Al margen de un dominio larretista que casi nadie pone en duda, las elecciones porteñas encierran novedades, particularidades e incógnitas. Por primera vez, desde que la Capital cuenta con autonomía, irán pegadas a las presidenciales. La decisión de unificarlas fue tomada a pedido de un Mauricio Macri debilitado. Cerca del alcalde Horacio Rodríguez Larreta admiten que, en caso de haberlas separado de las nacionales (en concreto, de Macri), ganarían en primera vuelta sin demasiadas dificultades.
Para evitar el ballottage, en la Ciudad de Buenos Aires es necesario superar el 50 por ciento de los votos. Desde que se sancionó la Constitución porteña, en 1996, nadie alcanzó la mitad más uno. Ahora, las boletas unificadas atentan contra las chances de Rodríguez Larreta. El Presidente le hace de tope. Pero el oficialismo tampoco descarta la posibilidad de batir ese récord. Si hoy el alcalde consiguiera quedar cerca de los 50 puntos, en las elecciones generales del 27 de octubre podría apuntar a una reelección directa, sin la necesidad de pasar por el estrés del ballottage.
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A Larreta todavía le dura el susto de 2015. Tras haberle sacado 20 puntos de ventaja a Martín Lousteau, estuvo al borde de perder en la segunda vuelta con el economista. Pero ahora el escenario pinta más favorable para Juntos por el Cambio. ¿Los motivos? La imagen positiva de Larreta, a caballo de algunas obras de gobierno, más un cierre de listas que buscó ampliar la base de sustentación y consolidar su hegemonía en la Legislatura. A diferencia de la estrategia del vidalismo bonaerense, el larretismo concedió espacios a quien se quisiera sumar: desde la Coalición Cívica hasta el Partido Socialista y el nosiglismo.
Después de cuatro años, el alcalde lo consiguió: acopló a Lousteau y al radicalismo porteño. Pese a sus críticas previas hacia el macrismo, el diputado y ex embajador en Estados Unidos encabeza la boleta para senadores por la Capital.
Esa alianza habilita una pregunta doble: ¿adónde irán los votos que sacó la lista de Lousteau en las dos elecciones previas? En 2015, cuando quedó a un paso de ganarle a Larreta en el ballottage, superó los 25 puntos. En las legislativas de 2017, su espacio salió tercero con 12 puntos.
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¿Cómo se repartirá ese botín vacante? Macristas y kirchneristas pretenden heredar el grueso de esos votos. La decisión de postular a Matías Lammens como candidato de unidad estuvo orientada a seducir a ese electorado huérfano: una suerte de progresismo que no es peronista, pero tampoco afín al macrismo.
El objetivo del Frente de Todos es superar los 22 puntos que Mariano Recalde obtuvo en la general de 2015. “No hubo vanidades ni fuego amigo. Estuvimos muy alineados y en sintonía con Alberto y Axel”, resume un dirigente cercano al presidente de San Lorenzo. El albertismo se entusiasma con la idea de que Lammens llegue al 30%.
En paralelo, los demás postulantes porteños intentan quebrar la polarización. Y a la vez morder los votos que detentaba Lousteau. Se trata del economista Matías Tombolini, por el lavagnismo; Gabriel Solano, del Frente de Izquierda, y Roberto Valerstein, del Frente Despertar de José Luis Espert.