Hace una semana el aviso se escribió con ocho balazos en el frente de su negocio poli rubro de Solís al 200 bis, barrio Ludueña. La mafia narco que asola a los comerciantes pidiendo plata por seguridad primero avisó y hoy ejecutó: un auto gris se detuvo frente al local y efectuó al menos siete disparos. Allí quedó tendida, María del Carmen Vidal, 57 años, dueña del almacén que funciona hace dos años. Así, febrero sumó 25 los crímenes en Rosario y el mensaje estremecedor para quienes reciben estas amenazas: plata o plomo.
Si bien hubo casos donde luego del hecho de homicidio, en la investigación surge que hubo amenazas no denunciadas; las advertencias a comercios para que paguen por seguridad no son nuevas. Negocios de los corredores gastronómicos de la Av Pellegrini o Pichincha fueron noticias, como también concesionarias de autos que recibieron balazos, pero, volver una semana después de balear el local para asesinar a su propietaria es una novedad que parece no inquietar a los responsables de la seguridad en la Sinaloa del Paraná.
Atacaron a balazos el frente de Televisión Litoral y el Complejo Penitenciario de Rosario
Como una letanía, los vecinos indignados se repiten: “No hay policía. Esto es terreno de nadie. Nadie se salva acá. Llamamos a la policía y a la ambulancia. Tuvo que ir un chico en bicicleta a buscar hasta la comisaría. Este era un kiosco de familia”. Solo durante el 2022, hubo en Ludueña hubo más de 150 crímenes, liderando junto a Empalme Graneros, los barrios más calientes de Rosario.
Rosario, la Sinaloa del Paraná
Por su parte, en la noche del lunes, en el barrio FONAVI Supercemento, zona oeste de la ciudad, un automóvil se detuvo en uno de los monoblock de calle Donado y Derqui, desde donde dispararon a un departamento, que según afirman los vecinos, “viven soldaditos que responden a los Cantero, no son pibes del barrio, los traen a vender ahí”.
Otro de los barrios que está en permanente tensión, cooptado por el narcomenudeo, es Zona Cero, al noroeste de Rosario, donde anoche hubo “diez minutos de balaceras, fue algo terrible. Llegaron dos sujetos al barrio que se hicieron cargo de unos de los tres bunkers que hay acá. Nosotros estamos dentro de la jurisdicción de la comisaría Sub 2da, de Nuevo Alberdi y se sabe que están arreglados, uno de ellos a cien metros de la seccional. Eran las nueve de la noche y dos banditas se enfrentaron, hay una chica trans que quedó grave. Hasta que no tengamos un ministro de Seguridad que se ponga los pantalones largos no se va a terminar. Estas lacras que envenena el barrio están arregladas con jueces y fiscales. La gente de trabajo tenemos que vivir encerrados”, concluyó el vecino.
Mientras era acribillada María del Carmen Vidal en su negocio en horas del mediodía, en los medios locales, el intendente Pablo Javkin cruzaba a las autoridades del ENACOM por sus dichos sobre que en las cárceles, donde se encuentran presos de alto perfil, se está instalando fibra óptica: “Eso va a significar muerte para Rosario. Por lo menos que no les pongan fibra óptica, que no le aceleren las comunicaciones. Esto es algo contundente, ahora le ponemos tecnología para que hablen mejor, es el colmo”.
El titular del ente, Gonzalo Quilodran, respondió por Twitter que “es una vergüenza el desconocimiento de Javkin respecto del tema conectividad en Servicios Penitenciarios. El plan del gobierno tiene como finalidad que los presos puedan realizar sus declaraciones judiciales desde los penales, sin que los reclusos tengan acceso a dicha conectividad para otra actividad ni en otro momento”.
Mientras, el intendente, en modo campaña, hace declaraciones tribuneras, y lo que sí debería exigir son los inhibidores para celulares para que los líderes de las bandas que se encuentran detenidos en las penitenciarías federales no sigan manejando el negocio a sus anchas. Paradójicamente, hoy se cumplen nueve meses del incendio intencional en la secretaria de Desarrollo Social de la Municipalidad de Rosario, desde donde salían cajas del Plan Cuidar para el comedor que administraba el Viejo Cantero en el barrio Vía Honda, uno de los tantos casos que duerme en los cajones de la Justicia.
Por Santiago Baraldi