El chofer y sus cuadernos abre un caso de alto impacto político cuyas consecuencias están lejos de poder calcularse. Una primera lectura indica que el Gobierno de Mauricio Macri es el principal beneficiado y que Cristina Kirchner, una vez más, queda contra las cuerdas judiciales. Sin embargo, el alcance de las denuncias y los nombres que apenas se empezaron a conocer permite abrir un interrogante, porque este tipo de casos se sabe cómo empiezan, pero nunca como terminan.
Detrás de la novelesca trama de los cuadernos se esconde un modus operandi político que no inventaron los Kirchner pero que -por las denuncias que se fueron acumulando en esta década- claramente exacerbaron. Para conseguir una licitación, los empresarios suelen hacer un aporte. Para habilitar el pago de un avance de obra, suelen hacer un aporte. Para permitir que entre un container en el puerto, suelen hacer un aporte. Para recibir algún beneficio impositivo (legal), suelen hacer un aporte. ¿Esto siguió durante el Gobierno de Macri? Hoy todavía no existen pruebas en ese sentido, pero la gran mayoría de los empresarios atraviesan los dos gobiernos. Y solo basta que uno declare como arrepentido como para que más de uno empiece a temblar.
La actitud del Gobierno, apenas conocida la noticia, fue salir a despegarse y demostrar que la sola presencia de Iecsa (la otrora empresa de la familia Macri) entre los involucrados habla de su no injerencia en el accionar judicial. Ahora, así como el argumento cristinista de que ella podía no saber lo que había armado Néstor suele parece ser insuficiente, vale preguntarse: ¿Macri podía desconocer el modus operandi de la empresa que empezó a controlar su primo, Angelo Calcaterra, cuando él fue creciendo en política?
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Para el kirchnerismo, al parecer, no hay denuncia de corrupción que logre quebrar su base de sustentación política. Ese 25 o 30% que le asignan las encuestas se mantiene inalterable a pesar del avance de la Justicia contra Cristina. Y este caso, por más documentado que esté, no aportaría elementos para pensar que será la excepción.
Sin embargo, afecta en la construcción electoral del peronismo, ya que la noticia profundiza la división entre Cristina y sus laderos de lo que hoy conocemos como “peronismo racional”. Nadie va a querer quedar pegado a una figura que en plena campaña electoral va a estar atravesando juicios orales y posibles sentencias (sin todavía contar lo que pudiera suceder con esta causa). Otro motivo para que el Gobierno respire aliviado: esto conduce en que para 2019 habrá mínimo dos ofertas electorales del peronismo.
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Mientras tanto, el macrismo sacará rédito político de esta situación. Permite correr, aunque sea por unos días, el eje económico del foco de atención, y vuelve a traer al centro de la escena la corrupción kirchnerista, esa que fue clave para darle una identidad política a Cambiemos. Para los interrogantes que pudieran surgir por nombres de empresarios con aceitados vínculos con el macrismo, ya tienen la respuesta trabajada: “Que investigue la Justicia, no habrá amparo para nadie”. La Justicia está investigando, por lo que será clave la actitud que tome Macri si las balas empiezan a picar más cerca.
En este escenario, el macrismo se siente cómodo. Ya lo demostró Marcos Peña en su informe a los diputados, cuando le respondió al kirchnerista Rodolfo Taihlade: “Entiendo que es un día difícil, pero no se ponga nervioso”. Sin embargo, estas causas, con tantos nombres de peso involucrados, no permiten a nadie quedarse tranquilo y más de uno puede ponerse nervioso.