En un giro dramático para la familia real británica, Sarah Ferguson, exesposa del príncipe Andrés, perdió el derecho a usar su título de Duquesa de York, el último vestigio de su pertenencia a la Casa de Windsor, tras la renuncia de Andrés a todos sus honores reales, incluido el de Duque de York.
La decisión de Andrés, anunciada en las últimas horas del viernes, marca el punto culminante de una serie de escándalos que envolvieron a la pareja divorciada desde 1996, pero que resurgieron con más fuerza debido a sus conexiones con el difunto financista y delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein.
Sarah Ferguson ya no será duquesa de York
La renuncia de Andrés llega en medio de un intenso escrutinio por sus lazos con Epstein y una supuesta espía china, lo que obligó al rey Carlos III a presionar para que su hermano menor abandone sus títulos, incluido el de Duque de York y Caballero de la Orden de la Jarretera. La decisión fue comunicada después de una reunión familiar de emergencia en el palacio.

Como consecuencia directa, Ferguson, conocida popularmente como "Fergie", ya no podrá referirse a sí misma como Duquesa de York, un título que mantuvo tras el divorcio por cortesía real. Fuentes cercanas a la familia indican que esta medida no solo afecta a Andrés, quien retiene el título de príncipe pero con su estatus de “Alteza Real” en suspenso, sino que extiende sus ramificaciones a Ferguson, arrastrada al vórtice de controversias.
Los escándalos que precipitaron esta caída se remontan a años atrás, pero cobraron nueva vida con revelaciones recientes. En 2011, Ferguson admitió públicamente haber recibido 15.000 libras de Epstein para saldar deudas personales, describiéndolo como un error grave y prometiendo cortar todo contacto.
Sin embargo, correos electrónicos filtrados el mes pasado muestran que, apenas un mes después de esa declaración, Ferguson envió un mensaje adulador a Epstein, llamándolo su "amigo supremo" y pidiendo perdón por haberlo “desheredado” públicamente, temiendo que él pudiera "destruir a la familia York" como un "Hannibal Lecter".

Estos mensajes, revelados por el Mail on Sunday, contradicen las afirmaciones de Andrés de haber roto lazos con Epstein en 2010, y destacan cómo Ferguson permaneció en contacto con el pedófilo convicto incluso después de su condena en 2008 por solicitación de prostitución menor de edad.
Una serie de escándalos cada vez más notorios y una popularidad en caída libre
La implicación de Ferguson en estos asuntos no es aislada. En 2010, fue captada en una operación encubierta ofreciendo acceso a Andrés por 500.000 libras a un periodista disfrazado de empresario, un escándalo conocido como "cash-for-access" que ya entonces erosionó su reputación. A esto se suman escándalos previos, como las fotos de 1992 donde aparecía con su amante financiero John Bryan chupándole los dedos de los pies, lo que aceleró su divorcio.
Pero es la conexión con Epstein la que ha resultado fatal. Andrés, amigo cercano del financista, ha negado acusaciones de abuso sexual por parte de Virginia Giuffre, quien alega haber sido traficada por Epstein, pero el acuerdo extrajudicial de 2022 no disipó las dudas. Ferguson, por su parte, ha sido vista como cómplice indirecta, habiendo usado fondos de Epstein para cubrir deudas acumuladas por su estilo de vida extravagante.

La caída en popularidad de Ferguson fue vertiginosa. Antes vista como una figura carismática y filantrópica, autora de libros infantiles y presentadora de televisión, su imagen pública se desplomó desde las filtraciones de septiembre de 2025.
Siete organizaciones benéficas británicas, incluyendo el Teenage Cancer Trust y un hospicio infantil, cortaron lazos con ella como patrona, citando las revelaciones sobre Epstein como incompatibles con sus valores. Incluso en Estados Unidos, donde mantenía un rol en una fundación, dimitió recientemente tras la presión pública.
En el ámbito privado, la pérdida del título agrava una vida ya complicada. Ferguson y Andrés, a pesar del divorcio, comparten residencia en Royal Lodge, una mansión de 30 habitaciones en Windsor, donde crecieron sus hijas Beatrice y Eugenia.
Sin el título de Duquesa, Ferguson pierde un símbolo de estatus que ha usado para navegar en círculos sociales y filantrópicos. Los expertos en realeza sugieren que esto podría forzarla a mudarse o enfrentar mayor aislamiento, ya que su relación con Andrés, ahora definido como un “paria”, la ata a su destino.
En el ámbito comercial, el impacto es devastador. Desde su divorcio, Ferguson construyó una carrera como autora de bestsellers, productora y embajadora de marcas, pero los escándalos han minado su atractivo. En 2022, compró una casa de 5 millones de libras en Mayfair pese a alegar pobreza, lo que ya generó sospechas sobre sus finanzas.
Ahora, con la pérdida de patronazgos y la caída en popularidad, sus contratos televisivos y editoriales están en riesgo. Organizaciones como el Consejo de York debaten revocar su Freedom of the City, un honor que ya le quitaron a Andrés en 2022. Analistas predicen que Ferguson podría recurrir a memorias controvertidas o apariciones en reality shows para sobrevivir financieramente, pero su asociación con Epstein la convierte en “tóxica” para socios comerciales.