Es coordinador de Asuntos Técnicos de la Unidad Presidencial, contertuliano del secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli; el presidente venezolano Hugo Chávez lo llama “Rafa” y pregunta por él cada vez que pisa el país, el mandatario ecuatoriano Rafael Correa le dice “tocayo”, y conserva una gran amistad con el boliviano Evo Morales. Néstor Kirchner lo llama continuamente y hasta lo seleccionó para que lo acompañara a Colombia durante la frustrada misión para liberar a Ingrid Betancourt.
El ministro de Planificación, Julio De Vido, lo busca cuando hay que hacer una operación quirúrgica delicada. Quienes lo conocen saben que Rafael Enrique Follonier es un hombre al que le gusta trabajar bajo la sombra.
Follonier y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, son dos piezas fundamentales en la estrategia del ex presidente para “comprar o romper” cualquier piedra opositora que se ponga en el camino. El escenario de conflicto no es otro que la provincia de Buenos Aires, pero el grupo operativo puede actuar en cualquier parte del país.
La primera movida de Follonier fue la de promover el ingreso formal de Emilio Pérsico a la estructura del Gobierno. CFK, a través del decreto 2286/2008, nombró al piquetero líder del Movimiento Evita como subsecretario de Comercialización de la Economía Social, en el ámbito del Ministerio de Desarrollo. La segunda movida fue hacer lo mismo en la provincia de Buenos Aires, donde también utilizó a alguien del Movimiento Evita. Se trata de Edgardo Binstock, que asumió como subsecretario de Coordinación de Políticas Territoriales.
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