El presidente Mauricio Macri abrió el 135° período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación con un discurso combativo, electoral. Lejos de las alocuciones moderadas y conciliadoras que supo brindar como jefe de Gobierno porteño y en su primer presentación ante el Parlamento, en 2016, el jefe de Estado no perdió oportunidad de cargar contra la oposición y, en particular, contra la "pesada herencia" que recibió del gobierno anterior. Más parecido a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner que a la idea PRO de no confrontar, Macri salió con los tapones de punta.
En varios momentos de los 60 minutos que duró la exposición, se observó a un Macri más enojado, con un tono distinto al habitual, más enérgico y contundente contra su adversario político preferido: el kirchnerismo. En ese sentido, fue similar a lo que hacía Cristina para defender su gestión de Gobierno: en lugar de la defensa y el pedido de disculpas, eligió pegar, atacar y aprovechar el tiempo para desmerecer a quienes ayer gestionaban y hoy son parte de la oposición en la Cámara de Diputados y Senadores.
"Son muchos los que ponen palos en la rueda", disparó Macri mirando a los diputados del Frente Para la Victoria. "Necesitamos menos relato y más verdad", agregó. ¿Y su gestión? Detalló algunos logros, pero lo preponderante fue la polarización. "Hablar con la verdad es comunicar las cifras, las reales (...) el INDEC que después de muchos años podemos volver a confiar", dijo en otro tramo.
"Una buena iniciativa como Tecnópolis, había sido utilizada con fines partidarios", sentenció Macri. Ya más enojado, dijo: "Después de una década de despilfarro y corrupción, empezamos a normalizar el sistema energético". "Detrás de la corrupción hay millones de argentinos sin cloacas, rutas destrozadas, y tragedias que se pudieron haber evitado como la de Once", continuó.
Para cerrar con sus cristinismos, Macri pidió "¡No nos demos por vencidos, ratifiquemos nuestra convicción por el cambio, no escuchemos las voces de aquellos que nos quieren desanimar, que nunca quisieron el cambio, y que ni siquiera hacen autocrítica de lo que han hecho en el pasado". La frase no hizo más que recordar a la famosa "cadena nacional del desánimo" contra la que solía despotricar Cristina Kirchner.