Gabriela Michetti conoció a Jorge Bergoglio en 2003 a través de una prima del entonces cardenal, Graciela Bergoglio, oriunda de Laprida y amiga de su familia. Hoy la diputada del PRO habla de su “guía espiritual y consejero de la vida”.
—¿Cómo la afectará en su vida personal?
—De forma negativa porque me voy a quedar sin ese privilegio de poder contar con él cada vez que levantaba el teléfono. Todavía no hice ese duelo, cuando lo pienso me quiebro porque fue muy importante en mi vida profesional y personal.
—¿Lo consultaba sobre todos los temas?
—No hablaba de la política de todos los días, no le preguntaba si tengo que ir a internas. Eran conversaciones de valores: cuando decidí renunciar a la vicejefatura tuve un conflicto, por un lado, el valor institucional de terminar un mandato, y por el otro, el valor de ser solidaria con mi partido porque si no podíamos perder la elección. No me decía que hiciera una cosa, pero me daba pistas.
—¿Habló de cuestiones íntimas?
—Sí, porque me he confesado. He hablado de mi separación, de mi noviazgo.
—¿Cómo es en el trato cotidiano?
—Es una persona mucho más dispuesta a escuchar que a hablar. Es muy profundo, tiene un altísimo nivel de introspección espiritual; se levantaba a las cinco de la mañana y rezaba horas todos los días.
—¿Qué le comentaba sobre los ataques del kirchnerismo?
—Sufría, no le gustaba nada ser tomado como un político. Algunos del Gobierno tomaron sus palabras, que eran para toda la dirigencia, como personales.