La esencia del feminismo en su lucha a favor de la igualdad entre mujeres y varones se retrotrae a la antigua Grecia. Pero es desde la década de 1960 cuando las feministas empezaron a cuestionar las teorías tradicionales respecto de diversas representaciones e ideas sobre las mujeres y lo femenino. La atención teórica se dirigió, en primer lugar, a los discursos patriarcales, que eran abiertamente hostiles contra las mujeres y lo femenino, o que ignoraban el rol de las mujeres en la sociedad. El feminismo buscaba incluir a las mujeres en los campos de los cuales se las había excluido y tratar cuestiones importantes como “la esfera privada o doméstica y la esfera pública”, los derechos sexuales y reproductivos o la violencia contra las mujeres.
El feminismo se incorpora a las ciencias sociales a partir de esa década del 60. Pero recién en la del 80, gracias a J. Ann Tickner y otras autoras, comienzan a surgir obras de feminismo o género y relaciones internacionales. Para autores como Margot Light y Fred Halliday se puede hablar de una cierta inercia institucional, de una escasa presencia de mujeres en la disciplina, de la propia despreocupación de las teóricas feministas o de la propia concepción que muchos académicos tienen de la disciplina, sosteniendo que las relaciones internacionales son neutras en cuanto al género.
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Al realizar una revisión de la investigación empírica feminista de las relaciones internacionales, vemos que su mirada no es unívoca, sino que existen perspectivas y enfoques feministas divergentes y, en ocasiones, contradictorios. El punto en común es, por un lado, la denuncia de las desigualdades y prejuicios existentes en las categorías, paradigmas y conceptos de las relaciones internacionales, y por otro, una manifestación de cómo las teorías internacionales, que se consideraron neutrales, objetivas y universales, están en realidad profundamente marcadas por asunciones de género.
Un momento importante de vinculación del feminismo con las relaciones internacionales y de discusión respecto a estas posturas fue la aparición, en 1988, de un número especial de la revista Millennium de la London School of Economics sobre “Mujeres y relaciones internacionales”. A partir de esa publicación, se ha vivido un continuo desarrollo particularmente en áreas como los estudios feministas de seguridad o la economía política global feminista.
El género se incluye como una categoría central, adoptándose nuevas metodologías, una nueva postura epistemológica y modificando las propias nociones de centro-periferia de la espacialidad disciplinaria. Las autoras feministas desarrollaron un método de análisis que intenta capturar fenómenos de las relaciones internacionales invisibilizados por las lentes tradicionales de la disciplina, centradas en las relaciones entre estados soberanos, caracterizados como actores unitarios y racionales masculinizados.
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Gillian Youngs hizo un importante aporte, al analizar que el Estado y el mercado están masculinizados y estructurados, desde el punto de vista del género, y que existe una concepción masculina dominante de la agenda política. Entre las nuevas tendencias, podemos mencionar el Feminismo Postcolonial como crítica al eurocentrismo, en el que se ubican autoras como Gayatri C. Spivak, Trinh T. Min-ha y Chandra T. Mohanty, con su noción de “la mujer del Tercer Mundo”, junto con el ecofeminismo, particularmente representado por Vandana Shiva.
La perspectiva actual de las relaciones internacionales indudablemente va asociada a los cambios sufridos por el feminismo en los últimos años y a la definitiva incorporación de la mujer como una actora importante, ya sea como académica, en puestos de gravitación en los organismos internacionales o como Jefas de Estado, sumado al lugar que ocupan los movimientos sociales a favor de los derechos de la mujer como actores globales.
Los estudios feministas no pretenden crear un discurso unitario para explicar la complejidad de la realidad internacional, sino más bien cuestionarnos y cambiar algunas preguntas clásicas de la disciplina. El principal desafío que plantean es resignificar categorías y conceptos desde una perspectiva de género, y considerar que el género no es neutral y que quienes estudian o actúan vinculados a esta disciplina necesitan pensar en cómo sus escritos o acciones ejercen influencia sobre hombres y mujeres.
¿Queremos que el feminismo desaparezca?
El feminismo en general y en las relaciones internacionales en particular ha sufrido un largo rechazo o desconocimiento. Empezar a conocer las posturas y particularmente comprender que su principal objetivo es la igualdad como acción, pero también la renovación teórica, conceptual, epistemológica y metodológica, es un paso hacia el logro de resultados significativos para la disciplina.
* Sandra Bustamante. Profesora de grado y postgrado de la Universidad de Belgrano y coautora del Manual de Relaciones Internacionales (Teseo, 2021) realizado por la Universidad de Belgrano, la del Salvador y la Austral.