El golpe de Estado en Bolivia y el viaje relámpago a Uruguay, en apoyo al Frente Amplio de cara al ballottage del domingo 24, mantuvo activo al presidente electo, Alberto Fernández, en su nuevo rol de líder regional con el que lo invistieron el pasado fin de semana en el Grupo de Puebla. Sin embargo, hay quienes le insisten, dentro de su equipo, en priorizar el perfil pragmático que supo construir sin que ello implique una renuncia a sus ideas políticas.
Su declaración sobre Estados Unidos retornando “a las peores épocas de los años setenta” por avalar a los militares bolivianos que “sugirieron” al presidente Morales su renuncia, fue tan celebrado en una parte del Frente de Todos como prudencia despertó en otros. No tanto porque opinen diferente sino por el tono que escogió para manifestarlo.
Tal como Fernández argumentó luego, “tener la mejor relación” es “decirse las cosas francamente”. El vínculo con Washington es uno de los que más se trabaja desde hace meses en su entorno, mediante contactos formales e informales, tanto en Buenos Aires como en el Norte, con diversos actores del poder político y los grupos financieros.
De hecho, la cuestión de los modos ya había aflorado en la redacción de la Declaración Final de Puebla. Quien se afianza como su posible canciller, Felipe Solá, no estaba tan convencido de abundar en las adjetivaciones que suelen aparecer en los documentos de este foro de referentes progresistas sobre temas tan diversos como los exabruptos del brasileño Jair Bolsonaro o la condena al lawfare. El quiebre democrático en Bolivia cerró las filas en materia conceptual.
En el equipo del futuro mandatario conviven miradas diversas sobre la forma como la Argentina debería relacionarse con el mundo, desde el latinoamericanismo que encarna el ex canciller Jorge Taiana, con buena llegada a China, hasta la perspectiva multilateralista y de buena sintonía con EE.UU. y Europa más propia de Jorge Argüello. Por su parte, con su pasado como secretario de Agricultura, Solá muestra una experiencia comercial acorde con el perfil que se pretende recuperar para la Cancillería.
En su equipo conviven miradas diversas sobre cómo relacionarse con el mundo
Esta semana, antes de viajar a Uruguay, el diputado bonaerense acompañó a Fernández a un almuerzo con 22 diplomáticos del Viejo Continente. Para la última semana de noviembre, de hecho, ya se está organizando un viaje en el cual se espera que visite algunos de los países con cuyos mandatarios estuvo conversando Alberto en los últimos días, desde la Francia de Emmanuel Macron hasta la Italia de Giuseppe Conti. De paso por la Península, algunos se ilusionan con una foto junto al papa Francisco, a quien ya visitó en el pasado, solo que esta vez iría en calidad de futuro presidente. “Se está trabajando en ello”, confirmaron a PERFIL. Resta definir una posible escala en Alemania y Bruselas, la capital comunitaria.
Por último, otro destino en estudio es Chile, si llega antes del 10 de diciembre. Durante su discurso en el Grupo de Puebla, Alberto se había mostrado conciliador con Sebastián Piñera, aunque no indulgente. Le reclamó que escuchara el pedido de las calles y emprendiera un cambio profundo, una constituyente, como se hará en 2020. El lunes conversaron telefónicamente. Con él, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el peruano Martín Vizcarra, Fernández fortalecería su relación con el eje Pacífico, antes de ver a Donald Trump.