En el marco del monumental Coliseo romano, el papa Francisco dio inicio este Viernes Santo a su primer Via Crucis como Jefe de la Iglesia católica, a la que quiere acercar a los más pobres y necesitados.
El argentino Jorge Mario Begoglio llegó en un automóvil negro al anfiteatro iluminado a pleno, donde fue recibido por el alcalde de Roma, Gianni Alemano y altas autoridades religiosas-, en medio de una multitud entusiasmada de fieles con antorchas encendidas para presidir uno de los momentos cruciales de los ritos tradicionales de Pascua.
El nuevo Pontífice desde el monte Palatino y circundado por miles de peregrinos comenzó así la última parte de su jornada, en un momento para el recogimiento y la reflexión, en el día que comunidad cristiana conmemora la muerte de Jesucristo.
Según la leyenda, fue en el Coliseo donde los cristianos fueron arrojados a los leones durante las persecuciones de los primeros siglos.
Previamente, los ritos del Viernes Santo tuvieron sus momentos más significativos en la postración papal y en la adoración de la cruz, en una ceremonia de casi dos horas en la basílica de San Pedro.
Este año, el Vía Crucis tiene la impronta de su predecesor, Benedicto XVI, quien había encargado las meditaciones que se leen en cada estación al patriarca de la Iglesia maronita libanesa Bechara Rai y éste encomendó a dos jóvenes su redacción.
Se trata de una forma de destacar el drama que vive Oriente Medio, con la guerra de Siria, pero también la difícil coexistencia entre musulmanes y cristianos, el auge del islam y la huida de muchos cristianos de la región ante la persecución que sufren.