OPINIóN
Elecciones 2021

Outsiders y jóvenes: no siempre son la solución

Los jóvenes han logrado imponer criterios y dar la pelea en el sistema político en cargos parlamentarios y ejecutivos logrando desplazar la pereza de los añejos para despertar, a veces, no siempre, con ideas nuevas a la política.

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Elecciones | CEDOC-PERFIL

La cultura política argentina, exhausta, agotada rígida y poco creativa, tomó por solución tiempo atrás que la única forma de subsanar errores, recomponer partidos y colaborar con la organización interna de los espacios es a través, casi siempre, de dos fórmulas infalibles que terminaron generando muchas veces más complicaciones: personas lejanas de la política involucrándose ahora, y nuevas cabezas supuestamente frescas para renovar. 

Sebastián Campanario, colega admirable de lucidez y creatividad difícil de empardar, logró condensar estas ideas en su concepto de Revolución Senior, idea que lleva el título de su libro. Esto es básicamente pensar que la experiencia y el recorrido de la vida, lejos de transformar a alguien en descartable, lo trae al concepto oriental de la sabiduría, lo retiene, lo enriquece e impulsa a estar en la toma de decisiones adaptándose a nuevas plataformas y sosteniéndolas en el sistema. La idea cimenta sobre el sector privado, donde los viejos son descartados, es lo contrario a la política, donde en general son los más añejos los que se resisten al paso de los más jóvenes y se perpetúan en el poder. Hace tiempo tomé café con Norberto Beladrich, enorme colega que me dio un par de clases de periodismo, historia, comunicación política y estrategia en encuentros de café. Norberto tiene unos setenta años, y su mirada fresca, innovadora y audaz me permiten ser más creativo a la hora de ejercer el periodismo o asesorar un dirigente.

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Sergio Massa ha logrado en esta elección evitar la tentación de ser candidato, es la primera vez en casi veinte años que una boleta para cargos en el Estado no tiene al caudillo de Tigre en su nómina, el ahora presidente de la Cámara de diputados sentirá la abstinencia de no pertenecer a los que recorren distritos y piden el voto sin importar el partido, el tigrense ha sido candidato por el populismo, la derecha conservadora, el nestorismo embrionario y el progresismo de Stolbizer, todo es válido a la hora de sostener y retroalimentar el sistema político. 

Los jóvenes han logrado imponer criterios y dar la pelea en el sistema político en cargos parlamentarios y ejecutivos logrando desplazar la pereza de los añejos para despertar, a veces, no siempre, con ideas nuevas a la política. Tal es el caso de Agustín Forchieri en la legislatura porteña, quien de la mano de Diego Santilli llegó a la política para hacerse cargo del parlamento local antes de los 35 años. Yamil Santoro, abogado liberal persistente en su ambición por llevar sus ideas a la legislatura, ha logrado condensar con mayor éxito que quienes peinan canas las ideas liberales. Así, la interna que inquieta al oficialismo porteño la encabeza un septuagenario como Ricardo López Murphy en nombre de la experiencia y el joven Santoro desde el impulso inagotable enérgicamente de la política renovada. 

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Lo mismo sucede en Córdoba, donde con 28 años un ignoto Gastón Mazzalay logró desempolvar y aggiornar las ideas justicialistas tras veinte años de naftalniado radicalismo para llegar a ganar la intendencia de Malvinas Argentinas y colarse hoy como candidato a diputado nacional. Es Mazzalay el protagonista o el síntoma de una crisis partidaria, no lo saben aún los cordobeses, pero de la mano de Carlos Caserio, el joven ya se vincula con el poder nacional y sueña con la gobernación sin cumplir treinta años. 

Los outsiders como doble filo también se instalan y revolucionan y erran por igual a veces. Francisco De Narváez, tal vez el outsider más espectacular y exitoso de la política de los últimos años, logró aportar a su cualidad de externo, financiamiento propio, crisis del PJ traicionando a Néstor Kirchner, sostenimiento mediático mediante largas y variadas entrevistas, ponderaciones del sector privado y un gobierno nacional que, negociado por Alberto Fernández, terminó por dilapidar su caudal político perdiendo la ley de retenciones móviles a la soja y provocando una crisis sin precedentes. Fue en ese contexto que se dio el éxito del outsider, no simplemente su condición de externo, sino hubiera fracasado. 

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¿Cuál es el mérito o aporte de Facundo Manes en esta campaña donde se juegan soluciones básicas como el hambre y el proyecto de provincia mientras Manes habla del cerebro y se lamenta por no tener noruegos en sus listas y si a un argentino como Jesús Cariglino? Manes desprecia a Cariglino y a la política no le gusta eso. Manes se pregunta si la campaña de Diego Santilli se pagará con impuestos porteños, sin aclarar con qué fondos se pagan los millonarios actos, encuentros, logística y consultoría Multi millonaria con la que cuenta su espacio. 

 Hablar del cerebro y cabecear preguntas promiscuas en notas anti periodísticas no hace a un candidato ganador sino todo lo contrario, beneficia mucho a Santilli en este caso. 

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Cuando un desempleado no desayuna en Florencio Varela más que pan con mate cocido, un outsider citando a Borges o hablando complejo sólo lo distancia, el desafío de ese voto está en quién asegura al albañil que va a recuperar las changas, que comerá cuatro veces por día y que sus hijos no serán robados, matados o violados volviendo a casa. 

Desafíos para la política, ni lo joven es siempre bueno, ni los outsiders necesariamente renuevan el sistema. Son las personas, no los prejuicios lo que enriquece y genera alternancia y cambios cualitativos.