Tarde, pero llegó. Hubo acuerdo para que ambas cámaras del Congreso de la Nación comiencen a sesionar, de manera virtual, en mayo. Son señales que surgieron producto de la presión de la oposición que sintió, con correcto juicio, que el poder ejecutivo estaba gobernando cómodamente vía decreto mientras hay sectores de la sociedad muy golpeados por la poca prevención en materia económica.
El Congreso (y no solo el nacional sino todas las legislaturas provinciales y municipales) más que nunca debe estar sesionando en un contexto de tamaña crisis. Hasta el momento se observa una terrible anormalidad de nuestro sistema republicano, que con el estilo populista de gobernar busca avasallarse. Se trata de dos poderes anestesiados, el legislativo y el judicial, con un ejecutivo que mira desde arriba, cómodo, con el decreto como carta de presentación y ejecución.
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Todo presentado emotivamente (y con cartitas) en nombre de la emergencia. Pero, miren lo que dice la Constitución Nacional en su Artículo 36.- “Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático. Estos actos serán insanablemente nulos. Todos los ciudadanos tienen el derecho de resistencia contra quienes ejecutaren los actos de fuerza enunciados en este artículo.”
De esta manera, se confirma que el COVID-19 no puede ser motivo de cuarentena de los poderes públicos. Salvo, claro está, que no confiemos en un Estado de Derecho donde las leyes están para ser obedecidas.
El estilo populista también se observa en la contante victimización de una persona que se pretende endiosar. De esta manera, todo lo que diga está bien y quien critica es un otro antipatria. Se victimiza para construir a un enemigo que desde la épica permite legitimar un estilo de liderazgo. Esto es no para nada novedoso pero sí recurrente.
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La presentación ante la Corte Suprema para sesionar de modo virtual es parte de la estrategia explicada en el párrafo anterior, con un alto cinismo. Volvimos a la épica por sobre la razón.
Me permito cerrar esta reflexión con Emmanuel- Joseph Sieyes, quien momentos previos a la Revolución Francesa decía que solamente una buena Constitución podrá garantizar a los ciudadanos el disfrute de sus derechos naturales y sociales, dará estabilidad a todo lo que se haga de bien y operará la extinción sucesiva de todo lo que se ha hecho mal hasta nuestros días.
Es curioso que dos siglos después, ante un escenario de tremenda crisis, algunes le den la espalda a uno de los principios básicos de la democracia moderna.