Desde que Sergio Massa anunció que seguiría en carrera hacia la presidencia, en el Gobierno se dividieron las aguas. Hay dos corrientes. Están los que creen que cumplirá con su palabra, y los que piensan que renunciará a la postulación, quedando fuera de juego.
“Si no se presenta, deja en ‘banda’ a los que quieren ser legisladores nacionales”, opinó un ministro en diálogo con PERFIL. Y agregó: “Pagará un alto costo político”. Pero otros funcionarios y legisladores del oficialismo sostienen que no estará en la grilla de candidatos cuando se cierren las listas, dentro de siete días.
El principal argumento para sostener esto es que el jefe del Frente Renovador no tiene recursos económicos para afrontar una campaña costosa. Los que prefieren esta teoría indican que, además, Massa perdió caudal electoral con la fuga de dirigentes y que insistir con una candidatura a presidente lo colocaría tercero, con muy pocos votos, en la elección de agosto.
Lo que no está claro en la Casa Rosada es qué escenario es el que conviene más al oficialismo. “Muchos piensan que lo mejor es que Massa no siga, porque buena parte de sus votos irían para Scioli. Otros creen que lo conveniente es que continúe. Pero no estamos de acuerdo en este punto”, confió a este diario un importante miembro del gabinete.
Sobre la posibilidad de que el líder del Frente Renovador se postule como candidato a gobernador por el PRO, casi no tienen dudas: no lo hará. Aunque con Massa tienen cierto resquemor. Hace dos años no lo vieron venir y su presentación “sorpresiva” como candidato de la oposición forzó una derrota del oficialismo en el bastión K, la provincia de Buenos Aires. Por eso no quieren repetir el mismo error.
Los kirchneristas tachan los días del calendario para descifrar el misterio. Falta poco.