PERIODISMO PURO
opinión

Bicoalicionismo

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Presidentes del PRO nacional y de la provincia de Buenos Aires, Patricia Bullrich y Jorge Macri, entrevistados. | pages / obregon

La Argentina logró estabilidad institucional desde la recuperación democrática en parte gracias a la alternancia en el gobierno entre el radicalismo y sus aliados más el peronismo con los suyos. Alfonsín en 1983, Chacho Álvarez con Alfonsín dándole peso específico al frustrado De la Rúa en 1999, y nuevamente el radicalismo con Carrió (parte del mismo tronco)  legitimando a Macri como político en 2015. Del bipartidismo entre radicalismo y peronismo surgieron los siete presidentes electos en las urnas y el elegido por el Congreso (Duhalde) que gobernaron los nueve períodos presidenciales a lo largo de los cuarenta años que se cumplirán el 10 de diciembre de 2023, al finalizar el mandato de Alberto Fernández. 

Cuando se habla de las diferencias entre la vicepresidenta y el Presidente la gran pregunta subyacente es cómo sigue el sistema político tras la derrota de la reelección de Macri y su altísimo índice de rechazo, al mismo tiempo similar al de Cristina Kirchner, y la aceleración de los tiempos que producirá el “Covid-21”: la pandemia económica que dejará la crisis sanitaria.

Cada coalición busca la hegemonía que no logra pero en su intento incorpora los moderados que dan gobernabilidad

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¿Aguanta la coalición gobernante las tensiones entre el kirchnerismo cristinista y el kirchnerismo albertista? ¿No aguanta porque se dividen o porque logrando continuar juntos no logran aunar un rumbo, y/o aunándolo en la cosmovisión cristinista la crisis se los come?  ¿Y aguanta la coalición opositora la capitis deminutio que tiene que sufrir Macri y el propio PRO para que el radicalismo deje de ser un socio minoritario en ese espacio y Juntos por el Cambio se vaya amalgamando en algo que no sea un partido de derecha disfrazado de centro y finalmente minoritario, pudiendo así hacer que Mauricio Macri como fue López Murphy en su momento como candidato presidencial en 2003, cuando estuvo cerca de vencer a Néstor Kirchner, pase a ser historia junto con los globos amarillos y la antipolítica?

La presidenta del PRO nacional, Patricia Bullrich, y el presidente del PRO de la provincia de Buenos Aires, Jorge Macri, analizan esa pulsión entre la cohesión y la desunión, de su propia coalición como de la gobernante, en dos reportajes largos de esta edición. Bullrich –coincidiendo con Berni no solo en cuestiones de seguridad sino en su estilo combativo– representa el sector más beligerante con la coalición de gobierno. Y remarca que Alberto Fernández, siendo jefe de Gabinete en 2007, fue el operador principal de la transversalidad que cooptó a radicales y también figuras del PRO y la Coalición Cívica. Para ella el peronismo tiene vocación de partido único y buscará dividir a la oposición seduciendo a sus figuras, como ya hizo con Ricardo Alfonsín, enviándolo de embajador a España. “No se construye una verdadera democracia robándoles gente a los otros partidos”, dice mientras Miguel Ángel Pichetto trata de hacer lo mismo que Alberto Fernández, buscando traer a Juntos por el Cambio a peronistas por algún motivo disconformes con Alberto Fernández o Cristina Kirchner, e hizo Macri hace una década cooptando peronistas (Monzó, Ritondo, Santilli y el propio Rodríguez Larreta) para crear el PRO. Incluso las elecciones de 2015 las ganó solo recién en el ballottage con los votos peronistas de Sergio Massa y del Frente Renovador. 

Cada coalición, la de gobierno y la de oposición, sabe que sola no gana. Por más que el peronismo tenga una masa crítica de votantes propios mayor, igual no le alcanza para ganar una elección y precisa conseguir enamorar a los independientes, que alternativamente apoyan al peronismo o al panradicalismo, y son los verdaderos árbitros de los destinos del país.

Jorge Macri lo tiene claro: “Para llegar al poder hay que llegar con los moderados, que son la mayoría”, y algo que Patricia Bullrich no se permite, es crítico de Mauricio Macri: tiene responsabilidad por el regreso del kirchnerismo, “subestimamos la importancia de buscar consensos”, “nos faltó más política“ y critica la soberbia: “Si hubiéramos perdido en 2017, ganábamos en 2019”.

Los moderados que votaron por Macri en 2015 y por Fernández en 2019 son los árbitros que deciden quien gana

Dos visiones que tienen un punto en común: mantener unida la coalición: “Somos la primera coalición de gobierno que pierde una elección y permanece unida, consolidamos una alternativa de poder real con valores diferentes, que pelea por banderas muy distintas y que además es lo suficientemente ambiciosa como para desear gobernar” (Jorge Macri). “Logramos que el país sea bicoalicionista” y “todos compartimos la idea de ir hacia el centro; el tema es cómo se hace” (Patricia Bullrich).

En la coalición gobernante, los partidarios del Presidente podrían hoy parafrasear así: “Con Alberto Fernández (lo que él representa, el peronismo no cristinista) no alcanza pero sin Alberto Fernández no se puede”. Ambas coaliciones podrán continuar  existiendo mientras puedan mantener sin explotar las tensiones entre sus extremistas y quienes les permiten ganar: sus moderados.