Nadie tiene claro todavía en qué va a quedar la negociación por los diez puntos de acuerdos básicos a los que convocó el Gobierno a referentes de la oposición y diferentes sectores de la sociedad como sindicatos, empresarios y líderes religiosos. Sin embargo, hay un sector del oficialismo que con las negociaciones tiene un objetivo claro en la mira: allanar el camino para la conformación de una “alianza del ballottage”.
Salvo que mayo y junio sean meses de profundización de la crisis económica, y en consecuencia de derrumbe de las posibilidades de Mauricio Macri de pelear por su reelección, nadie en Gobierno se imagina que sea posible una ampliación de Cambiemos a sectores del peronismo. Es un reclamo insistente del radicalismo, pero también de sectores internos del macrismo.
En ese contexto, ya hay funcionarios y dirigentes pensando en la necesidad de mostrar signos de apertura desde ahora y buscar puntos de entendimiento con el peronismo no kirchnerista. La confección de diez (o más) puntos de acuerdos básicos serviría como punta de lanza para mostrar, en el eventual ballottage, señales de sintonía. La contrapartida, en tanto, sería dejar a Cristina Kirchner aislada.
Los diez puntos, creen, servirían para mostrar señales de sintonía y aislar a CFK
Esta postura, sin embargo, choca con tres realidades. Por un lado, desde el peronismo alternativo no hay nadie dando señales de querer integrar Cambiemos. Roberto Lavagna fue categórico ayer en rechazar esa posibilidad y Sergio Massa parece más cerca de coquetear con el kirchnerismo que con el oficialismo. Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto fueron los dos más predispuestos a dialogar con el Gobierno, pero sin pensar en una posible alianza.
Por otra parte, el kirchnerismo también inició un proceso de acercamiento con el peronismo alternativo. Cristina Kirchner lo dejó entrever el jueves, en la Feria del Libro, cuando habló de un “contrato social”. Ayer, Máximo Kirchner planteó, en un acto en Quilmes, que “la coalición del próximo gobierno deberá ser mucho más amplia que la coalición electoral”. Todos quieren su ‘alianza del ballottage’.
Además, dentro del propio macrismo, sobre todo en el sector referenciado con Marcos Peña, creen innecesario avanzar en acuerdos electorales de cúpula. “Los votos no son de los dirigentes, sino de la gente, por lo que creemos que esos votos, en un mano a mano, vienen solos más allá de lo que digan los dirigentes”, aseguran.
Negociaciones. Así y todo, el Gobierno está enfocado en mostrarse activo en la negociación con los diferentes actores para llegar a algún tipo de consenso. “El entendimiento debería ir por el lado del ballottage”, reconoce un funcionario que sigue de cerca las negociaciones. Pero en la previa al cierre de listas, el principal objetivo es dar señales a los mercados respecto a las posibilidades de los argentinos de ponerse de acuerdo en cuestiones elementales. El interrogante es si habrá algo para mostrar.
Macri y Peña no suelen ser muy optimistas respecto a la capacidad de la dirigencia argentina de sentarse en una misma mesa y definir un rumbo común. Suelen citar al historiador israelí Yuval Noah Harari, quien sostiene que la principal razón por la cual el ser humano domina el mundo es por su capacidad de cooperar a grandes escalas. En la Argentina, creen en la cima del macrismo, hay un fuerte déficit en ese sentido y falta cooperación para dirimir los sacrificios que el desarrollo necesita.
El kirchnerismo respondió y también salió a captar votantes del peronismo no K
¿Por qué avanzaron con los acuerdos básicos entonces? Las respuestas en el oficialismo son diversas. Unos pocos hablan de una intencionalidad genuina de buscar consensos. Otros responden que el objetivo estuvo puesto en llevar calma a los mercados. Pero también hay quienes reconocen que estuvo pensado desde lo político, para acallar las presiones para mostrar más apertura. Martín Lousteau fue de los primeros en plantearle a Macri la necesidad de ampliar Cambiemos a otros sectores, con la idea de dar un volantazo político fuerte que le ponga un freno a un eventual retorno de Cristina al poder. Justamente, el diputado y ex embajador es quizás el único referente por el que el Gobierno hace esfuerzos para sumarlo definitivamente al espacio.
La cúpula del radicalismo, en la misma línea, también viene pidiendo señales de apertura. Enrique "Coti" Nosiglia, por ejemplo, es uno de los que le llevó ese mensaje tanto al Presidente como a Peña, sobre todo pensando en las dificultades para gobernar en caso de conseguir la reelección. En esa lógica, los acuerdos políticos deberían darse antes de que empiece un segundo mandato, con señales claras a los eventuales socios o aliados. Antes del ballottage, consideran, debería estar definido el esquema de poder venidero. Los acuerdos básicos, así, van en ese camino.
Próximo turno, la CGT
Después de haber recibido a cinco gobernadores y al precandidato presidencial Daniel Scioli, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, apuntará esta semana a convocar a los líderes de la CGT a diálogar sobre los diez puntos de los acuerdos básicos que lanzó el Gobierno.
Hasta ahora no está definido el rumbo que tendrá la negociación. En Casa Rosada apuestan a que después de las reuniones que se vayan realizando, los distintos actores respondan con sus propios puntos de acuerdos básicos para luego poder presentar un acuerdo definitivo.
Uno de los gobernadores se fue de la Rosada pensando en que ese texto podría terminar siendo firmado por todos. Pero en el Gobierno son más cautos y dudan que puedan llegar a tanto.
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