taiwán. Milei y los libertarios ya no se ocupan sólo de clasificar a los argentinos “de bien” o “del mal”, sino que hacen extensiva esta vara a todo el globo terráqueo.

Esta moralización de la política internacional se contradice con buena parte de la tradición diplomática argentina. No sólo va a contramano de la neutralidad que nuestro país tuvo en las dos guerras mundiales, que muchas veces ha sido reprochada a los gobiernos “populistas” de Perón e Yrigoyen. También es contraria a la tradición liberal en materia de relaciones exteriores. Más precisamente, a las ideas de Juan Bautista Alberdi, padre del liberalismo argentino, a quien el presidente dice admirar.

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El autor de las primeras Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina era un convencido del pragmatismo en materia de relaciones internacionales: “nuestra política exterior debe ser económica y eminentemente comercial por excelencia… Se deben hacer tratados con todas las grandes naciones para crear contrapeso a la influencia anglo-francesa, que hoy prevalece sin resistencia”. Dicha sentencia integra el texto “Política exterior de la República Argentina” escrito en el año 1896. Allí también Alberdi rechazaba cualquier participación bélica de nuestro país, como ya lo había señalado frente a la guerra del Paraguay. Al tomar posición en el conflicto de Medio Oriente, Milei vuelve a desconocer otra de las máximas alberdianas que señala que la paz solo permite el florecimiento del desarrollo, gracias al comercio y la promoción del trabajo.

Poco tienen que ver las ideas de Milei y su gobierno con las del liberalismo argentino. Es más, las acciones que lleva adelante su gobierno no sólo quieren revertir “cien años de populismo”, sino que parecen negar más de doscientos años de consolidación de una Nación. Liberales como Alberdi, Sarmiento o Mitre desarrollaron el ferrocarril, el correo, la educación y salud públicas gracias a las cuales la Argentina construyó una numerosa clase media, distintiva en toda sudamérica por su calidad de vida y hoy seriamente amenazada.

Nada es menos liberal que las ambiciones absolutistas y la constante apelación a las “fuerzas del cielo”. Estos rasgos son más similares a vicios de monarcas medievales que las ideas del liberalismo emancipatorio. Aunque Milei abunde en citas de autoridad en materia económica y presuma erudición, citar no es siempre comprender, sino tal vez fanfarronear. Como dice una antigua frase atribuida a Santo Tomás: “Temo al hombre de un solo libro”.

Alberdi, J. B. (1895/2003). Escritos Póstumos. Tomo III. Política Exterior de la República Argentina. Editorial UNQ.

 

*Legislador porteño (Unión por la Patria) y Lic. en Letras (UBA).