—¿Usted intenta liderar el peronismo que resiste el kirchnerismo?
—Sí. Somos los peronistas que nos mantenemos peronistas y queremos preservar algo elemental: el instrumento revolucionario que siempre fue el justicialismo. Es inaceptable el peronismo que quiere este Gobierno: mirando siempre hacia atrás, sumergido en un debate de 35, 40 años atrás.
—Muchos peronistas piensan como usted pero igual están en el Gobierno...
—Yo los respeto, pero no entiendo que podamos, después de la renovación de los 80, aceptar mansamente que no podamos tener un debate interno, en nuestra casa, democráticamente. Soy testigo de un PJ intervenido hace tres años, congelado. Esto es un remedo de partido político, no el instrumento que la Argentina necesita, porque no hay democracia sin partidos.
—¿El Presidente podrá imponer el sistema de frentes de centroizquierda y centroderecha que promueve?
—No, porque la Argentina es un país con mentalidad moderna, que lidera nuestro continente. Kirchner expresa una equivocada concepción progresista, porque es todo lo contrario. No se puede progresar para atrás. Apenas vuelva a arrancar el verdadero peronismo, el debate se dará entre propuestas, no entre izquierdas y derechas. Eso está superado. En Europa ese esquema es apenas testimonial.
—¿Ese peronismo tiene candidatos competitivos?
—El liderazgo está por verse. Hoy estamos dando los primeros pasos de Peronismo de Pie, y la serie de comicios provinciales va a apurar ese proceso de construcción.
—¿Usted podría ser candidato en Misiones?
—Puedo postularme a tres cosas: intendente de Apóstoles, gobernador de la provincia o también puedo ser candidato a presidente.
—¿El peronismo que usted representa no corre riesgo de diluirse en otras opciones, como la que lidera Macri?
—Mauricio es un filoperonista, y el peronismo está acostumbrado a las herejías, porque se sabe adaptar a las circunstancias. Hay dos figuras que miden y que están en boca de muchos peronistas: Macri y Lavagna, aunque Roberto terminó siendo casi un candidato radical. De todos modos, queremos llevar un candidato propio. Nuestro peronismo no se va a alinear detrás de una propuesta que venga de afuera, aunque puede ser eje de una fuerza que postule a un candidato proveniente de otro partido.
—Es parecido...
—No es lo mismo. Es una diferencia sutil pero profunda.
—Mientras tanto, el radicalismo K le quita más espacios al peronismo en el esquema K. ¿Eso puede ayudar a que algunos se animen a dejar a Kirchner?
—La nefasta transversalidad destroza el sistema institucional argentino, encaminado a darnos una Argentina de partido único, pero peor: con el poder concentrado en una sola persona. Mucho peor que el PRI mexicano, porque se podría dar el espantoso cuadro de la alternancia sólo dentro de un matrimonio. Lucho por revertir ese diseño. Y espero que la Argentina despierte.