El impacto del cambio climático ya es imparable. El aumento de las sequías, los huracanes, las inundaciones, el deshielo de los polos y el nivel del mar son sólo algunos de los efectos del calentamiento global que ya son observables. Y los científicos pronostican que este tipo de fenómenos empeorará en el transcurso del siglo XXI. De todos modos, insisten en que aún se puede intentar mitigar las consecuencias. Siempre y cuando, haya voluntad política para reducir las emisiones de los gases que calientan el termómetro planetario.
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial presentó el viernes en París una evaluación final –revisada por más de 2.500 investigadores– acerca de los principales estudios científicos relacionados con el cambio climático que fueron publicados desde 2001 (ver pág. 37). Este reporte, que se realiza cada cinco o seis años, tiene como fin exclusivo informar a los responsables de las políticas gubernamentales. La idea es llamar a la acción antes de que realmente sea demasiado tarde.
Plan Z. Pero mientras se esperan las decisiones de los Estados, los investigadores no se quedan de brazos cruzados, sino que buscan distintas alternativas –algunas incluso extravagantes– para contrarrestar el problema.
Bajo la consigna “Ante problemas globales, soluciones globales”, varias universidades y centros de investigación del mundo están ideando megaproyectos para reducir las emisiones a la atmósfera del dióxido de carbono (CO2) y otros gases responsables del efecto invernadero. La revista brasileña Veja se encargó de reunir las más importantes de ellas: desde la propuesta de capturar el CO2 emitido por el sector industrial (responsable del 50% del total de las emisiones de ese gas) para luego enterrarlo bajo la corteza terrestre, a la liberación de azufre a la atmósfera para bloquear el ingreso de los rayos solares y la polémica idea de reemplazar el “carbón” por la energía nuclear (ver gráfico).
“Es legítimo que haya científicos que realicen este tipo de proyectos, pero no lo es que piensen que son las mejores soluciones”, dijo a PERFIL Juan Carlos Villalonga, director político de Greenpeace Argentina. De todos modos, Villalonga concedió que esos proyectos ayudan al debate. Y aseguró que hay que apostar con urgencia al desarrollo de energías renovables, como la eólica y la solar. “La gran paradoja es que no nos enfrentamos a un problema del cual no conozcamos la solución. Disponemos de tecnología para avanzar hacia una economía basada en el hidrógeno”, destacó.
Trecho. Lo cierto es que los científicos tienen cada vez menos dudas sobre la influencia del ser humano en el actual calentamiento global. A diferencia de 2001, cuando se estimaba que la actividad humana representaba un 60% del problema (por la quema de combustibles fósiles y la deforestación, principalmente), hoy hay un 90% de certeza de que el hombre es la causa.
La disminución del grado de incertidumbre se debe al esfuerzo de la comunidad científica por investigar el fenómeno: “Una de las características de este nuevo informe del IPCC es justamente la gran cantidad de estudios relativos al cambio climático, y la mayor cantidad de regiones con datos disponibles; entre ellas, de Sudamérica”, le dijo a este diario desde París, Matilde Rusticucci, profesora de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y coautora del flamante informe del IPCC.
Los científicos volvieron a lanzar una advertencia. De que esta vez sea escuchada dependen el clima, y la vida, del planeta.
Pronóstico alterado en EE.UU. Todo indica que en los Estados Unidos la política sobre el calentamiento global podría cambiar. El primer golpe lo dio el huracán Katrina. Luego, la película La verdad incómoda, donde el ex vicepresidente Al Gore mostró cómo el cambio climático no es sólo una cuestión científica, sino también política y moral. Ahora, los representantes de 10 grandes corporaciones norteamericanas (entre ellas, Dupont y General Electric), que le exigieron a George W. Bush que tome medidas para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Y una organización de científicos denunció que el gobierno de EE.UU. los presiona para “ajustar” los resultados de sus papers al escepticismo oficial sobre las causas del cambio climático.
Estados Unidos es uno de los únicos países que no ratificaron el Protocolo de Kyoto. Y es famosa la reticencia de la mayoría de sus funcionarios a debatir sobre la responsabilidad humana en este fenómeno. Incluso su gobierno explicó su inacción en base a la corriente científica, ya de poco peso, que afirma que el calentamiento se debe a un ciclo natural de la Tierra.
No obstante, algunos estados de ese país ya invierten en energías limpias. Y las voces críticas se hacen escuchar incluso en el Capitolio. El demócrata Henry Waxman, presidente del Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental, respaldó esta semana la denuncia realizada por la “Unión de Científicos Preocupados”.
A Bush se le complica seguir evitando el tema. Así, aunque no habló directamente de combatir el cambio climático, en su reciente discurso anual llamó a disminuir en un 20% el uso del petróleo hacia 2017. También pidió desarrollar el biocombustible. En 2008 hay elecciones presidenciales. Y soplan vientos de cambio.
Un panorama sombrío. Los más de 500 expertos sobre cambio climático reunidos en París presentaron el viernes el tan esperado informe sobre el panorama del clima del siglo XXI. Y el resultado fue contundente: el aumento de temperatura global oscilará entre 1,4º C y 4º C con respecto al período 1980-1999; los océanos incrementarán su temperatura media provocando así su dilatación, lo que hará subir el nivel del mar entre 18 y 59 centímetros; y se intensificarán los huracanes, los ciclones, las lluvias y las olas de calor en todo el mundo.
El documento, elaborado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), es el resumen de un informe de 1.000 páginas realizado por 152 científicos de todo el mundo. Su meta es informar a los gobiernos sobre todo el conocimiento científico relativo al calentamiento global.
El presidente francés Jacques Chirac escuchó con atención las voces de los científicos el viernes, y llamó a un cambio. “Frente a esta urgencia, no hay tiempo para medidas tibias. Es hora de una revolución de nuestras conciencias, de nuestra economía y de nuestra acción política”, dijo Chirac durante la apertura de una reu-nión –paralela a la del IPCC– donde se reunieron 200 representantes de diferentes países. Ese mismo día, varias ONG convocaron a un apagón mundial para tomar conciencia sobre el cambio climático. Desde la parisina Torre Eiffel hasta el Coliseo romano quedaron sin luz.
Advertencia. A lo largo de 2007 se presentarán otros dos reportes del IPCC: el primero, durante una reunión en Bélgica en abril; el segundo, en Tailandia un mes después. Informarán sobre los impactos a nivel regional, y las soluciones posibles para mitigar las consecuencias del fenómeno.
Recién en noviembre, en España, se presentará la síntesis completa del nuevo informe del IPCC, organismo creado en 1988.
A las imágenes que ya recorren el mundo de los hielos polares derritiéndose sin parar, los huracanes que destrozan ciudades y el smog habitual en las grandes urbes, los científicos suman un pronóstico más sombrío. Las nuevas Atlántidas y los polos para ir a veranear son lo más “suave”.
El gran impacto tendrá que ver con la escasez del agua potable y de alimentos, las inundaciones y la extinción de especies animales. Salvo que el esfuerzo de quienes estudian este fenómeno climático sea tenido en cuenta. Y se tomen medidas para mitigar las consecuencias.