OPINIóN
Pandemia COVID-19

Salida masiva de presos y la puesta en jaque a la honestidad ciudadana

El coronavirus desató una decisión político criminal de vaciar cárceles por superpoblación, otorgándoles a los delincuentes, condenados o no, prisión domiciliaria.

Motín en la cárcel de Devoto-Pablo Cuarterolo 20200429
Motín en la cárcel de Devoto por denuncias de presos por casos de Covid-19 | Pablo Cuarterolo

Papá ¿El que nos robó y me puso el arma en la cabeza para entrar a casa saldrá de la cárcel? ¿Vendrá por nosotros otra vez? Esa pregunta la hizo una nena de 8 años quien fuera víctima de un delito que la marcaría por siempre en su vida.

Mi amigo, al que apodamos “el turquito” me habló por teléfono y atónito me comentó la tristeza, impotencia y angustia generada en su familia ante la posibilidad que el asesino de su hijo adolescente, sentenciado a perpetua, salga en libertad.

No hay respuestas ante estos interrogantes. El coronavirus desató una decisión político criminal de vaciar cárceles por superpoblación, otorgándoles a los delincuentes, condenados o no, prisión domiciliaria.

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Los propios funcionarios reconocen públicamente que sería imposible supervisar a cada uno de ellos. Por lo tanto, los delincuentes encontraron en el virus la propia impunidad de sus actos y van por más, peticionan la condonación de las penas.

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Ese delincuente que debe purgar una sanción penal en una cárcel y sale con la domiciliaria, se ríe en la cara no sólo de la víctima, sino de la justicia.

Ellos le ganaron la pulseada al Estado Nacional.

Le ganó la delincuencia al Poder Judicial.

Le ganó la delincuencia al ciudadano de bien.

Le ganó la delincuencia al laburante, al pyme que no puede pagar los sueldos de este mes o al comerciante que no puede abrir su negocio.

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Le ganó también a ese empleado que ve peligrar su trabajo o al que lo perdió.

¿No me creen? Ayer la policía detuvo a un delincuente que había robado la recaudación de un local. Ante su detención, se les rió en la cara, y les adelantó, “llévame. Igual mañana me voy de nuevo”. Y tuvo razón.

Esto es lo que nos espera post coronavirus. Algo igual o más letal que la pandemia.

Y para evaluar lo sucedido no importa la ideología, el sello partidario, las internas del gobierno, etc. Se les fue de las manos y ahora deberán elegir entre el ciudadano de bien o los delincuentes.

El Presidente fue mi profesor y lejos estuvo o está de pensar en este sentido. El Ministro Berni, al igual que la Ministra Losardo, cuestionaron duramente esta decisión.

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El Poder Judicial debe repensar estas decisiones perversas, que sin dudas tiene mucho de ideología y dedicarse a instrumental la Ley (suena ingenuo, pero así debería serlo). Si la justificación es el hacinamiento en las cárceles, muchos trabajadores viven hacinados en los Barrios 1-11-14 o en la Villa 31, entre otros. De igual manera, muchos niños viven hacinados y son los que reciben la comida diaria en los sectores más carenciados, tales como lo hace el Padre Pepe entre otros “curas villeros”.

Pero existe una gran diferencia entre unos y otros que poseen un mínimo común denominador, tal loes el “hacinamiento”.

Los chiquitos y sus papás (hombres de bien y trabajadores) que viven hacinados y que van a buscar el plato de comida que les lleva el Ejercito Argentino, no se amotinan como tampoco gozan de espacio en los medios periodísticos.

Están esperando el levantamiento de la cuarentena para hacer una changuita y llevar el plato de comida a sus casas.

Con la decisión final que se adopte, si ganan los delincuentes, éstos serán sin dudas en un futuro muy cercano, los grandes referentes sociales.