POLICIA
matricidio en trenque lauquen

Festejó Navidad con su mamá y 72 horas después le clavó un cuchillo en el corazón

La víctima tenía 78 años. Se llamaba Angélica Puppo, pero todos la conocían como “Keka”. Antes de morir en la guardia de un hospital, le contó a los médicos que su hija de 39 años la había atacado en la puerta de su casa.

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Víctima. Angélica Puppo había trabajado en la Casa del Niño y hasta en un frigorífico. El miércoles 27 de diciembre pasado a las 10 de la noche su hija la mató de una puñalada. | cedoc

Angélica Norma Puppo tenía 78 años. Le decían “Keka”. El miércoles 27 de diciembre pasado a las 10 de la noche fue asesinada de una puñalada en la ciudad de Trenque Lauquen. No fue un robo ni una venganza: Yésica Barella, una de sus hijas de 39 años, la atacó por la espalda cuando ella estaba subiendo a un remís.  

“Keka” era madre de ocho hijos. Tenía muchos nietos. También bisnietos. Trabajó casi toda su vida. En la Casa del Niño, en una casa de comidas, un frigorífico y hasta cuidando chicos. No tenía problemas con nadie. Y lo que más le gustaba era bailar. “Era un amor. Muy querida y conocida en Trenque Lauquen, con muchas amistades”, contó a PERFIL un familiar cercano.   

Su asesinato despertó una enorme conmoción en la ciudad donde vivió casi toda su vida. Fueron muchos los mensajes en las redes sociales que recibió después de su muerte. “No tengo palabras para poder decir lo que siento. Tanto dolor, tristeza, algo de no creer. Pasaste tantas cosas amiga y saliste adelante. No puedo entender que te vayas de esta aberrante manera”, la despidió María Loyola, una de sus mejores amigas, con un emotivo posteo en su cuenta de Facebook.

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En la familia de “Keka” no encuentran una explicación para semejante tragedia. “Todavía no podemos entender el por qué”, reconoció a este diario una persona allegada a las dos mujeres. 

“Keka” y Yésica no se llevaban mal, coincidieron sus familiares. De hecho, habían compartido la cena de Nochebuena. El 24 de diciembre pasado la homicida la recibió en su casa de la calle Mariano Moreno 1095, junto a su esposo Germán y sus hijos. Hubo brindis, buenos deseos y algo de música. Tres días después la historia sería completamente distinta. 

El miércoles pasado a la noche la jubilada pasó a buscar un ventilador por el domicilio de su hija. Cuando se estaba por subir a un remís recibió una puñalada mortal a la altura del tórax que le perforó el ventrículo izquierdo.

Yésica la atacó con un cuchillo de cocina y regresó a su casa. El chofer llevó a la víctima hasta el hospital local. En la guardia, “Keka” todavía estaba lúcida y alcanzó a decir que había sido su propia hija la que le había clavado el cuchillo en el corazón. Poco después, y a raíz de la lesión sufrida, la jubilada falleció de un paro cardiorrespiratorio. 

Casi al mismo tiempo, personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Trenque Lauquen detuvo a su hija Yésica y secuestró el arma homicida: un cuchillo con el mango de madera y la hoja gastada.

Según fuentes policiales, la matricida fue trasladada a un centro médico para su evaluación mental y este jueves fue indagada por la fiscal Karina Tallarico, a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 4 de Trenque Lauquen.  

Yésica está acusada por “homicidio agravado por el vínculo”, un delito que prevé una condena a prisión perpetua. En su entorno aseguran que la mujer tuvo problemas de adicciones y que llegó a estar medicada, pero entienden que “es consciente de todo lo que hace”.       

“No era una persona fácil de tratar. Estuvo un tiempo con medicación, pero no es una persona enferma. La relación con ‘Keka’ era normal. Nunca tuvo un episodio de violencia ni hubo una discusión de por medio el día del hecho”, dice a este diario un allegado a la homicida. 

Otro familiar, en cambio, asevera que la acusada nunca “estuvo cuerda”. “Siempre insultó a mi abuela, la llamaba para tomar mate y al rato empezaba a insultarla”, cuenta.  

Sobre el móvil del crimen voceros del caso deslizaron “una cuestión familiar de vieja data como posible disparador”, pero en el entorno de la víctima lo negaron. 

Yésica había trabajado en la panadería de uno de sus tíos y vivía con su esposo y sus cuatro hijos (dos nenas y dos varones). Desde el miércoles permanece detenida. Ningún familiar –al menos hasta el momento– pudo hablar con ella.

 


 

Un antecedente reciente en Córdoba: “Dios, perdóname”

Las mujeres matricidas no abundan en la historia criminal argentina, pero curiosamente el caso de Yésica Barella es el segundo que ocurre en el año. En la provincia de Córdoba, una mujer de 59 años fue asfixiada por su hija, que la mató con una almohada en su casa de Capilla del Monte. 

Celeste Rodríguez (30), una de las hijas de María Rosa Ravetti, fue detenida y acusada por el crimen ocurrido el 1° de febrero pasado. Dos meses después se quitó la vida en la celda del penal de Bouwer, donde se encontraba detenida.   

La mujer había confesado el asesinato: dijo que mató a su mamá para que dejara de sufrir. María Rosa estaba postrada en una cama por diversos problemas de salud. 

En sus redes sociales, la acusada había dado algunas señales de la difícil situación que atravesaba. “Soy madre, padre, hija, enfermera, novia, empleada, ama de casa... No doy más. Me va a dar un ACV, trato de estar fuerte por mis hijas, pero no doy más, nadie me ayuda. Estoy cansada”, escribió en su cuenta de Facebook. 

Pocas horas del crimen volvió a dejar en claro sus padecimientos: “Porque yo me tengo que ocupar sola de ella cuando tiene a mi hermano y la familia que la crió. Se lavan las manos y me dejan todo a mí. Harta de promesas que no se cumplen”. Y agregó: “Bueno. Pedí mucho tiempo ayuda. Nadie me ayudó. Nadie respondió. Espero que mis hijas estén bien. Dios perdóname”. 

En Estados Unidos, el caso de Gypsy Rose Blanchard despertó la atención de muchos medios de comunicación y hasta abrió un fuerte debate sobre la salud mental. 

Durante años, la víctima, Dee Dee Blanchard, fingió una supuesta enfermedad terminal de su hija, sometiéndola a diversos tratamientos innecesarios. Cuando ella supo la verdad, decidió matar a su madre con la ayuda de su novio. Pasó ocho años en la cárcel y este jueves 28 de diciembre recuperó la libertad.